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Argentina: la nueva meta de inflación y el triunfo "político"

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El presidente del BCRA perdió la pulseada y debió ceder. Foto: Archivo

CAMBIO ESTRATÉGICO DEL GOBIERNO DE MACRI

Objetivo menos ambicioso para cortar un circulo que afectaba la economía.

El gobierno de Mauricio Macri cerró el 2017 con un cambio estratégico clave para el rumbo de la economía argentina. Ante los efectos negativos que empezaban a evidenciarse sobre la actividad económica por las altas tasas de interés, la Casa Rosada decidió modificar las metas de inflación para permitir un relajamiento de la dura política monetaria que viene llevando adelante el Banco Central.

Con un objetivo de inflación que para 2018 será ahora del 15% —frente al 10% anterior—, el gobierno argentino se resignó a que el proceso de desaceleración en el incremento de los precios sea más lento a cambio de no ahogar el crecimiento de la economía.

Esta variante representa un triunfo del ala política del gobierno frente a la intransigencia que venía exhibiendo Federico Sturzenegger, titular del Banco Central. Las altas tasas de las Lebac, letras que emite la autoridad monetaria, se habían convertido en 2017 en un ríspido tema de debate al interior de la Casa Rosada.

Es que, con niveles cercanos al 29% anual frente a un crecimiento del dólar que el año pasado acumulaba hasta comienzos de diciembre apenas el 10%, las Lebac han venido ofreciendo rendimientos difíciles de obtener en el resto del mundo financiero.

Ese elevado nivel de tasas impulsa la llegada de inversiones meramente especulativas para posicionarse en pesos y, en consecuencia, provoca una apreciación de la moneda argentina frente al dólar, lo que le ha venido quitando competitividad a la economía.

En todo caso, las elevadas tasas fijadas por el Banco Central son el resultado del desacople entre metas de reducción de inflación muy ambiciosas en el corto plazo y la decisión política de disminuir en forma gradual el déficit fiscal.

En los últimos dos años, para financiar el rojo de las cuentas públicas, el gobierno nacional, sin contar a los provinciales, colocó deuda en los mercados internacionales por más de US$ 50.000 millones.

Para que ese ingreso de divisas no atrase más el tipo de cambio, el Banco Central debió emitir pesos y comprarle al Tesoro parte de los dólares que entraron por las emisiones de deuda. Pero, para que dicha colocación no impulse a la inflación, la autoridad monetaria debe retirar esos pesos del mercado mediante la oferta de Lebac con tasas elevadas.

Ese círculo vicioso es el que se busca cortar con la nueva estrategia. Con metas de inflación menos ambiciosas, las tasas de las Lebac tenderán a caer.

De hecho, tras el anuncio del 28 de diciembre pasado, el Banco Central forzó en el mercado secundario una fuerte baja de las tasas de interés de casi 400 puntos básicos.

"Si la política monetaria se mantenía demasiado rígida, hubiera afectado no solo al consumo, sino también el crédito a las empresas que necesitan capital de trabajo. No hubiera frenado el crecimiento, pero lo hubiera ralentizado", dijo a El País el economista Mariano Lamothe, director de la consultora Abeceb.

Además de la esperada baja en el costo del financiamiento para las pequeñas y medianas empresas, la reducción en las tasas de interés propiciaría que el valor del dólar acompañe más de cerca al ritmo de la inflación, a diferencia de lo que sucedió en los últimos dos años con la divisa.

Es que tras la salida del cepo cambiario en diciembre de 2015, mientras la inflación acumuló un alza en torno al 65%, el valor del dólar en Argentina aumentó 38%.

El atraso del dólar ha venido afectando la competitividad de las Pymes industriales y de las economías regionales.

"El resultado de la balanza comercial de 2017 arrojará el déficit nominal más elevado de la historia, medido en dólares corrientes. Además, desde el inicio del presente siglo Argentina nunca había tenido un resultado deficitario en la balanza comercial de bienes. Este resultado muestra a las claras diversos desequilibrios de la economía", señaló en un reciente informe Marcelo Elizondo, director general de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI).

Ese escenario en Argentina también favoreció a las exportaciones uruguayas, que crecieron 15% en 2017. Esto ocurre porque en términos relativos los productos uruguayos se encarecieron menos que los de Argentina, una relación que también es favorable para Uruguay en relación a Brasil, otro socio regional relevante.

Asimismo, los efectos del dólar barato también se reflejan en la balanza turística: el déficit neto de la cuenta de viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta de argentinos en el exterior alcanzó un acumulado de casi US$ 10.000 millones entre enero y noviembre del año pasado. Eso se refleja en Uruguay, ya que en las primeras semanas de la temporada ya se registra un 20% más de veraneantes argentinos en Punta del Este.

La decisión de cambiar las metas de inflación para ablandar la política monetaria busca, al menos, moderar esas tendencias. Pero el margen para profundizar esos cambios continúa siendo estrecho.

Tras la modificación de los objetivos, las expectativas de inflación del mercado para este año pasaron del 17% al 19%. Con eso, la reducción de tasas de las Lebac, en medio de un fuerte ajuste de las tarifas de servicios públicos e incremento del precio de los combustibles, podría ser muy moderada al menos durante el primer trimestre del año, según el consenso de los analistas.

Buena parte de las incógnitas se develarán mañana, cuando se lleve a cabo la primera reunión anual del Comité de Política Monetaria del directorio del Banco Central. De allí saldrá una señal concreta acerca de cuál será finalmente el ritmo que tendrá la reducción de las tasas y, en consecuencia, del recorrido que podría tener el valor del dólar en Argentina en los próximos meses.

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