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Ahora ya es tiempo de buscar soluciones

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No echar más leña al fuego; el desafío es que ahora los gobiernos trabajen juntos.

A pesar de que nuestro presidente ya marcó su primer desacuerdo por causa de terceros con el recién electo presidente Macri, somos optimistas de que Argentina va a desarrollar de ahora en más con Uruguay una política de recuperación de relaciones.

Entendámonos: buenas relaciones. Con Argentina las tenemos, qué duda hay; los embajadores argentinos en Uruguay se han hartado de decirlo todos los días. Lo que sucede es que a lo largo de esta década en el marco de las relaciones formales, la Presidencia y el mando político argentino se ha manejado con Uruguay bajo confrontaciones técnicas, económicas, marítimas y portuarias, en su mayoría arbitrarias, sin el favor de la reflexión, casi siempre aplicando úcases que nos han venido causando daño.

Y la paradoja es que en estos diez años, ambos países, cada uno en su medida, pudimos habernos aprovechado mutuamente en los negocios, simplemente dejando actuar a los empresarios que a su iniciativa y visión los crean, los hacen y ganamos todos.

Lo podemos ver así: Uruguay por su dimensión económica jamás podrá afectar los intereses de Brasil, Argentina o Paraguay; al contrario, somos socios dentro de nuestras posibilidades en la región, no tenemos que subirnos a ningún estribo: ofrecemos servicios, hacemos logística de primer nivel, facilitamos los negocios, tenemos puertos eficientes con buena profundidad de aguas y, mejor aún, nuestros canales superan a los de Argentina en calado (ahora mismo los estamos optimizando y vamos a los 12,60 metros, ellos aún están en los 10,30 m).

Así que aspiramos a que de ahora en más, los presidentes Macri y Vázquez coincidan en trabajar juntos para cambiar esta indeseada situación de pérdida económica, y olvidarse de inflar globos políticos a favor de terceros. Sería de resultados positivos replantear y estudiar cada una de las decisiones argentinas que no han servido para nadie y van contra la práctica comercial.

Por ejemplo, el decreto 1108 es el monumento a la irracionalidad; no ha servido para nosotros, pero especialmente no ha servido para los propios argentinos a los que les ha provocado daños económicos, además de sobrecosto financiero. Nosotros no recibimos los transbordos, pero a ellos les ha encarecido las mercaderías con transporte y logística más costosos, llevando sus productos a niveles críticos de competencia en el mercado internacional.

Hay tres líneas navieras internacionales que van a utilizar un “feeder” común para levantar carga de la hidrovía en Rosario y Zárate para transbordar en Río Grande, con todos los costos que ello implica, cuando el transbordo podría hacerse desde Montevideo. Creemos que el D. 1108 va a desaparecer, es lo lógico.

Futuro.

Hay mucho para hacer en los canales de navegación del Río de la Plata, incluso con los que se acaban de proponer, como el Magdalena, así como mejorar y agrandar los amarraderos sobre el río Paraná para que sirvan a todos; obras de ensanche y enriquecimiento en los puertos litorales del río Uruguay para dar salida a la cuantiosa riqueza del interior, y en ello incluimos vías a sus puertos con profundidades razonables.

Éxitos.

Felizmente, un soplo de buen viento comenzó meses atrás, y así pudimos ir a un plan conjunto de dragados de canales y puertos en el río Uruguay, que va despacio pero va. Esto va a ser bueno para ambos litorales, y es una demostración de que la CARU ha estado trabajando en buena armonía, aunque sean los de más arriba quienes decidan.

Vale la pena destacar como un hecho de buena correspondencia y entendimiento, la recuperación del canal Martín García a sus 32 pies originales de profundidad y a su anchura, que en algunas partes había bajado de 100 a 40 metros, por falta de mantenimiento.

Pues bien, la CARU, luego de meses de negociaciones, logró impulsar y sensibilizar a sus gobernantes respectivos de que lo mejor era volver a contar con este canal, por lo que acordaron llamar a licitación internacional para el redragado; esto se está llevando a cabo en buena armonía y comprensión. Estas obras hay que hacerlas y no por razones políticas, sino porque la navegación internacional y el intercambio comercial lo necesitan.

Tenemos un tratado de la hidrovía, llamado Tratado de las Leñas, suscrito en 1992 en Mendoza, Argentina, del que todavía alguno de sus protocolos no han llegado a pie de muelle y los problemas continúan. Cada concesión, regulación u otorgamiento por acuerdo mutuo de las partes, es un embrollo, una disputa que no se puede seguir por el CIH, por las comisiones técnicas, políticas y por otras vías más altas.

Todavía no se autoriza la función de los prácticos uruguayos en el río Paraná, por lo tanto se hace inviable el transporte de nuestros barcos pues el costo del practicaje argentino se come todo el flete del transporte a Asunción, por ejemplo, aunque hay otras objeciones.

Así que es el momento de rever esta política de confrontaciones llevada por Argentina en base a decretos prohibitivos, vacía de objetivos para ambas partes, de la que son ajenos ambos pueblos; no es lo convencional ni lo natural entre países vecinos y hermanos. Para encontrar resultados diferentes, entonces, seamos creativos trabajando juntos.

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