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La sorpresa por el aún alto uso de efectivo y la desmaterialización de los bancos, según ejecutivo de Citi

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Andres Wolberg Stok, jefe de Política Digital de Citi Global Consumer Banking. Foto: Ricardo Figueredo

ENTREVISTA

El jefe de Política Digital para la División de Banca Consumo de Citi, Andrés Wolberg-Stok estuvo en Uruguay en el Punta Tech. Con El País habló del uso del efectivo y el futuro de los bancos.

Andrés Wolberg-Stok es el jefe de Política Digital para la división de Banca Consumo Global de Citi, banco en el que está desde el año 2000- Previamente trabajó en una fintech. Fue el fundador de Citi FinTech, una unidad creada para encabezar la transformación del banco centrada en los dispositivos móviles. Tiene una maestría en comunicaciones de la Universidad de Leicester y fue uno de los panelistas del Punta Tech Meetup 2020. Lo que sigue es la entrevista que mantuvo con El País.

-¿Cómo es pasar de una fintech a un banco?

-Me uní a Citi desde una fintech de la primera generación, de la época de la burbuja de las “punto com”. Una buena parte de lo que intentaban hacer las fintech de la primera hora, es bastante parecido a lo que ha estado pasando en los últimos años. Siempre estaba esa idea de pensar en la experiencia del usuario, que para los bancos era más difícil porque estaban cargando la mochila tecnológica de los grandes sistemas para el 99% de las operaciones. En esa época había un gran impulso por parte de las fintech de des-intermediar a los bancos y ocupar un lugar que parecía estar disponible, una cuestión más competitiva que colaborativa. Ahí empezó la dialéctica fintech-bancos hace siete años y ha evolucionado mucho en el mundo. La mayoría de los que ingresaron en el mercado van a intentar colaborar con los bancos porque hay una gran complementariedad: del lado de las fintech en mejorar la experiencia del usuario y desarrollar cosas muy rápidamente y por parte de los bancos la escala, la marca, la trayectoria. La otra forma es lo que se llaman los neobancos. En Europa occidental hay unos cuantos que apuestan a algo diferente: entrar en el mismo segmento, con el mismo tipo de productos pero con una base de costos muy diferentes, porque en vez de arrastrar capas geológicas de sistemas que cuesta mucho mantener, empiezan de cero y nacen con todas las tecnologías en la nube. En Reino Unido, donde hay varios de estos neobancos, la cantidad de usuarios ha crecido bastante, pero estos usuarios siguen aferrados a su banco de siempre y usan un poquito el neobanco, pero no hay una migración masiva. Es algo que va a tomar tiempo y durante ese tiempo, obviamente que los bancos no se quedan sentados.

-¿Qué implica estar del lado del banco, aportar la visión desde afuera o adaptarse al banco?

-Tenés que adaptarte a lo que es un banco, porque un banco es muy grande, es una estructura súper regulada por razones lógicas y válidas y de tiempos diferentes. El startup en el que estaba antes de Citi giraba en el sillón y decía: esta parte de la pantalla hagámosla así y una hora más tarde estaba. Eso traducido a la escala de un banco, es algo que es mucho menos rápido. Asimismo los procesos de calidad, pruebas, son completamente diferentes. Es valioso para los bancos traer talento de afuera, ya sea de fintech o de grandes empresas de tecnología, porque traen una perspectiva diferente y una pregunta constante de “¿por qué no?” que pone a prueba cosas que se dan por ciertas. Con todo el esfuerzo que los bancos hemos estado poniendo en cambiar el relacionamiento con los clientes y crear cosas nuevas que estén a la altura de lo que son las experiencias digitales de los usuarios en otros terrenos, ha empezado a darse vuelta el iceberg. A medida que las empresas de tecnología empiezan a escarbar más en el mundo financiero, buscan gente capaz de pensar como ellos pero ya con la experiencia del mundo financiero. Ahora los bancos han aprendido a trabajar a la velocidad digital.

-¿Cómo ve el rol de las bigtechs (Amazon, Google, Facebook, Apple) en las finanzas?

-Hay un desplazamiento del foco de “vienen las fintechs y van a tratar de des-intermediar a los bancos” hacia “vienen las bigtechs y van a tratar de des-intermediar a los bancos”. Pero, las bigtechs también entienden -por su tamaño, su estructura, por el cuidado reputacional- que tienen que ser muy cautelosas a la hora de explorar donde pueden empezar a trabajar con bancos o de recoger beneficios del universo financiero sin cruzar la delgada línea roja que los haría sujeto a regulación financiera. Porque eso sería una estantería que les caería encima llena de obligaciones, cargas y costos gigantescos. Es un ingreso muy cuidadoso el que están haciendo. Los reguladores a nivel global tienen la mirada puesta en este tema claramente, ven que hay un crecimiento en la participación de las bigtechs en los servicios financieros y también entienden que las cosas podrían cambiar en forma bastante rápida pero que no saben cómo hacer hoy para ver venir ese punto de inflexión si es que lo hubiera. Entonces debaten qué tipo de datos tiene sentido mirar para entender cuándo está empezando a crecer y generar algún tipo de riesgo potencial del sistema financiero.

Centro logístico con cajas de Amazon. Foto: Archivo El País.
Centro logístico con cajas de Amazon. Foto: Archivo El País.

-La regulación suele ir detrás de esas innovaciones financieras.

-Absolutamente. En este caso los reguladores entienden que eso no es una manera de actuar que sea prudente después de la crisis de 2008-2009. De todas maneras, creo que todo el mundo está más consciente hoy en día, incluidas las bigtechs. Citi y Google anunciaron hace pocas semanas la firma de un acuerdo bajo el cual Google, a través de Google Pay, va a ofrecer cuentas motorizadas por la marca de Citi. Es un ejemplo de lo que puede empezar a ser el futuro. Estamos viendo a lo largo de los últimos años la desmaterialización de la banca. Hace décadas había que ir hacia la sucursal sí o sí, después vino el cajero automático, después la banca on line, después el teléfono celular y finalmente en la muñeca: Citi fue el primero en lanzar una aplicación para el Apple watch. El paso siguiente en la proximidad es la desmaterialización, que se empiece a presentar la transacción para el usuario donde está, que no tenga que ir a un lugar físico o digital que lleva la marca del banco, si no que empiece a encontrar al banco en el momento en que paga en otro sitio, en el momento en que está compartiendo la cuenta de una cena con amigos.

-¿Cómo ve el entorno para las fintech en América Latina?

-América Latina es un semillero de talento digital, comparable en muchos aspectos con el sudeste asiático. Se que Uruguay tiene buena fama, merecida, de plantar ya en los jóvenes educación tecnológica y de ser muy competitivo en el desarrollo de software. Además, hay mercados de escala considerable donde podés imaginar que las semillas que plantás se transformen en fintechs de gran tamaño. México tiene un mercado extraordinario y en otros rubros, hay empresas de desarrollo de software, de comercio electrónico que han alcanzado escala global. La cuestión a examinar sería si en América Latina existen los marcos de estabilidad jurídica, regulación moderna, que permite que por ejemplo Singapur esté a la cabeza de muchas cosas.

-El dinero físico todavía sigue siendo mayoritario en varios países, pero ¿va camino a su desaparición?

-A la larga sí, no tengo ninguna duda. Digo a la larga porque cuando se miran las estadísticas, todavía es sorprendente cuánto se usa en general. En Alemania se usa mucho más el efectivo que en China, donde podés pasar meses sin ver un billete. En Estados Unidos todavía se usa bastante el cheque. El dinero físico tiene un costo de producción y mantenimiento que es alto y el anonimato. El día que las monedas digitales adquieran escala puede ser una cosa hiper nominativa, en la que no solamente el banco central puede ver el recorrido de cada unidad de moneda si no qué pasa con cada usuario. Una de las razones que dio la Reserva Federal para decir que no va a pasar demasiado tiempo mirando la idea de un cripto dólar, es por lo que implica en privacidad. Puede tener unas implicancias que la sociedad no esté dispuesta a aceptar por ahora.

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