Sartori llama la atención. Crece en intención de voto y en respaldos de dirigentes y agrupaciones blancas. Cuesta interpretar bien su exitoso avance. Sobre todo, resulta un gran enigma futuro.
Tras el regreso de la democracia se sucedieron gobiernos que debieron administrar una crisis tras otra.
En generar ilusiones y hacer promesas que no se cumplen, el Presidente y el FA son reincidentes. El viernes se jugó con las expectativas de un barrio, pero antes no hubo drama en jugar con las esperanzas de los ciudadanos para llegar al Gobierno.
Los enchufados frenteamplistas también ocupan discretas secretarías o asesorías muy bien pagas en reparticiones burocráticas sobre las que la opinión pública no presta tanta atención.
Hay un problema que no se arregla con plata ni tampoco cambiando de partido en el gobierno: es el de las malas señales que demasiados dirigentes políticos envían a toda la sociedad.
Además, hay una gran caja negra de centenares de ingresos en empresas satélites y dependientes de empresas públicas, cuyos funcionamientos no pasan por el Tribunal de Cuentas pero que han servido para proveer cargos clientelistas.
En el Frente Amplio
El Frente Amplio llegó al poder denunciando un clientelismo de los partidos tradicionales que hoy parece cuento de niños en comparación con el brutal aumento de la burocracia y su política de hacer “favores” a los compañeros.