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Paraná Bravo y Martín García aterrados

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Todos preocupados por limitación de calados aun con enorme creciente.

Están corriendo horas de peligro comercial para Nueva Palmira por si nos faltaran problemas externos, porque ahora no sólo no tenemos disponible el canal Martín García, prácticamente limitado por excesiva sedimentación, sino que la alternativa que nos quedaba, el brazo argentino del Paraná Bravo que nos conecta con el Mitre y nos da salida al Río de la Plata, no funciona por estos días por falta de agua para los barcos cargados en N. Palmira a más de 28 pies cuando debieramos tener allí 34 pies.

Al menos pagamos nuestra cuota anual para que se nos drague ese brazo. Así como están las cosas no se puede pensar en otra realidad que la que muestran los hechos: Nueva Palmira está sufriendo, sin quererlo nadie, una suerte de trancadera que hace ineficiente a sus terminales porque debe bajar el tonelaje de carga de los barcos a 28 pies para poder salir por el Paraná Bravo, cuando en realidad las tres terminales están capacitadas para cargar los barcos ilimitadamente de tonelajes.

Esto representa pérdida para Nueva Palmira y sobre todo para los cargadores que ven reducidos sus tonelajes cargados aunque estén solventando el mismo flete, o sea que están pagando por cinco o seis mil toneladas que no están.

Vamos a decirlo de otra forma: los canales Martín García por el sur y Paraná Bravo por el norte, dadas sus condiciones físicas, están siendo inaccesibles a los barcos que pretendan cargar a 34 pies y de hecho afectan a nuestro puerto litoraleño que nunca deja de estar en la mira de otros.

Hoy peligro.

Pero vayamos por partes. El hecho de hoy es realmente alarmante: los canales de navegación se han anegado de barro a causa de los enormes aluviones que se han registrado en los últimos meses. Esto es válido para los ríos Paraná, Paraguay e incluso para el río Uruguay, que de hecho ha perdido cuanto ha dragado en los últimos meses en esfuerzos combinados entre ambos países. Estos ríos se han desbordado y también trajeron barro. No queremos agregar tintes dramáticos al tema, pero nos ponemos en los zapatos de los prácticos, los capitanes de los barcos, los desarmadores y los operadores de las terminales que llevan invertidos miles de millones de dólares y no quieren arriesgar vidas ni tampoco bienes, y piden, con toda razón, vías navegables seguras ya, o sea dragar y balizar cuanto antes.

Deseamos y apelamos a la mejora de las relaciones con el actual gobierno argentino de Mauricio Macri, pero no dejamos de reconocer que los intereses económicos argentinos son fuertes y poderosos. La Argentina es 10 o 12 veces mayor que nosotros, y sin dudas que llegará a ser, cuando todo se normalice allí, 20 veces más fuerte económicamente que nosotros. Pero Uruguay debe pesar en la balanza. Los hombres de negocios piensan en sus negocios y los políticos prestan atención a los hombres de negocios, así que no hay soluciones fáciles. Pero los canales Martín García y Paraná Bravo casualmente son asuntos que atañen severamente al comercio exterior y marítimo de ambos países, y sus dificultades deben resolverse según la tradición universal en términos perentorios. Los barcos y los puertos no son tomadores de sus condiciones físicas o de sus infraestructuras. Trabajan contra el tiempo. Recordemos aquel viejo refrán romano de Pompeyo: navigare necesse, vivire non est necesse. El barco pese a todo debe navegar siempre.

El Paraná Bravo es un brazo corto que desemboca en el río Uruguay casi frente a Nueva Palmira, pero nos consta que es profundo. Por aquí los barcos cargados en Nueva Palmira con más de 33 pies optan la salida por este brazo y no por el Martín García a menor profundidad, un poco más de 32 pies. Los aluviones que se han producido en los últimos meses desde el año pasado, han anegado de barro esas dos vías e incluso, como ya expusimos antes, también el río Uruguay.

Alarmante.

Con todos estos problemas los barcos están saliendo con lo que hay por el Paraná Bravo a 8.60 y por el Martín García a menos de 28 pies, y si bien hay protestas en los ámbitos de los cargadores seguimos operando bajo este rigor. Pero el panorama sorprendente que tenemos ahora es que el P. Bravo y el M. García, ambos a menos de 28 pies, presentan una realidad que asusta, y es que en estos momentos tenemos a nuestro favor que las aguas han crecido en ambos ríos cerca de dos metros, o sea unos siete pies más de agua de lo normal, por lo tanto presumimos que con estos números, cuando los barcos bajen, no pasará ninguno cargado, apenas los vacíos. Este es un mal panorama si es cierto cuanto nos han dicho los prácticos de ambos países, porque podría ocurrir que Nueva Palmira quedase bloqueado.

Hace días, semanas, meses que estamos negociando el redragado del Martín García bajo la sospecha de que se estaba en un aterramiento superior a los dos millones de metros cúbicos, pero los chinos habrían informado que este aterramiento está por encima de los cuatro millones de m3. Lo mejor que podemos decir ahora es que ya no tenemos tiempo de pensar, y pedirles a los chinos que traigan ya una draga más grande, poner manos a la obra y pagar lo que cueste. En cuanto al Paraná Bravo -en el que nos cobran peaje por su dragado y está en aguas argentinas- nos dicen que la mayor carencia de agua o aterramiento se encuentra casi a la salida al río Uruguay frente a Nueva Palmira, y que sería conveniente correr dos o tres boyas para mejorar la situación. Pero los hechos son los hechos, hay que dragar lo que sea necesario. Son problemas permanentes, de constante negociación y con las dificultades de siempre. Y nosotros escribiendo lo mismo de siempre desde hace años. Lo curioso es que con los anteriores dragadores que hacían el mantenimiento no tuvimos problemas durante quince años.

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Un capesize navegando por el Martín García. Foto: Archivo El País

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