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El abigeato es la principal barrera para rubro ovino

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Encierran majadas para protegerlas y productores se arman para evitar carneadas.  Foto: L. Pérez

Muchos productores agropecuarios dedicados a la cría de lanares en este departamento, no pueden frenar los delitos de abigeatos que sufren en sus rodeos y hay establecimientos en los que por las noches sus propietarios están procediendo a encerrar en los corrales sus majadas para ponerlas a salvo de los delincuentes.

Este flagelo que tiene a Salto como uno de los mayores afectados, lejos de detenerse, se está acentuando en jurisdicciones de las seccionales 7ª y 8ª de Policía que son aquellas que están ubicadas en los pueblos de Constitución y Belén, en perjuicio de establecimientos cercanos a los mismos y otros como Baltasar Brum y Termas del Arapey, Palomas y Saucedo.

Si bien existe una comisión departamental que la conforman integrantes de la Asociación Agropecuaria, Instituto Nacional de Carnes, Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (entre ellos Dicose) y la propia Policía para trabajar en el tema, muchos productores ya se encuentran desesperanzados en obtener resultados positivos y mientras unos optan por reducir sus rodeos, otros buscan estrategias como las de armarse y montar rondas en sus campos, aunque queden expuestos a mantener un enfrentamiento con los cuatreros.

"De 4.000 lanares que llegamos a tener en nuestros campos, hoy tenemos 1.500 porque el abigeato nos ha llevado a perder un gran número de animales y ya es imposible dejar sueltas las majadas por las noches", dijo Gustavo Solaro, uno de los productores damnificados y con campos en jurisdicción de la seccional 7ª de Policía. El productor explicó que lo más graves de la situación es que no encuentran respuestas al problema.

"Hemos ido a hablar con los jueces, nos dicen que las leyes son viejas, la Policía dice que no tiene recursos y esto desanima y más cuando se pone empeño, tratando de mejorar la genética", destacó.

El productor visiblemente afectado en su salud por un "pico" de presión arterial que le afectó un ojo, dijo a El País que el delito de abigeato ya es "insoportable" y lo que más lamenta es que no se pueda ubicar a los responsables de estos actos".

Aseguró que este tipo de delitos se ha transformado en un medio de vida para mucha gente, "porque no matan una oveja para comer, sino cinco, seis, 10 o las que pueden y lo mas lamentable que cuando actúan con perros dejan animales mal heridos", agregó Solaro.

El entrevistado dijo que en muchas oportunidades faenan ovejas preñadas y carneros de pedigrí. Asimismo sostuvo que ir a hacer la denuncia policial es una pérdida de tiempo, "porque casi nunca hay resultados positivos", remarcó.

Otro de los productores castigados por el abigeato, pero en este caso en jurisdicción de la comisaría de Belén y con establecimiento cercano a Termas del Arapey es Gustavo Viera. Si bien reconoce que este delito siempre ha existido y se ha hecho más notorio en los últimos 15 años, en la actualidad está llegando a los límites por los perjuicios que causa a las empresas.

"Desde el 1° de enero a julio me van carneando 75 lanares, ya no es para nada aliciente la situación para una persona que vive en el campo, que vive del rubro ovino y nadie sabe ponerle el parate porque el abigeato se ha transformado en un negocio. Cada carneada son de 14 o 15 animales. Me parece que una familia que tenga hambre no las va a consumir", dijo tajante Viera.

Este productor que hace un tiempo dejó de criar capones en unos campos linderos con el embalse de la represa de Salto Grande ante el incremento del abigeato —en un solo año de un total de 1.000 cabezas le desaparecieron 300— dijo que varias veces ha pensado en abandonar todo, "pero es de lo que vivimos y son campos que ameritan la cría de ganado por ser de basalto. No sólo a mí me pasa, a todos los vecinos los castigan y nunca se descubre a los autores", acotó.

Armados.

Productores que han preferido no referirse a este tema, han expresado que ante el incremento de los abigeatos algunos han optado por armarse y vigilar sus animales en forma permanente, así como los movimientos en el entorno de los caminos. "Es un riesgo personal que asumen porque el delincuente no mide consecuencias", dijo uno de lo que declinó aparecer mencionado.

Otro propietario dedicado a la explotación de lanares, dijo que los cuatreros cuando faenan algún carnero hasta le han dejado los testículos del animal colgado en un alambrado a modo de burla.

"Invertimos entre US$ 600 y US$ 700 en un reproductor de mejor calidad para mejorar la majada y lograr mayor avance genético y después venden su carne a $ 40 o $ 50 el kilo", dijo el productor indignado.

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Encierran majadas para protegerlas y productores se arman para evitar carneadas. Foto: L. Pérez

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