Nicolás Catena Zapata plantó vides a 1.500 metros de altura. Nadie apostaba a la supervivencia de las plantas a ese nivel del mar en Mendoza y menos a la maduración de las uvas que instaló en Viñedo Adrianna (el nombre de su hija menor).
La idea original a todos les fue cuestionada, pero con esfuerzo y perseverancia demostraron que la clave no siempre pasa por reinventar la rueda, sino por hacer que ésta gire cada vez más rápido.