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¿Se viene una “guerra de monedas” tras el COVID-19?

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Monedas. Foto: Reuters.

ANÁLISIS

Hace una década, luego que los bancos centrales del mundo inundaran de dinero sus mercados ante la crisis financiera se hablaba de una guerra de monedas. ¿La historia vuelve a repetirse?

La reacción eufórica de los mercados financieros a los recientes avances de las vacuna para el COVID-19 y a los resultados de las elecciones en Estados Unidos está fortaleciendo algunas divisas tan rápidamente que han empezado a surgir voces que hablan de una posible nueva guerra cambiaria.

Casi una década después de que el ministro de Hacienda de Brasil comparara la impresión de dinero de los bancos centrales occidentales con una guerra económica, algunas de las condiciones que llevaron a los países a debilitar sus monedas parecen estar surgiendo de nuevo.

El creciente afán de los inversores por comprar activos de riesgo le dio a las monedas de los mercados emergentes su mejor mes en casi dos años en noviembre, extendiendo una serie de ganancias que comenzaron en junio.

Una prolongación de la tendencia, que se considera probable después de que el dólar alcanzó su nivel más bajo en dos años el pasado jueves, sería el mayor ascenso ininterrumpido desde el 2012.

Corea del Sur, Taiwán y Tailandia ya están lo suficientemente preocupados como para intervenir en sus mercados de divisas o tomar otras medidas para tratar de evitar que se agoten frágiles recuperaciones económicas.

En Suecia, cuya corona es la moneda de mejor rendimiento de este año, el banco central aumentó inesperadamente su programa de impresión de dinero la semana pasada.

“Creo que guerra de divisas sería una expresión un poco dramática para usar en este momento, pero se podría decir que ha habido algunos disparos de alerta”, dijo el jefe de estrategia de mercados emergentes de UBS, Manik Narain. “Y si esta fortaleza de la moneda continúa, estos países podrían empezar a presionar más fuerte”, afirmó.

Los economistas culpan a las devaluaciones competitivas de las monedas de exacerbar la Gran Depresión de la década de 1930 y de frenar el comercio mundial durante décadas fomentando el proteccionismo.

El ciclo suele comenzar con recortes de las tasas de interés e intervenciones “ojo por ojo”, pero puede escalar rápidamente hasta los controles de capital o impuestos a las inversiones especulativas para impedir la entrada de dinero extranjero como el que ahora inunda los mercados emergentes.

Los datos del Instituto de Finanzas Internacionales muestran que los inversores volcaron un récord de US$ 40.000 millones en acciones y US$ 37.000 millones en bonos a los mercados emergentes el mes pasado, una total que superó al de los tres meses anteriores juntos.

El peso mexicano, el real brasileño, la lira turca, el rand sudafricano, el rublo ruso y el zloty polaco subieron entre un 5% y un 10%, sumándose a los avances de entre el 5% y el 12% en las monedas de China, Taiwán y Corea desde junio.

Pero no es sólo la expectativa de que las vacunas contra el COVID-19 normalicen el comercio, los viajes y los precios de las materias primas lo que impulsa la tendencia.

Las bajas tasas de interés mundiales significan que los países en desarrollo se encuentran entre los pocos lugares que quedan donde los inversores obtienen beneficios por invertir en bonos, mientras que el auge de los coches eléctricos y la automatización ha hecho que el dinero llegue a los grandes fabricantes de microchips de Asia.

Se espera que el comercio mundial tenga el próximo año la primera expansión en tres años, con la esperanza de que también el gobierno del presidente electo estadounidense, Joe Biden, sea más predecible en ese frente.

“Si se observan las áreas en las que podrían estallar posibles guerras de divisas, serían las áreas que han atraído la mayor cantidad de flujos de capital o flujos a acciones”, dijo el jefe de gestión de carteras de mercados emergentes de PIMCO, Pramol Dhawan.

Citó a Taiwán, Corea del Sur y China como los principales puntos calientes, y potencialmente la India, que ya ha acumulado US$ 85.000 millones en reservas este año, añadió Narain de UBS, ayudando a mantener la rupia bajo control.

Normalmente es el ritmo y no el alcance de los movimientos de las tasas cambiarias lo que lleva a los países a actuar.

Cuando el brasileño Guido Mantega declaró que había estallado una guerra de divisas en septiembre de 2010, el dólar había perdido más del 10% en unos tres meses. Y no se detuvo ahí, cayó un 17% en junio de 2011.

Esta vez el dólar ha bajado un 11% en ocho meses. Pero el banco de inversión estadounidense Morgan Stanley cree que todavía está sobrevalorado en un 10% y Citi pronostica una baja récord del 20% el año que viene mientras las economías se recuperan y la Reserva Federal continúa con el estímulo.

El economista jefe del IIF, Robin Brooks, duda que incluso ese tipo de movimiento desencadene una guerra de divisas en toda regla.

Quitando el alza del 8% del yuan de China (ver aparte), las monedas de los mercados emergentes llevan una baja de un 5% este año, y algunas de las monedas más afectadas, como el real brasileño y la lira turca, han perdido un 25% y son una fracción de lo que valían hace una década.

“Honestamente, si yo fuera un político de una economía de mercado, cada día en que mi moneda se fortaleciera estaría feliz”, dijo Brooks, señalando que una moneda más fuerte también hace más barato pagar la deuda denominada en dólares que se ha acumulado.

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China está cómoda por ahora con la apreciación del yuan

Las autoridades chinas se sienten cómodas con una apreciación del yuan a máximos de dos años y medio en la medida que se acelera un repunte en la economía del país, y el banco central le da al mercado un mayor margen de maniobra para fijar el valor de la moneda, afirmaron fuentes.

Pero el Banco Popular de China podría tomar medidas si subidas en la moneda, especialmente si fueran bruscas, perjudicaran las exportaciones del país, dijeron a Reuters fuentes involucradas en las discusiones de política interna.

Ante expectativas generalizadas de nuevas ganancias del yuan y de una debilidad más prolongada del dólar, que el emisor acepte un alza del yuan contradice especulaciones recientes del mercado de que el banco central podría tomar medidas para estabilizar la suba de su divisa. “La apreciación del yuan está respaldada por los fundamentos económicos de China”, declaró Yu Yongding, un influyente economista del gobierno que anteriormente asesoró al Banco Popular de China.

“No necesitamos intervenir, ya que no hemos visto impactos de grandes entradas o salidas de capital”, dijo Yu a Reuters. “El tipo de cambio es impulsado principalmente por la cuenta corriente”.

El yuan, que cerró a 6,5302 por dólar el viernes, ha ganado alrededor de 6,6% frente a la moneda estadounidense este año, aunque eso se explica en gran parte por una disminución de casi el 6% en el valor del dólar frente a una canasta de monedas.

El yuan está en camino de registrar el mayor aumento anual desde su apreciación del 6,8% en 2017. Algunos asesores políticos creen que el yuan podría fortalecerse a 6,4 por dólar el próximo año, un aumento adicional del 2% . Las autoridades podrían tomar medidas para frenar un rápido aumento si los exportadores chinos se vieran presionados o si llegara una inundación de "dinero caliente", dijeron las fuentes.

¿Reacción en cadena de los bancos centrales?

Robin Brooks, economista jefe del IIF cree que el euro y el yen se fortalecerán, lo que requerirá que el Banco Central Europeo y el Banco de Japón respondan. La reacción de China también será observada de cerca, mientras que la declaración de Tailandia de que está vigilando la subida del baht “24 horas al día” pone de relieve las tensiones. “Nuestra preocupación es la velocidad del ajuste”, dijo la semana pasada el gobernador del banco central de Tailandia, Sethaput Suthiwart-Narueput.

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