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En Argentina los fanáticos apuestan al whisky para dolarizarse

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En un año, los valores de la bebida aumentaron 90% anual en pesos en la vecina orilla.

El whisky se convirtió en el nuevo "oro líquido" en el mundo, al incrementar su valor por encima de muchas inversiones tradicionales, como las propiedades y los metales (oro o plata), y también superar a muchas de las bolsas globales. De hecho, entre julio de 2014 y el mismo mes de 2015, el valor de esta bebida a nivel local se incrementó en un 90% anual en pesos, superando a la inflación, la evolución del dólar (oficial o paralelo) y al Merval.

¿Pero en qué tipo de whisky invertir? ¿Dónde comprar las botellas según las oportunidades? ¿Cómo armar diferentes carteras que permitan obtener una rentabilidad del 130% anual en dólares?

Así surge la primera regla: lo atractivo para el inversor no son los blends baratos que se consiguen en el supermercado, sino que el whisky en el que realmente vale la pena invertir es el importado de tipo single malt (una sola malta) desde 12 años de añejamiento, aunque lo mejor es apuntar a los que tienen al menos 18 años o las ediciones limitadas de las etiquetas más prestigiosas del mundo.

Se trata, entonces, no de comprar una mercadería masiva, sino verdaderas piezas de colección que se aprecian a un ritmo desenfrenado, debido a la creciente demanda y a la escasez de los productos. Es que el consumo de whisky se incrementa todos los años por encima de la capacidad de producción.

Las botellas que hoy se venden con un añejamiento de 35 o 50 años son las más buscadas, ya que son pocas las unidades que están a disposición de los consumidores. La industria de esta bebida es muy compleja y conlleva muchos años de planificación. Las decisiones de elaboración se toman como mínimo con 25 o 30 años de antelación y hoy, el nivel del consumo es superior al que se había planificado.

Paso a paso

Antes de invertir es recomendable informarse sobre el mercado específico. Básicamente, yendo de mayor a menor calidad, existen tres tipos de whisky. El single malt se elabora con maltas que provienen de una sola destilería. Es la categoría ideal para invertir, con un valor promedio de $ 1000 la botella, aunque hay algunas que valen cientos de miles de dólares. Le sigue pure malt, que son los blends de dos o más maltas importantes, provenientes de distintas destilerías. La categoría está en desaparición. Por último, los blends: la malta escocesa se mezcla con alcoholes de distintos cereales que resultan mucho más económicos. La bebida puede llegar a tener sólo 10% del costoso single malt, y eso hace que una botella estándar para consumo masivo pueda costar desde $ 80.

Con todo, a la hora de invertir, Miguel Ángel Reigosa, actual presidente de Whisky Malt Argentina, fundador del Museo Nacional del Whisky y el mayor coleccionista privado de whiskies del mundo, recomienda tres carteras: una de $ 2000 en botellas, con ejemplares como Glenfiddich 12 años y The Glenlivet 12 años, que arrojan una rentabilidad esperada de 60% a 80% anual en pesos; otra desde $ 10.000 (Glenfiddich 21 años, The Balvenie 16 años y Johnnie Walker Blue Label), que puede generar un 80% en dólares, y otra desde $ 25.000 (Glen Grant 50 años y The Balvenie 30 años), que permite ganar hasta 130% en dólares.

Pero, ¿cómo hacerse de estos preciados objetos? Para conseguir una buena botella single malt hay varias opciones en el mercado. Pero lo más recomendable es recurrir a los importadores de las empresas o bien a clubes y asociaciones de whisky, como el Whisky Malt Argentina o el Museo Nacional del Whisky. Otra gran opción es aprovechar un viaje al exterior y comprar alguna botella interesante. Pero hay un dato curioso que hay que tener en cuenta: en el Duty Free del aeropuerto de Ezeiza, muchas botellas están más baratas que en los propios países donde fabrican; se puede ahorrar hasta un 43%.

Vale analizar, por ejemplo, la botella The Balvenie 12 años Triple Cask de 1 litro. En el free shop del aeropuerto de Heathrow, en Londres, cuesta 54,99 libras, es decir, unos US$ 85: a un tipo de cambio de $ 9,35 (tal como se ubicaba al cierre de esta edición) más el 35% que se suma por el pago con una tarjeta de crédito argentina, el valor asciende a $ 1073. En tanto, en Ezeiza la botella cuesta US$ 81,50 o $ 762, con la ventaja de que en el free shop local no se abona el 35% de recargo. Según la forma de pago se pueden obtener mejores beneficios, ya que algunas tarjetas de crédito ofrecen un 10% de descuento (que lleva la botella a $ 685) y hasta 12 pagos sin interés. Es decir, que en la Argentina puede estar hasta un 36% menos (en pesos) que en Londres.

Otro caso es el The Glenlivet 18 años de 1 litro. En el free shop de Ezeiza hay una promoción de dos botellas por US$ 185. Es decir, las dos unidades se pagan $ 1730 y, si se aprovechan las tarjetas que tienen un 10% de descuento, baja a $ 1557. Da un valor de entre $ 865 y $ 778 por botella. En cambio, en Heathrow, cada botella cuesta 69,99 libras, US$ 108, que da un total de $ 1363 (con el 35% de retención de la AFIP incluido). En este caso la diferencia llega al 43%.

Por supuesto, la conclusión es que esta situación es al menos insólita y, en muy poco tiempo, los precios en la Argentina deberían aumentar y ajustarse a los valores del mercado internacional. Al margen de pagar el 35% de recargo, comprar en el free shop local resulta más barato. En el caso del whisky se empieza ganando entre un 36% y 43%.En conclusión hay tres claves que ayudan a entender el atractivo de esta inversión. En primer lugar, el aumento de precio. En la última década, los whiskies premium se incrementaron, en dólares, un 1400% y la tendencia continúa. Además, la calidad está en extinción: las botellas single malt que hoy se están añejando para la venta ya no tienen la calidad de las de antaño, debido a que muchas marcas se volcaron en los últimos años a los productos masivos y redujeron la calidad de sus productos más exclusivos, según cuentan los especialistas en la materia.

Por último está el factor del coleccionismo. Las botellas no aumentan sólo por su edad y por la calidad del producto. Se valorizan, también, porque muchas formaron parte de ediciones limitadas que duraron tres o cuatro años y se dejaron de elaborar, por lo cual también adquieren un valor de colección.

Sin embargo, como toda inversión, también algunas desventajas. Una es que la salida no es inmediata: es necesario ubicar a un comprador dispuesto a pagar un precio aceptable por el producto. Por otro lado está el riesgo de perder el capital por un descuido en las condiciones de almacenamiento y la necesidad de identificar los momentos oportunos para comprar y vender.

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inversionesLa Nación

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