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CPA advierte por “riesgo de recesión”; sugiere cómo podría ser la reforma jubilatoria

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Especialistas de CPA Ferrere advirtieron por posible "riesgo de recesión" de la economía. Foto: El País

ECONOMÍA URUGUAYA

Déficit “gemelos” y sostenibilidad de la deuda comprometida, dejan ”poco margen” de maniobra.

Uruguay atraviesa una fase de desaceleración económica -en días se conocerá el dato de 2018, pero se estima que la actividad creció alrededor de 1,9% aunque seis décimas de ese crecimiento está explicado por el efecto de refinería de Ancap- y no se visualiza ningún elemento externo que ayude a impulsar la actividad. Por el contrario, además del “magro crecimiento” y probable estancamiento, un deterioro de la “turbulencia financiera” argentina podría llevar a Uruguay a un escenario con “riesgos de recesión”.

Este fue el panorama planteado por los economistas de CPA Ferrere, Gabriel Oddone y Alfonso Capurro, en la reunión de coyuntura que la firma brindó ayer en la que señalaron que Uruguay “encuentra un techo para su crecimiento” en ausencia de reformas relevantes.

A nivel internacional, Oddone planteó que el ciclo financiero se presenta como más benévolo (aunque más selectivo) para las economías de los países emergentes, puesto que tanto Estados Unidos como China y la Unión Europea se desaceleran.

Es por esto que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) anunció ayer que mantendrá las tasas de interés en 2,5%, descartó alzas para el año que viene y una pausa hasta el 2020 inclusive (ver nota aparte). Este escenario, según explicó Oddone, hace pensar que los países emergentes -y en especial los de la región- podrían beneficiarse de “cierta” calma financiera a principios del próximo año, con más flujos de capitales y por tanto, un dólar con menor impulso.

Sin embargo, el economista de CPA advirtió por la situación de Argentina y dijo que el riesgo para Uruguay “sigue siendo igual o más importante que el año pasado” porque existe la posibilidad de especular con una reestructura de la deuda pública. “La probabilidad de que se convierta en Grecia es muy alta. ¿Cuándo? No se sabe pero será un momento muy crucial”, indicó Oddone.

Explicó que el escenario argentino de baja actividad económica, de volatilidad financiera, de alta incertidumbre y de “algún fenómeno” sobre el tipo de cambio representa para Uruguay -con su bajo crecimiento económico proyectado- un riesgo porque lo acerca “peligrosamente” a un escenario de recesión. “Hoy Uruguay tiene un riesgo recesivo más alto que en los últimos años”, sentenció.

Desde CPA proyectan un crecimiento de 1,1% para este año y de 2% para 2020.

No obstante, según explicó Capurro, “hay algunos elementos exógenos que podrían mitigar ese crecimiento tan bajo y darle impulso al 2019”, tales como la concreción de obras de participación público-privada (PPP) viales, educativas y de infraestructura. “Si esas obras (como la del Ferrocarril Central) empiezan este segundo trimestre tal vez tengamos algunos mitigantes que amortigüen la desaceleración prevista”, comentó.

Desafíos

En relación a los desafíos que enfrenta el país, el economista Capurro dijo que el déficit fiscal sigue siendo el “mayor problema” macroeconómico -sin el efecto “cincuentones” se ubica en 4,3% del Producto Interno Bruto (PIB)-.

De cara al próximo gobierno, Capurro dijo que la situación de déficits gemelos (déficit fiscal y déficit de cuenta corriente) y la situación fiscal que compromete la sostenibilidad de la deuda a mediano plazo deberá ser atendido. Según manifestó, ambos problemas requieren corrección de políticas macroeconómicas que -en ausencia de reformas y dado el contexto global y regional- dejan al próximo gobierno con “poco margen de maniobra para ejecutar políticas anticíclicas para poder batallar el bajo crecimiento”, concluyó.

Asimismo, enfatizó en dos temas principales que deberán ser atendidos por el próximo gobierno: la recuperación de la consistencia macroeconómica y el impulso de una agenda de reformas de largo plazo que “están pendientes en Uruguay desde hace muchos años”.

Sobre el primer tema, el economista mencionó la necesidad de recomponer el ancla fiscal, restaurar la flexibilidad cambiaria y reducir las rigideces nominales (del mercado laboral).

Sobre el segundo, evaluó la necesidad de reformar el régimen previsional, promover mayor competencia en el sector no transable, seguir abriendo la economía, redefinir la inserción externa y modernizar el marco para la negociación colectiva.

En relación al régimen previsional, Capurro planteó la “necesidad” de pensar en dos tipos de reformas: paramétricas y estructurales con el objetivo de hacer sostenible el sistema.

Un tipo de reforma paramétrica podría implicar cambios en las tasas de aportes (aunque no es la más recomendable a nivel político), las tasas de reemplazo (porcentaje del salario que se paga como jubilación), la edad mínima de retiro, los años de aportes y la indexación al Índice Medio de Salarios del ajuste de las pasividades (esto requeriría una reforma constitucional).

La reforma estructural implicaría la creación de una figura que supervise al Banco de Previsión Social (BPS), la introducción de tablas de mortalidad más dinámicas y la posibilidad de sustituir el régimen de prestación definida (el que funciona actualmente) por un sistema de cuentas nocionales (donde la prestación es variable y está dada por la historia laboral, la masa salarial y la probabilidad de sobrevida al momento del retiro) como funciona el régimen de AFAP.

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