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Acuerdo de precios mira de reojo a los salarios

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El gobierno está haciendo un esfuerzo por contener la inflación dentro del rango implícito del 7% al 9%. Es un rango no anunciado pero en el que ha demostrado a través de la acción que es el que le queda más cómodo.

Al mismo tiempo, el gobierno tiene que buscar espacio para que se procese un ajuste de precios relativos significativo en el que el país vuelva a niveles normales de precios medidos en dólares. Esto implica que el dólar suba más que la inflación y es por eso que juega una carta al acuerdo de precios.

En tal sentido es clave el resultado de la actual ronda de los consejos de salarios y cómo impactará su resultado en las expectativas de los empresarios al momento de adecuar sus precios a los mayores costos de producción.

La economía uruguaya se encuentra ya hace un tiempo frente a un desafío muy importante que es la adecuación de los precios a niveles que, expresados en dólares, sean mucho más bajos que los que observamos en los últimos años. El problema no es exclusivo de Uruguay o de la región, tiene características globales. Pero en todo caso somos caros en dólares, lo que es una situación difícil de sostener ya que su persistencia le hace daño a la economía, destruyendo riqueza.

Hay una señal clara desde las empresas donde ya se siente que la demanda es mucho más débil y hay dudas sobre su evolución futura. Desde el lugar de los empresarios se observa con claridad que es tiempo de ajuste de precios relativos.

Para que este ajuste ocurra se tiene que procesar una suba del tipo de cambio en un mercado donde predomina la flotación libre del precio de la moneda extranjera. Al mismo tiempo se tiene que contener una potencial espiral de suba de precios que descontrole la situación macroeconómica.

El principal escollo está en los ajustes de salarios comprometidos y en las cláusulas indexatorias que se desatan si la variación del IPC supera el 12% en 12 meses. Esto ocurre en un contexto distinto al que se vivió en los últimos años, en el que la economía pudo sobrellevar una expansión del gasto interno. La nueva realidad lleva a que no sea posible sostener un ritmo de aumento del consumo, pero como es natural, a nivel de los individuos que vivieron o están viviendo el boom de consumo, todavía no se percibe la necesidad de ajustar.

No se debe cargar al instrumento con objetivos para los que no está preparado. Los acuerdos de precios no actúan sobre la inflación en forma directa, lo que hacen es frenar en forma transitoria una evolución en el índice de precios al consumidor (IPC). Esto es importante porque incide en la formación de expectativas que son fundamentales para la formación de precios.

Un acuerdo de precios en los términos planteados por el gobierno lleva a que durante un período de tiempo no se produzcan incrementos en algunos precios. Por lo general se eligen aquellos que son más sensibles a la canasta de consumo de los hogares y por lo tanto tienen mayor ponderación dentro del IPC. De esta forma, las mediciones de la inflación en los meses inmediatos serán más moderadas. Pero esto no es controlar la inflación porque es una medida transitoria y porque va a actuar sobre una parte de los precios de la economía y no sobre la totalidad. Es por eso que se dice que la inflación es un problema monetario y que se determina en función de la cantidad de dinero que hay en la economía.

En el pasado los acuerdos de precios, controles de tarifas e incluso intervenciones en el mercado cambiario se tomaban como algo transitorio hasta que hicieran efectos los controles sobre la cantidad de dinero. La política monetaria tiene un rezago entre que se adopta y se obtienen los primeros resultados y muchas veces es recomendable aplicarla en forma gradual con lo que se requiere más tiempo para que haga efecto. Es así que se recurrió en el pasado a este tipo de acuerdos en forma transitoria para ganar tiempo.

En este momento el pedido aparece con otro sentido de urgencia. La política monetaria está siendo contractiva y el freno en el nivel de actividad también juega en la moderación de la suba de precios. El aumento de la cantidad de dinero en el último año se encuentra por debajo de la inflación, por lo que en términos reales hay una contracción. En el tercer trimestre del año la cantidad de dinero fue 6,9% superior a la del mismo período del año anterior cuando la inflación anual a dicho trimestre fue del 9,2%.

El impacto que se espera del acuerdo de precios es en el terreno de las expectativas. Si se procesa en forma correcta tendrá un aporte positivo a la estrategia del gobierno al generar una pausa que de calma y frene comportamientos impulsivos a la defensiva. Se procura entonces evitar que se disparen aumentos generalizados que hagan perder el control en el corto plazo y tornen más costosa la política anti inflacionaria.

El desafío se encuentra en no afectar negativamente las expectativas con la propia medida. Si se apela al control de precios voluntario y en un marco de comprensión por parte del sector privado de hacia dónde va la política económica se puede lograr el objetivo final. Ese es el camino que se está recorriendo esta semana. Pero si se presenta el tema como una lucha contra las subas de precios "injustificadas o especulativas" y se apela a los controles públicos o a la "policía" de precios el resultado será todo el contrario y de alguna forma u otra los precios ajustarán. Si no lo hacen o no lo pueden hacer la consecuencia será peor pues afectará las cantidades.

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