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Uruguay sigue condicionado por una región estancada y cara en dólares

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Foto: AFP

La región, que históricamente tuvo una gran incidencia en el desempeño de la economía uruguaya, no incidió mayormente en el nivel de actividad de nuestro país en los tres últimos años.

Los dos vecinos con grandes problemas institucionales y enfrentamientos políticos encarnizados que bloquean cualquier intención por objetivos comunes, registran caídas en su Producto Interno Bruto (PIB) desde el año 2013.

Hay algunas señales de que el peor momento ya pasó, pero entre las dudas sobre la firmeza del repunte y los vínculos que se rompieron en los últimos años, mejor no gastar a cuenta.

Si se toma como medida el PIB en cada país, en el acumulado de los tres últimos años Brasil registra una caída del orden del -6% y Argentina del -1,6%. En el medio de esta tormenta, el PIB uruguayo registra en tres años un avance acumulado de 5,2%, constituyéndose en un oasis dentro de la región. Al respecto es importante resaltar los cambios que se generaron en la estructura productiva del país y en sus exportaciones. Tanto la carne, como la soja y la celulosa, los principales bienes que exporta Uruguay, no tienen en la región a su mercado de destino.

De todas formas, los vínculos existentes con nuestros vecinos son muy fuertes y a la larga sus problemas nos afectarán. En particular sus abultados déficits fiscales y el necesario ingreso de capitales para financiarlos, lo que apreciará sus monedas en términos reales. Ello incidirá negativamente en la competitividad regional, fenómeno del que Uruguay no podrá escapar.

El principal actor en la región es Brasil que viene de dos años estancado (2013 y 2014) y dos años de caída (2015 y 2016), en una recesión que ya lleva ocho trimestres.

Las cifras del 2016 señalan que la contracción del PIB fue del 3,6% y los datos del último trimestre son mixtos. El dato bueno es que en el comparativo con el cuarto trimestre del 2015 la caída es un poco menor a la del promedio del año (-2,5%). El dato malo es que el comparativo corregido de factores estacionales contra el tercer trimestre del 2016 da una caída del -0.9% (anualizado es una caída del -3,6%), la mayor de todo el año.

Los síntomas de recesión son generalizados en el vecino del norte. En el promedio del año cae la producción agropecuaria (-6,6%), la industrial (-3,8%) y los servicios (-2,7%). Cuando se miran los componentes de la demanda internos es el segundo año consecutivo en que todos registran variaciones negativas. Se destaca en particular la caída en la inversión que llega al -10% después de haber caído -14% en el 2015.

Parte de la caída se debe al sector agropecuario el que también depende del clima. Cuando se miran las exportaciones de bienes, también hay un menor volumen físico vendido al exterior debido a la menor producción agropecuaria. Se espera que el clima sea más favorable para el 2017 y con ello ocurra una mejora parcial. De todas formas las proyecciones son de un freno en la caída y que el promedio no se diferencie mucho del observado en 2016. Para un país con crecimiento demográfico del orden del 0,9% anual, implica todavía un retroceso en el nivel de bienestar.

Un síntoma de los problemas que tiene Brasil se registra en la tasa de desempleo que trepa del 6,8% de la población activa en el año 2014, al 8,5% en el 2015 y al 11,5% en el 2016.

El Banco Central de Brasil recoge las proyecciones de los analistas de mercado. En la última versión, que tiene fecha 3 de marzo, el pronóstico medio para el año 2017 fue del 0,5% con mejores perspectivas para el 2018 donde el crecimiento esperado es del 2,4%.

Argentina siempre fue muy importante para nuestro país, en particular por la venta de servicios y la oportunidad para que medianas empresas industriales colocaran parte de su producción en un mercado diez veces más grande y cercano. Esto cambió luego del bloqueo de los Kirchner y la incógnita es cuánto puede impactar un crecimiento en la demanda en ese mercado sobre la producción de bienes uruguayos.

De acuerdo a las cuentas nacionales y los indicadores de antici- po, se estima que el cuarto trimestre del año pasado se estaría saliendo de la recesión, luego de cuatro trimestres seguidos de caída desestacionalizada. Igual, el promedio del año registraría una contracción del orden del -2,3%.

En sus expectativas la actividad económica de Argentina depende en cierta medida de lo que pase en Brasil. La confianza para el sector productivo y el movimiento turístico siempre tienen un gran impulso cuando el principal mercado de la región crece.

Al igual que nuestro país, tiene otro motor en la producción agropecuaria pero en este caso son muy fuertes en la soja pero están recién recomponiendo la destrucción regulatoria y tributaria sobre la producción ganadera.

Hay expectativas de crecimiento con un impulso especial en la construcción por el lado del gasto público y las concesiones. También va a haber una mejora en el consumo doméstico por el efecto de la baja en la tasa de inflación que se proyecta va a pasar del 40% anual al 20% en el 2017.

Al igual que en el caso de Brasil, no se observa un impulso firme y un plan de desarrollo que se pueda considerar sostenible en un horizonte más allá de los dos próximos años. Las expectativas van por incrementos en el PIB entre el 2,5% y el 3,0% para los dos próximos años. Poco para una economía que podría tener el carácter de "promesa" en el contexto internacional dado el cambio de orientación tomado en el 2015.

Para nuestro país las expectativas de crecimiento leve en la región son una buena noticia pero es dudoso el impacto que pueda llegar a tener. Al mismo tiempo le acompaña una mala noticia, en los dos casos se espera un ingreso de capitales tanto como inversión extranjera como por financiamiento de los amplios resultados deficitarios de los gobiernos.

Esto tendrá fuerzas hacia la apreciación del tipo de cambio real en la región y por lo tanto más penuria para la capacidad de competencia de las exportaciones que hasta el momento nos desacoplaron de la región.

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Foto: AFP

HORACIO BAFICO / GUSTAVO MICHELIN

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