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¿Qué lecciones puede aprender el Mercosur del proceso del Brexit en la Unión Europea?

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Manifestación contra el Brexit en Londres. Foto: AFP

ANÁLISIS

Estudios recientes en economía política vinculan el auge de movimientos populistas y antiglobalización, con una mayor competencia en importaciones y otros fenómenos ligados a la globalización.

En junio de 2019, la Unión Europea (UE) y Mercosur llegaron a un pacto en materia comercial en el marco de un Acuerdo de Asociación. La perspectiva de un acuerdo comercial UE-Mercosur después de largas negociaciones es una buena noticia. Los economistas reconocen desde hace tiempo que el comercio internacional tiene efectos positivos netos sobre el bienestar agregado y el crecimiento económico. Además, si entra en vigor, el acuerdo generará grandes oportunidades para exportadores e inversores a ambos lados del Atlántico.

También es un acontecimiento positivo en el contexto de una economía mundial cada vez más polarizada, donde el proteccionismo económico, el surgimiento de partidos anti-globalización, la retirada unilateral de importantes países de las instituciones internacionales y las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y China han debilitado el compromiso de gobernanza global.

Sin embargo, también sabemos que el comercio internacional genera perdedores en los sectores expuestos al comercio. Los agravios económicos y sociales de quienes se sienten abandonados (left behind) y la reacción política a la globalización están ligados: los primeros son un factor importante de la creciente resistencia a la globalización.

La reacción antiglobalización permite extraer algunas conclusiones sobre los peligros de una liberalización descompensada. ¿Qué impulsa un mayor descontento con la globalización? Un elemento importante de la respuesta tiene que ver con quién gana y quién pierde con el comercio internacional. Una de las principales teorías del comercio internacional sostiene que el comercio beneficia al factor de producción abundante en una economía y perjudica al factor escaso.

En las economías desarrolladas, la mano de obra calificada y el capital tienden a ser factores abundantes de producción, razón por la cual se especializan en la producción y exportación de productos que requieren mano de obra más calificada e importan productos que requieren mano de obra menos calificada. Ello aumenta las rentas de los propietarios de capital y trabajadores calificados y disminuye las rentas de los terratenientes o de los trabajadores menos calificados.

Esto también explica la postura proteccionista del sector agrícola en los países europeos y su oposición al acuerdo comercial UE-Mercosur. Dado que esto beneficia a los que se encuentran en el extremo superior de la distribución de ingresos, el comercio también ha aumentado la desigualdad salarial en las economías más ricas. Como era de esperar, los efectos distributivos del comercio en los países europeos tienen importantes consecuencias políticas. Estudios recientes en economía política vinculan el auge de movimientos populistas y antiglobalización como el Brexit en el Reino Unido o Donald Trump en los Estados Unidos, así como otros movimientos de extrema derecha en Europa, con una mayor competencia en importaciones y otros fenómenos ligados a la globalización.

Según estos estudios, el apoyo a los partidos radicales de derecha es más fuerte en las regiones europeas que enfrentan una mayor competencia comercial con China y otros países de bajos salarios. Del mismo modo, el apoyo al Brexit en el referéndum de 2016 fue mayor en zonas que estaban más expuestas a la competencia de las importaciones chinas. Otro elemento importante tiene que ver con que haya mecanismos de compensación para aquellos grupos afectados que mitiguen los efectos negativos derivados del comercio. El aumento de las importaciones chinas en EE.UU. a fines de la década de 1990 y principios de la de 2000, tras la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC), no vino acompañado de una expansión de los mecanismos de seguridad social.

Contenedores en puerto chino
Contenedores en puerto chino. Foto: Archivo

La experiencia del Reino Unido también sugiere que los perdedores no fueron compensados suficientemente. No porque no pudiera hacerlo: el Reino Unido tiene un estado de bienestar desarrollado con capacidad de movilizar recursos para grupos y regiones vulnerables. Compensar a los perdedores es particularmente importante porque se ha demostrado que los efectos del comercio en el mercado laboral local, en términos de salarios y niveles de desempleo, son muy persistentes.

Aunque otros factores como el cambio tecnológico importan, muchos economistas están de acuerdo en que la globalización es un factor cada vez más importante de la desigualdad de ingresos.

¿Qué significa esto para el Mercosur en el contexto de un acuerdo comercial con la UE? En los países de renta media del cono Sur, los propietarios de grandes superficies de cultivo o de pasto como Argentina (y en menor medida mano de obra poco calificada) tienden a ser el factor abundante de producción, lo cual explica que estas economías se especialicen en la producción y exportación de productos agrícolas o productos que requieren mano de obra menos calificada (manufacturas básicas).

La industria doméstica enfrentará una mayor competencia de importaciones por parte de las manufacturas europeas, que requieren mano de obra más calificada. En teoría, la ventaja comparativa de la región en productos que requieren mano de obra de baja calificación debería reducir los niveles de pobreza y de desigualdad dentro de los países de la región. En la práctica, aunque una mayor liberalización comercial ha ido acompañada de mejoras en los niveles de pobreza en muchas economías emergentes, la desigualdad de ingresos en los países de renta media de América Latina no solo no ha disminuido, sino que ha crecido como resultado de una mayor liberalización comercial.

También es probable que estos efectos se vean agravados por la ausencia de estados de bienestar fuertes en la región. Aunque países como Argentina, Brasil y Uruguay (y Chile) tienen estructuras de bienestar relativamente más desarrolladas que otros países de la región, tienden a excluir a partes importantes de la población activa.

¿Qué hacer al respecto? Compensar adecuadamente a los perdedores de la liberalización comercial es clave para un desarrollo sostenible e inclusivo. En la práctica, es difícil comprometerse a ello de manera creíble. Si bien los acuerdos comerciales necesitan el apoyo de los perdedores (así como de los ganadores), una vez aprobados, existen pocos incentivos para que la compensación sea efectiva.

Es más probable que estos esfuerzos sean más eficaces en el contexto de políticas generales del estado de bienestar, que garantizan el acceso a una compensación a grupos vulnerables con independencia de si pierden el trabajo debido al comercio.

Desde esta perspectiva, el acuerdo UE-Mercosur ofrece una oportunidad única para que los gobiernos del cono Sur complementen los acuerdos comerciales con redes de protección social ampliadas (seguro social y políticas activas de mercado laboral que capaciten a los trabajadores) que aborden los problemas económicos ligadas al comercio.

Vista aérea del puerto de Montevideo. Foto: Fernando Ponzetto
Vista aérea del puerto de Montevideo. Foto: Fernando Ponzetto

Se afirma que el acuerdo de asociación UE-Mercosur es un punto de partida para mayor cooperación a fin de fomentar valores comunes sobre los que construir gobernanza global. Son buenas noticias, pero reconocer la necesidad de gestionar la globalización a nivel nacional sigue siendo una tarea urgente.

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