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La idea que podría poner en funcionamiento el millonario horno que compró Sendic

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Minas tiene dos plantas cementeras, la de Ancap y la de la empresa privada Cementos Artigas. Foto: AFP.

ANCAP

Se trata de un proyecto del sindicato de la petrolera estatal que busca bajar la contaminación en conjunto con empresas privadas del sector.

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Uno de los gastos más polémicos que realizó Ancap bajo la administración de Raúl Sendic fue la compra de un horno cementero de US$ 80 millones para la planta de Paysandú. Más de cinco años después la infraestructura sigue sin instalarse porque la nueva administración de Marta Jara evalúa inviable invertir los US$ 100 millones que cuesta la puesta en funcionamiento.

Actualmente la Federación Ancap (sindicato de la petrolera estatal) trabaja en un proyecto general que permitiría usar ese horno para coprocesar residuos y bajar la contaminación.

La iniciativa de la que también participa Ancap, la Facultad de Química y el Ministerio de Industria, contempla utilizar los hornos cementeros de la estatal -tiene una subsidiaria en esa industria: Cementos del Plata- y de las firmas privadas del sector.

“Como funcionarios de Ancap, creemos que (el proyecto de coprocesamiento) es una oportunidad fundamental para agregar este aspecto a la valoración económica de la cementera de Paysandú”, expresó el dirigente de Fancap, Horacio Depratti.

“Es básicamente, usar como energía los residuos urbanos que se generan en el país”, explicó en el Parlamento y repasó que en Uruguay “ya hay algunos residuos que se utilizan (para generar energía), especialmente los líquidos, como por ejemplo aceites usados o la glicerina, y también se hace con algunos residuos sólidos como la biomasa, la cáscara de arroz o los neumáticos”.

Previo a explicar el proyecto de Fancap en la comparecencia ante la Comisión de Medio Ambiente del Senado, el sindicalista detalló el proceso de producción del cemento y reconoció que la industria “genera una contaminación por medio del CO2 (emisiones de dióxido de carbono)” y la utilización de combustibles fósiles (los más contaminantes). Según un estudio hecho hace unos años por científicos británicos y chinos, el 90% de las emisiones mundiales de CO2 en los procesos industriales derivan de la fabricación de cemento.

Previo a la molienda del cemento, se realiza un “proceso térmico” que “es donde se usa la mayor energía en las plantas” de producción, señaló Depratti.

Raúl Sendic. Foto: archivo El País.
Sendic compró un horno cementero de US$ 80 millones para la planta sanducera. Foto: Archivo

“Los desafíos que está teniendo la industria cementera a nivel mundial tienen que ver con reducir el impacto ambiental” en esa etapa y “una de las formas que se ha conseguido para ello es el coprocesamiento”, que el representante de Fancap definió como “un proceso productivo que demanda hoy cerca de 100 kilogramos de combustibles fósiles por tonelada de clinker (el principal componente del cemento portland) producida”.

Siguiendo con la explicación, sostuvo que “el coprocesamiento se relaciona con el hecho de quemar basura en los hornos cementeros, que llegan a alcanzar altas temperaturas, hasta 2.000º C en algunos puntos”. Agregó que “lo que se genera como ceniza de los residuos se mezcla con el clinker en un proceso químico y físico que hace que no quede ningún residuo de ceniza”, es decir que se concreta la liquidación de la basura.

Depratti destacó que usar este sistema “no aumenta (la contaminación) que ya genera la industria cementera”, pero tiene como resultado positivo la reducción de casi todo tipo de residuos a través de la quema. “Las cosas que no se pueden reciclar en Uruguay hoy día prácticamente terminan en los vertederos. Entonces, la industria cementera beneficiaría la no generación de mayores contaminaciones”, indicó el sindicalista en el Parlamento.

En definitiva, el coprocesamiento es usar los residuos como energía, y a diferencia de la incineración no produce cenizas. La propuesta de Fancap es comenzar a aplicarlo en Uruguay utilizando los hornos cementeros de Ancap (en Minas y Paysandú) y las empresas privadas del sector -las que producen localmente son Cementos Artigas con una planta en Minas, y la firma Cielo Azul instalada en Treinta y Tres-.

Ante la consulta de los legisladores, Depratti repasó el estado de situación: “Las cementeras que están en Minas, en la última inversión que se hizo, incorporaron este tipo de tecnología, que se llama el precalcinador -dentro del proceso del horno se tienen dos puntos de combustión, lo cual hace que las temperaturas se alcancen más rápido y sean mayores-. (La planta de) Paysandú estaría un poco más retrasada, pero los equipos que tiene comprados -si en algún momento se instalan- (en referencia al polémico horno comprado) ya tienen esta tecnología. Y la fábrica de Cielo Azul que se está instalando en Treinta y Tres también cuenta con esta tecnología”.

Pensando a futuro, porque reconoció hay “un camino bastante largo a transcurrir” para concretar una iniciativa de este tipo, el sindicalista dijo que se deberá trabajar en conjunto con las intendencias -algunas tratan los residuos, pero otras los envían “a vertederos de cielo abierto, sin ningún tratamiento o cuidado”- y remató: “Minas y Treinta y Tres contarán con tres cementeras que les permitiría cumplir con todo lo que es la parte sur del país -allí se encuentra la mayor generación de residuos- y Paysandú, haciendo sus inversiones, haría lo propio con la parte norte”.

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