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La “tomada de pelo a uruguayos” que hay que “solucionar de raíz”

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Guillermo Tolosa. Foto: Darwin Borrelli

Guillermo Tolosa

Director de Ceres: se requiere un “cambio institucional profundo” en empresas públicas.

Sugiere “una especie de rebelión de la sociedad civil” para terminar con la “tomada de pelo a los uruguayos” y que “las empresas públicas, tengan un retorno decente a través de un gerenciamiento calificado”. También afirma que se necesita “una agenda de reformas estructurales ambiciosa” para salir del “estancamiento” económico y que es “urgente” reformar la seguridad social.

El que dispara esas frases es Guillermo Tolosa, el nuevo director ejecutivo del Centro de Estudios de la Realidad Económica y Social (Ceres) que sustituyó a Ernesto Talvi -tras 21 años en ese cargo-. Tolosa es doctor en Economía de la Universidad de California (Los Ángeles) y previamente trabajó en el Centro de Investigaciones Económicas (Cinve) y en el Fondo Monetario Internacional, entre otros. Lo que sigue es un resumen de la entrevista que mantuvo con El País.

-¿Qué diagnóstico tiene la economía uruguaya?

-Hoy está estancada, como había anticipado el Índice Líder de Ceres hace varios meses. Es una combinación de shocks externos y debilidades domésticas. En particular, en los últimos nueve meses el entorno internacional para todos los países emergentes se ha tornado más difícil, en la medida que las tasas de interés internacionales han subido y el dólar se ha tornado más fuerte que el año pasado. Es un primer golpe que enfrentó nuestra economía, amplificado por una región que era particularmente vulnerable a estos shocks internacionales.

-El más claro es Argentina.

-Argentina y Brasil eran dos de los tres países con déficit fiscal más alto del mundo emergente. En un escenario de menos financiamiento son los primeros que sufren y tienen que ajustar. Argentina sobre todo, porque dependía más del financiamiento externo que Brasil. Eso se amplifica porque Argentina fue de los países que más sufrió este proceso y entró en una crisis económica que obviamente tiene repercusiones importantes sobre Uruguay, a pesar de que Uruguay tiene menos dependencia de Argentina que hace 20 años. Eso va a seguir perjudicando, porque el peor momento va a ser la temporada con bastante menos turistas de Argentina, entonces no hemos visto la totalidad del efecto.

Foto: Darwin Borrelli
Foto: Darwin Borrelli

-Mencionó que también hay debilidades locales.

-Ha habido problemas de la economía para generar dinamismo propio. En esta nueva etapa de Ceres es algo que estamos empezando a analizar. Pero, no es novedad para nadie que el clima de negocios local no es lo suficientemente fuerte como para tener energía propia cuando los factores externos dejan de ayudar. Por eso vemos inversión en niveles bajos, destrucción de empleo en estos últimos años.

-¿Cómo se resuelve?

-Es fundamental concentrarse en ser robusto ante los shocks externos, disminuir las vulnerabilidades. Uruguay ha tenido un déficit fiscal bastante más bajo que Argentina y Brasil, pero todavía suficientemente alto como para que si las condiciones financieras internacionales se deterioran aún más, pueda generarnos problemas. Uruguay ha hecho un trabajo muy serio desde el punto de vista macroeconómico, mejorando todo lo que tiene que ver con la estructura de la deuda (plazos, composición de monedas). Eso lo único que nos da es tiempo, más tiempo que el que tuvieron los argentinos. Pero, ese tiempo está pasando y no ha habido atención al problema estructural de un déficit demasiado alto. Una cosa es un déficit fiscal de 4% del PIB en un entorno internacional donde abunda la liquidez y otro en el cual la liquidez es escasa y hay mucho más propensión a accidentes. Lo segundo es: ¿qué más podemos hacer en materia de fortalecer la economía y la inversión? No veo un plan claro en este sentido, en particular con nuestra política comercial, que con el nuevo gobierno de Brasil es evidente que va a haber algún cambio. Tenemos que estar preparados para lo que sea que Brasil proponga, con nuestra propia visión de cómo tiene que ser el Mercosur o incluso si tenemos que estar en el Mercosur. Es un momento histórico para procesar estos debates. Hay otros ángulos que no voy a opinar, pero estamos analizando el mercado laboral, la facilidad de hacer negocios con el Estado.

-¿En qué consiste eso?

-Por poner un ejemplo, discutimos mucho en Uruguay del nivel de impuestos, que es muy importante, pero le prestamos mucho menos atención a lo engorroso que es pagar impuestos en Uruguay.

-Está hablando de simplificar la forma de pago.

-Y la cantidad de impuestos. Lo vivimos todos como ciudadanos. Viví en varios lugares del mundo y pagaba seis o siete cuentas, acá en Uruguay pago algo así como 28. Un solo ente, como la Intendencia me cobra cuatro cuentas distintas. En otros lados es impensable que uno tenga que tomarse el tiempo para cuatro impuestos separados para el mismo ente. ¿Por qué no simplificarle la vida al contribuyente agregando todos en uno? Es algo elemental y Uruguay se ha quedado atrás. Son reformas que no veo sobre la mesa. Es un ejemplo.

-En los diferentes planteos a nivel político, se habla mucho de la necesidad de un ajuste fiscal, pero nadie menciona una agenda pro-crecimiento, para reimpulsar la economía uruguaya, ¿cómo lo analiza?

-El hecho de que aún con un entorno externo favorable como fue el caso de 2017, Uruguay no haya logrado repuntar en materia de inversión, de generación de empleo, es sintomático de alguna de las debilidades que mencionaba. No podemos darle la espalda a esto. Ha resultado bastante evidente que si no hay reformas, la economía uruguaya no está teniendo el dinamismo necesario para un crecimiento sostenible y vigoroso en el tiempo. Necesitamos una agenda de reformas estructurales ambiciosa. El problema tiene suficiente envergadura como para pensar que con un ajuste acá y allá es suficiente. Hay que dar un golpe de expectativas, con una reforma ambiciosa y mostrar que Uruguay es un buen país para invertir -no solo para UPM- y de inversión que de rédito. Porque hoy la realidad empresarial local es compleja.

-¿Reformas de qué tipo, impositiva, del Estado?

-Lo estamos trabajando en Ceres, es un poco prematuro hoy hablar concretamente de cuál es el área prioritaria.

-¿Y con las empresas públicas, qué se debería hacer?

-Esta es quizás el área más fácil de solucionar. Me resulta increíble la energía que gastamos como sociedad en haber discutido un par de gastos de tarjeta de crédito, condenables como son, cuando en realidad a la misma vez estaban sucediendo ineficiencias tales que generaron US$ 700 millones de pérdida en Ancap, por un manejo que parece haber consenso que fue incompetente. No tenemos la discusión de cómo prevenir que eso nos suceda. La forma de hacerlo, no es muy difícil, hay otros países de América Latina que lo han hecho. Por ejemplo, entre varias otras cosas, un proceso de selección de gerentes que nos garantice a los uruguayos que nuestros activos más valiosos, que son las empresas públicas, tengan un retorno decente a través de un gerenciamiento calificado, competente, con gente con experiencia en la industria. Es algo bastante elemental de pedir como uruguayo. La clase política de ambos lados no ha propuesto en general, hasta hace poco, una reforma sobre este tema. Tuvimos un problema puntual en Ancap pero eso va a seguir surgiendo en otras empresas, con otros colores, en la medida que no hay un proceso de selección de gerenciamiento sólido. Este esquema de usar las empresas públicas para lanzar candidatos es algo que están de acuerdo los políticos tradicionales, pero los que sufrimos por esto somos la sociedad civil, que tenemos que enfrentar costos más grandes, pérdidas. Es fundamental que tengamos una especie de rebelión de la sociedad civil, y ahí la importancia de Ceres para pensar políticas públicas sin estar en política partidaria. En este tipo de planteo en las empresas públicas, tenemos que gritar bien fuerte: “por favor, nunca más”. Tenemos que solucionarlo de raíz, es una tomada de pelo a los uruguayos. Hay un proyecto de ley (del gobierno) que va en la dirección correcta. Destaco el coraje para lanzarlo dado el contexto general de poco apoyo a este tipo de iniciativas. Es la primera vez que veo una propuesta de avance relevante en este sentido.

-Ese proyecto incluye gobierno corporativo, que directores de empresas públicas luego no puedan pasar por cierto tiempo a empresas privadas que están en el mismo sector, etc.

-Ese tipo de cosas, y también introduce un proceso serio de selección de gerentes, para que no nos vuelva a pasar lo que nos ha pasado.

-El problema es que viene en año electoral y quizás sea difícil aprobarlo.

-Estoy de acuerdo, pero en teoría debería ser el año más fácil para hacerlo porque la sociedad viene muy castigada y muy dolida con la clase política. Lo vemos en los indicadores de confianza de la democracia por el cascotazo que recibimos con el despilfarro por un manejo poco competente de los recursos. Para dejar este episodio atrás, no alcanza con una sanción, se requiere un cambio institucional profundo. Es la verdadera señal de que los políticos se comprometen a administrar el patrimonio de los ciudadanos de la mejor forma posible. Al proyecto le faltan algunas aristas, pero es un enorme paso. Espero que todos los partidos políticos apoyen desde el punto de vista técnico y político.

Es “urgente” una reforma de la seguridad social

Foto: Darwin Borrelli
Foto: Darwin Borrelli

“Como primera señal de tranquilidad hacia los mercados”, plantea

-Si tuviera que elegir una prioridad económica para el gobierno que asuma en marzo de 2020, ¿cuál sería?

-Hay que distinguir lo que es urgente de lo que es importante. Reformas importantes hay varias, pero lo realmente urgente para Uruguay en esta materia de reducir vulnerabilidades de corto plazo, es una reforma de seguridad social que de las certezas de que las finanzas públicas uruguayas estén en una trayectoria sostenible. Las proyecciones en gasto de seguridad social hacen que las estimaciones fiscales sean pesimistas. Como primera señal de tranquilidad hacia los mercados, es esencial una reforma de la seguridad social para viabilizar la sostenibilidad de las finanzas públicas. Tenemos que tener un debate, que es complicado en tiempos electorales, urgente y tiene que estar en la agenda de gobierno en los primeros meses.

-¿Eso va a requerir ajustar edad de retiro, años de trabajo, prestaciones?

-Son muchos los parámetros con los que se puede trabajar. Hay varias formas válidas, las que decís son bastante naturales y ejes centrales de lo que son las reformas en otros países. No son las únicas, tenemos que poner el abanico sobre la mesa e interpelar a las diferentes opciones políticas a que nos cuenten de una forma más concreta cuáles son los parámetros que ellos piensan mover, para dar una señal a todo el espectro de que realmente se va a encarar.

-El desafío de la automatización de empleos, lleva a que se necesiten cambios en la educación, ¿qué se debe hacer?

-Hay dos pilares de lo que debería ser el enfoque de este desafío gigante para el país. Uno es lo que tiene que ver con la reforma educativa, de los que ingresan al proceso educativo, cómo darles una educación que los prepare para ese mundo del hoy. En muchos aspectos hay consenso de que hoy estamos educando para el ayer y por eso hay una deserción tan grande, porque los jóvenes se dan cuenta de que no están adquiriendo las herramientas necesarias para los desafíos de hoy. Entonces, primero estar seguro de que a quienes ingresan al sistema educativo les estamos dando las herramientas necesarias y es una discusión que se está procesando. Un segundo aspecto que me preocupa, que no estamos procesando como sociedad, es qué es lo que pasa con todos aquellos a los que ya les fallamos, que pasaron por un sistema educativo que no les dio las herramientas y que ahora enfrentan un mercado de trabajo muy desafiante. La experiencia internacional muestra que a los 35 años no se vuelve a terminar el liceo. Entonces ¿qué tipo de respuestas como sociedad le estamos dando a esa gente? No se está discutiendo y me parece alarmante. La experiencia del populismo a nivel internacional, se apoya en quienes están siendo castigados en el mercado laboral, sobre todo por el progreso tecnológico. Viven muchos años de empleos muy precarios, de inestabilidad de ingresos, y terminan pateando el tablero, eligiendo líderes con soluciones facilistas que terminan atropellando pilares básicos de lo que ha sido la prosperidad para la mayoría de la población. En Uruguay nos tenemos que anticipar a esos procesos. Hay un rol no solo del Estado, sino del sector privado y un desafío de asociaciones público-privadas para formación permanente de lo que las empresas requieren en esta nueva dinámica.

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