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¿Qué problema puede hacer que Uruguay sea “cada vez más caro e inviable”?

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Capacitación: es lo otro que desvela a Otegui. Foto: archivo El País

Entrevista a Ignacio Otegui

En octubre y tras 25 años como presidente de la Cámara de la Construcción, Ignacio Otegui dio un paso al costa. La situación del sector, la importancia del proyecto de UPM, la vivienda social, la baja productividad, el relacionamiento con el sindicato y más en entrevista con El País.

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Más de un tercio de su vida lo pasó como presidente de la Cámara de la Construcción. Pero, en 2016 tras sufrir un ACV, Ignacio Otegui entendió que debía dar un paso al costado, aunque le llevó más de un año procesarlo. A fines de octubre pasado dejó el cargo y mirando en retrospectiva cree haber cumplido con los objetivos que se planteó en 1993.

“Me voy tranquilo y satisfecho. Hoy tenemos cuatro veces más socios. La cámara tiene un buen patrimonio, y le dimos trascendencia al trabajo de los profesionales que elaboran información confiable y fidedigna sobre el sector”, repasó en diálogo con El País. También sostuvo que dejó “una industria en paz y trabajando”, ya que recién abandonó la presidencia de la gremial cuando se acordó el convenio salarial que regirá hasta abril de 2020 -“si tenía que comerme un lío, me lo iba a comer yo”-.

Pese a este “proceso de retiro parcial” según sus palabras, continuará con “una actividad razonable” en sus empresas porque “a la industria la quiero, no me voy a retirar nunca del todo”.

En la entrevista, Otegui habló de la particular relación que mantuvo durante estos años con el Sunca (sindicato de la construcción), de la precandidatura de Óscar Andrade (ver aparte), del problema “clave” que sufre el país con la baja productividad, y la importancia de capacitar a los trabajadores en un mundo tecnológico. A continuación, un resumen de la misma:

-¿Cómo cerró la industria en 2018 y qué panorama le espera para 2019?

-El 2018 cerró como habíamos previsto, sin cambios radicales. Respecto a 2017 tendremos una pequeña baja pero no relevante. El 2019 creo será un año muy parecido, no creo que haya cambios relevantes. El escenario para 2020 sí puede ser diferente: si hay UPM (la segunda planta en Paso de los Toros) va a haber una industria con leve incremento, y si no hay -lo que es probable porque yo no doy por hecho nada- el año que viene puede haber un escenario de caída y en 2020 más fuerza. Con esto quiero decir, estamos con 46.000 obreros, si hay UPM en 2020 vamos a tener arriba de 50.000 y si no hay vamos a estar en torno a los 40.000.

-¿Cómo avanza la concreción de las obras por Participación Público-Privada (PPP)?

-Las PPP han demorado más tiempo de lo que me imaginaba. Hacemos un seguimiento de todas las PPP y estamos incorporando en 2019 tres obras, que creo son las que se pueden empezar y van a tomar una cantidad determinada de trabajadores. Eso no va a hacer que la industria crezca, podrán agregar 1.000 puestos de trabajo pero no cambia la aguja, para que cambie tiene que venir una inversión fuerte de algún sector que puede ser UPM o como fue en su momento los parques eólicos que tenían 400 trabajadores cada uno.

“Se llegó al límite de lo que podía construirse en Montevideo, habrá una lentitud”

Presidente de la Cámara de la Construcción, José Ignacio Otegui. Foto: Archivo El País
Ignacio Otegui

-¿Ve alguna oportunidad de inversión de ese tipo en el mediano plazo?

-No. Creo que la industria ya dejó atrás el momento máximo, que fue cuando se hizo Montes del Plata y no creo que se llegue ni cerca a esos números.

-¿Qué evaluación hace del programa de vivienda de interés social del gobierno? ¿Los últimos cambios afectaron la inversión?

-Creo que el Poder Ejecutivo se equivocó en los cambios a la vivienda de interés social, yo no los hubiera hecho. Igual tengo la impresión que se llegó un poco al límite de lo que se podía construir en Montevideo y es probable que haya lentitud en largar nuevos proyectos. La vivienda llegó a ser el 12% de la actividad de la industria y en 2018 cerró en 22% o 23%; estamos mejor que hace dos años aunque lejos del 34% que era cuando empezó la vivienda de interés social, son ciclos.

Ignacio Otegui. Foto: archivo El País
Ignacio Otegui. Foto: archivo El País

-¿Qué tanto ha afectado en la captación de inversiones el cambio que hizo Uruguay adoptando estándares internacionales de transparencia y de lucha contra el lavado?

-Creo que han complicado un poco, pero en definitiva en el mundo son los caminos que se están siguiendo, no es Uruguay solo. Lo que a uno le da un poco de fastidio es que los países ricos tienen sus zonas de influencia que no las tocan y a los demás nos exigen, la pregunta que uno se hace es por qué no le toca a todo el mundo.

-¿Una buena parte de las construcciones de Punta del Este se hizo con dinero no declarado de argentinos?

-Como me dijo una vez un empresario de mucho fuste: los argentinos nacen, se crían, florecen y se mueren en un país en que tienen que esconder todo. Con esto te digo que no me extrañaría que toda la plata que vino acá sea sacada del circuito económico argentino, pero es el cambio chico. Si me gusta o no me gusta es un dato. Plata sucia, declarada o no declarada, mientras cumpla con las normas uruguayas a mi plin (sic), lo que hacen del otro lado de la frontera no estoy en condiciones de manejarlo, deben cumplir las normas nuestras y punto.

-¿Por qué ha insistido en que se estudien a fondo los problemas de productividad?

-Porque es un tema no menor, que venimos trabajando con el Centro de Estudios Económicos de la Industria de la Construcción (Ceeic) y creemos es un tema central. Uruguay tiene un problema en la productividad en términos generales y si no le ponemos cabeza, estudio y conocimiento, el país va a terminar siendo cada vez más caro e inviable. Debemos encontrar una salida equilibrada a los temas de productividad, que no es solamente lo que rinde un trabajador, es cómo se organiza una obra en toda su estructura. Si no logramos poner cabeza en ese tema, la industria del Uruguay va a tener problemas más severos de lo que ha tenido hasta ahora. Estamos utilizando el BIM -sigla en inglés que refiere al sistema de modelado de información para la edificación, que gestiona datos de las obras utilizando un software para detectar errores en el proceso- porque estamos convencidos que es bueno, que analiza y ordena la productividad de toda la cadena que incide en una obra, desde el arquitecto o el ingeniero hasta el último peón. Porque toda la estructura incide en el precio final y un error se traslada al siguiente y al siguiente, y al final eso va contra el precio del producto. Es una pelota a la que todos le sacamos el cuerpo y le echamos la culpa al otro, pero la cámara tiene claro que es un problema, que no quiere pasarle la pelota a otro, sino que quiere analizarlo, estudiarlo y encontrar soluciones razonables.

-¿Qué explicación encuentra a que los empresarios de la construcción hayan invertido más en tecnología y la productividad descienda?

-Si no hubiéramos invertido en tecnología hoy la industria estaba paralizada. Lo que hicimos fue sustituir horas hombre por equipos y tecnología, porque es lo primero que le tengo que recomendar a mi empresario. Eso ocurre en todo el mundo, la primera reacción del empresario es invertir en lo que puede manejar, una maquina la puede manejar y un obrero no. En todo caso, visto el problema y visto el tema de fondo, hay que ver si encontramos los mecanismos para articular toda esa cadena de gente que interviene en la producción para ajustarla y mejorarla, y tener una mejor productividad. No es un problema de solución simple, porque tienen que ver el Estado, sus políticas, los empresarios, sus inversiones, los profesionales que trabajan para nosotros y los trabajadores. Toda esa cadena tiene incidencia negativa en la productividad y el que crea que no es parte del problema se equivoca.

-¿Esos problemas en la productividad son los que hacen que Uruguay sea un país caro?

-Sí, sin ninguna duda. No es el único motivo, los impuestos son una cosa importante, los combustibles y la energía eléctrica también. Tenés una serie de cosas que no manejan los empresarios ni el trabajador, el precio no lo fijamos nosotros sino un monopolio que en general está en manos del Estado y sus valores son altos en términos comparativos a nivel regional.

-¿Cómo ve el nivel de capacitación de los empleados de la industria?

-Es un área que me preocupa. Los cambios tecnológicos que vienen de la mano de la incorporación de nuevas tecnologías y equipamientos te obligan a capacitar a la gente de forma continua. Eso vino para quedarse. Nosotros llegamos en el Fondo de Capacitación de la Construcción (Focap) a capacitar a 10.000 trabajadores desde que se creó, no es un número menor pero es insuficiente. Tenemos que llegar a 2.500 trabajadores por año como base, este año fueron 1.700. La industria tiene la fortaleza para poder seguir todos sus programas con o sin la ayuda del Estado. Prefiero tenerla pero necesito que la industria sea activa en generar capacitación. Se ha invertido unos US$ 1.900 millones en equipos, tecnología y nueva maquinaria en los últimos 12 años, si no capacito a 2.000 trabajadores por año a esos equipos nadie los va a saber manejar, nadie va a poder aplicar las nuevas tecnologías con rapidez.

-¿Cómo observa al empresariado uruguayo? Richard Read dijo que está en vías de extinción.

-Ahí tengo discrepancias con Richard Read, que es un tipo que respeto. Creo que el empresariado uruguayo no está en vía de extinción. Hay menos empresarios que antes, hay una generación joven de tipos dinámicos que tienen rubros nuevos que están manejando, es lo que percibo en la construcción, y son tipos que van a dar una razonable batalla para mantener sus empresas activas. Lo que sí hay es un cambio en las empresas. El mundo actual es dinámico, cambiante y los nuevos mecanismos vinculados a la tecnología abren campos nuevos continuamente.

Una huelga histórica y el doble rol de Andrade

“Construimos una relación diferente al resto con el sindicato”

-A los pocos meses de asumir al frente de la Cámara de la Construcción, en mayo de 1993, hubo una huelga importante del sindicato. ¿Qué enseñanza dejó hacia adelante?

-Fue una huelga severa. Pero nos dejó un aprendizaje reciproco a todos, porque las empresas sufrimos pérdidas muy importantes, también los clientes y los trabajadores, no ganó nadie cuando pasamos raya. Fue la huelga tal vez más severa en la historia de la industria. Una de las cosas con las que se terminó la huelga, fue firmar un convenio razonable e incorporar la creación de los fondos sociales, que fue una apuesta a tener un relacionamiento diferente hacia el futuro. Con el presidente del Sunca de la época resolvimos ese artículo y cuando lo traje a la Cámara me mandaron a freír papas y a ellos en la asamblea también. Hoy mirás los fondos sociales y tienen una presencia importante y trascendente. Tres sectores más han querido hacer lo mismo y lo han tratado de armar, pero lleva tiempo. A nosotros los fondos sociales nos obligaron a dialogar (con el sindicato) y eso creo ha dado buenos resultados.

-¿La construcción funciona como una isla en el relacionamiento sindical?

-Ha sido una lógica de funcionamiento que hemos armado nosotros. Tengo la impresión que es difícil encontrar otro sector con el grado de relacionamiento que tenemos. Pero hay cosas en que nos ponemos de acuerdo y otras que no. Yo priorizo y trabajo sobre las bases de acuerdo y no negocio las cosas con las que no estoy de acuerdo, y hemos aprendido a dejarlas de lado los dos, sino no hay forma de manejar esto. No me gusta compararme con nadie, aunque tengo la impresión que somos diferentes, que hemos logrado construir una situación diferente al resto de las industrias o del comercio, pero cada uno debe armar su propio camino.

-Hay quienes dicen que en la construcción se acuerdan fácil los salarios porque luego se traslada el aumento a los costos de la obra pública. ¿Qué responde?

-La obra pública es el 35%, así que no pierdan el sueño. Además, tengo un decreto que dice que si doy un peso por arriba de las pautas del Ejecutivo no puedo pasarlo a precios. Eso que dicen es un cuento, porque esa es la realidad que tengo hoy y tuve en los dos gobiernos anteriores, porque Tabaré Vázquez arrancó su gobierno sacando ese decreto. Y no me molesta, porque nosotros nunca acordamos porque pensamos que podríamos joder al cliente.

-Durante muchos años negoció con Óscar Andrade. ¿Cómo ve su precandidatura?

-Primero, Andrade es un episodio en el Sunca, es el episodio actual, pero yo he negociado con tres delegaciones diferentes. Las personas tenemos una vida útil en las gremiales o sindicatos. Hubiera preferido que Andrade no fuera precandidato a la presidencia, o si quería agarrarlo hubiera dejado la secretaría general del Sunca, habría sido lo más amable con todos. De la misma forma que Carolina Cosse después que fue nombrada como precandidata debería haber dejado el Ministerio (de Industria) y lo mismo el intendente de Montevideo (Daniel Martínez). Cuando querés hacer política tenés derecho a hacerlo y dedicarte a eso, pero el doble rol es peligroso y es un error que ocurra.

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