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Argentina, la maldición de los años pares y el desafío

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Mauricio Macri. Foto: EFE

TIEMPO Y SUERTE

La economía crecerá, pero el déficit de cuenta corriente es un riesgo.

La economía argentina romperá este año la maldición de los años pares. Desde 2011 el Producto Interno Bruto (PIB) ha venido repitiendo un mismo ciclo: crecimiento en los años impares —cuando hay elecciones presidenciales o legislativas— y caída en los pares, cuando se corrigen parte de las distorsiones acumuladas en el año electoral. En 2018, la economía quebrará esa inercia: luego del alza del 2,9% registrada el año pasado, el PIB crecerá 2,5%, según el último relevamiento de expectativas del Banco Central (BCRA), que promedia las proyecciones de los analistas.

No obstante, aún con ese dato positivo, la economía argentina continuará transitando por un sendero estrecho al que no le faltan riesgos por delante. La variable que enciende más alarmas es el creciente déficit de la cuenta corriente del Balance de Pagos, un ítem que anticipó muchas de las crisis que sufrió la economía argentina a lo largo de su historia. El año pasado, el rojo de esa cuenta ascendió a US$ 30.792 millones, más del doble que el registrado en 2016.

Ese resultado refleja que los egresos por compras de bienes y servicios del exterior, sumado a los gastos y pagos generados por regalías, turismo, viajes, intereses y utilidades, superaron a las divisas que ingresaron al país por exportaciones e inversiones extranjeras.

Ese déficit de cuenta corriente equivalente al 4,9% del PIB, es el mayor en términos del producto desde la salida de la Convertibilidad (un peso argentino = un dólar) a fines de 2001. "Es, sin duda, una vulnerabilidad. El financiamiento externo viene cubriendo el bache, pero si ocurriera algún evento que cambiara las condiciones en los mercados globales, Argentina no cuenta con un mercado local adonde migrar semejante necesidad de financiamiento", dijo a El País el economista Miguel Zielonka, director asociado en la consultora EconViews, en Buenos Aires.

El problema es que nada indica que el déficit externo vaya a reducirse en 2018.

De hecho, EconViews prevé para este año un rojo superior, equivalente al 5,7% del Producto. La variable que más contribuirá al incremento del déficit en la cuenta corriente será la balanza comercial.

Pese a la recuperación de las exportaciones a Brasil, todas las estimaciones coinciden en que este año se profundizará el rojo comercial récord de US$ 8.471 millones registrado en 2017.

Los números del primer bimestre de este año dan fuerza a esas proyecciones: mientras las exportaciones crecieron 10,7%, las importaciones saltaron 26,3%. Con eso, el déficit de la balanza comercial acumuló US$ 1.872 millones, casi siete veces más que en el período enero-febrero de 2017.

"Con esta tendencia, el escenario de mínima es un déficit de US$ 12.000 millones, especialmente teniendo en cuenta que la sequía le quitará alrededor de un punto y medio a la suba de las exportaciones. Y en un contexto de suba del consumo y la inversión, sería raro que se evidencie una baja abrupta en los volúmenes importados", señaló la consultora Abeceb.

Tampoco la balanza turística da señales de recuperación. El déficit de US$ 9.778 millones acumulado el año pasado en el intercambio de servicios se explicó en gran medida por el saldo negativo en el rubro turismo y viajes.

Esa tendencia continúa este año. En el primer bimestre, el déficit por turismo y consumos en el exterior registró un récord de US$ 2.369 millones, un 9,5% más que en el mismo período de 2017, según datos del BCRA.

Cambios en marcha.

Una de las principales razones que ha venido impulsando el fuerte crecimiento de las importaciones y de los viajes de los argentinos al exterior es el atraso del valor del dólar.

Ante el ingreso de divisas por el alto endeudamiento externo con el que el gobierno de Mauricio Macri viene financiando el rojo de las cuentas públicas, el tipo de cambio se ha movido en los últimos dos años muy por detrás del avance del resto de los precios.

Ese escenario, que conspira contra la competitividad de las exportaciones, abarata las importaciones y estimula la salida de divisas por turismo, no hace más que retroalimentar el déficit de la cuenta corriente del Balance de Pagos.

"El gobierno tomó nota a fines del año pasado que debía cortar ese círculo vicioso antes de que la apreciación cambiaria conduzca a la economía a situaciones más complicadas. En esa línea, aceptó una inflación mayor a la meta pautada para 2018 a fin de promover una política monetaria más laxa y, con eso, una mayor devaluación del peso", dijo a El País Jorge Neyro, economista de la consultora ACM, en Buenos Aires.

Tras la suba del 10% al 15% de la meta de inflación para este año y la baja de las tasas de interés de referencia dispuesta por el Banco Central, el peso se devaluó un 15%.

Además, en un contexto de mercados internacionales más volátiles, el gobierno decidió incrementar su mix de financiamiento para este año en el mercado local para no presionar al tipo de cambio a la baja. Mientras en 2017, dos tercios de la deuda emitida por Argentina fue en moneda extranjera, este año solo será un tercio.

El consenso de los analistas indica que el déficit de cuenta corriente será sostenible siempre y cuando el gobierno cumpla con la reducción prevista del déficit fiscal, el PIB continúe en alza y las inversiones extranjeras crezcan a mediano plazo.

En transición, más deuda

Mientras el déficit de la cuenta corriente no se corrige (y siempre y cuando la evolución de otras variables macroeconómicas permitan hacerlo sostenible), Argentina deberá seguir financiando la transición con más deuda. "Esperamos que el déficit de cuenta corriente alcance este año su mayor nivel y que a partir del año próximo empiece a bajar", dijo Miguel Zielonka, director asociado en la consultora EconViews. "Pero es una carrera contra el tiempo. El gobierno debe hacer los cambios graduales para que la economía se vaya normalizando, y, a la vez, tiene que cruzar los dedos para que no ocurra algún evento inesperado en los mercados que complique el financiamiento del déficit en el corto plazo", añadió Zielonka.

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