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¿Por qué la recuperación del crecimiento económico necesita de la inversión extranjera?

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Cosechadora de granos. Foto: Reuters

TEMA DE ANÁLISIS

Los economistas Horacio Bafico y Gustavo Michelin analizan lo que debe pasar para que se pueda retomar el crecimiento económico.

La economía uruguaya muestra una marcada desaceleración desde el año 2014, dejando atrás una década de fuerte crecimiento. El pequeño tamaño del país lleva a que la evolución del nivel de actividad tenga un contacto muy estrecho con lo que sucede en el exterior. Cuando se habla de crecimiento, un factor explicativo esencial es el ingreso de capitales para financiar la inversión. El capital recibido desde el exterior jugó un papel muy importante en las tasas de crecimiento entre 2003 y 2014 que se ubicaron en un promedio de 5,4% anual.

Buena parte del crecimiento experimentado entre 2003 y 2014 fue financiado con capitales provenientes desde el exterior que vieron en aquellos años probabilidades de rentabilidad atractivas en nuestro país. Las plantas de celulosa, la energía eólica, la revolución agrícola, las comunicaciones, la logística, la agroindustria y el turismo son algunos de los sectores que recibieron flujos de Inversión Extranjera Directa (IED) que posibilitaron su desarrollo y los catapultaron como puntales del crecimiento en aquellos años.

De esta forma, el crecimiento de la economía está indisolublemente ligado a la inversión, y esta, en los últimos años, estuvo muy menguada, totalmente a tono con el ritmo de marcha que mostró la actividad. En particular, para un país pequeño y con escaso ahorro interno como el nuestro, la inversión que proviene desde el exterior es clave y en los últimos años los flujos se revirtieron.

La buena noticia, pensando en el futuro, es que aparecen proyectos de gran envergadura en el horizonte de tiempo cercano, los que pueden revertir claramente esta tendencia. Se trata de la construcción de la tercera planta de celulosa y las obras de infraestructura asociadas, concretamente el Ferrocarril Central y obras en el puerto de Montevideo.

Pueblo Centenario, lugar en el que se realizará la nueva planta de UPM. Foto. Fernando Ponzetto
Pueblo Centenario, lugar en el que se realizará la nueva planta de UPM. Foto. Fernando Ponzetto

Todo esto tendrá un impacto directo en la economía, que dará oxígeno a las próximas autoridades, pero se trata de un impulso por una sola vez. El desafío a futuro es mantener en alto los flujos de inversión.

El ingreso de capital al país tiene diferentes modalidades y obviamente procedencias. A lo largo del tiempo la inversión se va acumulando, en un proceso que involucra las utilidades que generan esas inversiones y la forma en que eventualmente se reinvierten en nuestra economía.

La importancia que esos flujos tienen sobre la economía uruguaya es mucha. De acuerdo al último informe sobre Posición de Inversión Internacional neta (PII) al segundo semestre del presente año, el stock de IED en nuestra economía ascendió a US$ 48.816 millones, equivalente al 85% del PIB. Este porcentaje fue creciendo a lo largo del tiempo ya que a fines de 2011 se situaba en el 73%.

Así como los extranjeros invierten en nuestro país, los uruguayos también lo hacen en el exterior. El stock de activos de inversión directa en el exterior que pertenece a uruguayos al segundo semestre del presente año ascendió a US$ 27.032 millones. Al igual que en el caso de la inversión recibida, el stock fue creciendo a lo largo del tiempo, y la variación absoluta fue similar en ambos casos.

Desde el punto de vista del crecimiento económico, lo más relevante es captar el mayor flujo neto posible de IED. Lamentablemente, desde 2014 a la fecha, coincidiendo con el descenso de la inversión global en la economía, el saldo neto de inversión directa en Uruguay se redujo en US$ 4.589 millones. Ello es el resultado de un incremento de activos externos en manos de nacionales superior a la inversión de extranjeros en el país, que fue positiva en esos años en casi US$ 4.000 millones.

Estos números pueden resultar confusos, ya que por un lado la inversión total en el país cayó, pero el stock de IED aumentó, aunque también lo hizo, y en mayor medida, la inversión de uruguayos en el exterior.

Los datos que estamos manejando incluyen las inversiones realizadas por sociedades dedicadas principalmente a la compraventa. Se trata de actividades que se concretan desde el territorio nacional, pero que no se materializan en el mismo.

Si se excluyen esas actividades, el stock de inversión extranjera en el país desde 2014 apenas aumentó en US$ 152 millones, en tanto que las compras de uruguayos en el exterior aumentaron en US$ 3.540 millones. Estos números están más a tono con el desempeño global de la inversión en los últimos años.

Este escaso dinamismo de la inversión incidió en el magro desempeño de la economía, que en los últimos años mostró un déficit creciente en las cuentas públicas. El informe de PII también nos cuenta sobre la inversión en cartera, que está muy relacionada al financiamiento del déficit del sector público.

El stock de títulos de deuda, emitidos fundamentalmente por el gobierno uruguayo en poder de no residentes asciende a US$ 16.432 millones. Por su parte, el stock de activos financieros externos en poder de residentes uruguayos viene cayendo y totaliza US$ 9.490 millones.

Por su parte, los préstamos netos que recibió la economía ascienden a US$ 7.800 millones al tiempo que los depósitos de no residentes en el sistema bancario local se sitúan en torno a los US$ 3.000 millones, nivel que mantienen desde el blanqueo que decretó el gobierno argentino en el año 2017.

El resultado neto de todas estas partidas es una posición negativa, es decir deudora, de los residentes uruguayos frente al resto del mundo en US$ 14.649 millones. Es normal que ello suceda dada la necesidad de fondos externos para financiar el crecimiento. Pero si comparamos respecto al cierre del año 2014, se observa una mejora de casi US$ 3.000 millones. Básicamente por el incremento de los activos externos asociados a las mayores inversiones de uruguayos en el exterior. Generar las condiciones de rentabilidad para que tanto residentes y no residentes vuelvan a invertir sostenidamente en el país es el gran desafío que tendrán las próximas autoridades.

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