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La primera vez: el checklist para invertir tras lograr ahorrar

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El dólar continúa a la baja y ayer cayó 0,56%. Foto: Archivo El País

FINANZAS DE BOLSILLO

¿Cómo dar un paso más en el punto de partida hacia la inversión del dinero?

Ahorrar y no morir en el intento, algo difícil para la mayor parte de los uruguayos aunque no imposible. A fines del año pasado, 14,8% de los uruguayos respondía que "le alcanza bien, puede ahorrar" a la pregunta "El salario o sueldo que usted percibe y el total del ingreso familiar, ¿le permite cubrir satisfactoriamente sus necesidades?", incluida en el Índice de Confianza del Consumidor que elabora la Cátedra SURA de Confianza Económica que integran esa firma, Equipos Consultores y la Universidad Católica.

A su vez, los que "le alcanza justo, sin grandes dificultades" eran 55,4% del total. A estos, seguramente con algunos cambios de conducta les podría dar para ahorrar.

Por último, un 29,8% declaraba que su ingreso no les daba para cubrir sus necesidades.

Ahora, generar un excedente, aun sabiendo lo difícil que resulta, más que un alivio puede significar una preocupación para muchos debido a la escasa cultura financiera. ¿Qué hacer con el dinero ahorrado? ¿Cómo evitar perder contra la suba de precios? ¿Dónde ponerlo a trabajar?

A continuación, elaboraremos una checklist o lista de control que permitirá iniciar el camino de la inversión. Detallaremos lo que se debe tener en cuenta para incrementar un patrimonio.

Lo mejor de todo, es que no se necesita contar con un conocimiento financiero exhaustivo para ponerla en práctica.

Elegir la moneda.

El uruguayo medio tiene una forma sencilla de ahorro: cada peso extra que tiene lo destina a la compra de dólares que se guardan en el "Colchón Bank". Algunos lo complejizan un poquito y lo depositan en una cuenta bancaria a la vista para poder retirar en cualquier momento, sin recibir interés a cambio.. Esa cultura, cuasi "obsesión" por el billete verde, no es de toda la vida. Tuvo su origen a fines de la década del 50 y comienzos de la década del 60 y se reforzó cada 20 años, por inflaciones de dos y hasta tres dígitos anuales y bruscas devaluaciones del peso. Sin embargo, una estrategia rígida puede generar costos que el promedio de las personas prefiere ignorar, pero existen. En numerosas ocasiones se puede obtener un rendimiento muy superior a la inflación esperada con inversiones en pesos o en Unidades Indexadas.

Además, comprar dólares no es en sí mismo una inversión. Para convertirlo en un instrumento que otorgue renta, el inversor deberá adquirir bonos o letras que paguen un interés en divisas. No obstante, actualmente las tasas que se ofrecen para las inversiones en dólares de corto y mediano plazo son muy bajas, por lo que en muchos casos la operación no se justifica.

En consecuencia, el inversor moderado debería realizar primero una diversificación entre monedas, pensando quizá en una cuota de inversión del 60% en divisas extranjeras y otra del 40% en moneda local. Esta distribución debería ser revisada al menos cada dos meses en función de las expectativas de inflación y devaluación del momento, contemplando siempre el costo de comisión por iniciar o dar por terminada una inversión.

Elegir el plazo.

Un axioma inquebrantable de las finanzas de bolsillo sostiene que a mayor plazo, mejor rendimiento y viceversa.

Por lo tanto, con las inversiones en dólares se puede apuntar al "tramo largo de la curva" de rendimientos. Esto es, buscar bonos que venzan en el largo plazo y paguen altos intereses anuales.

Para las inversiones en pesos que se encuentren cerca del "nivel fronterizo inflacionario" (digamos 6%), las colocaciones no deberían superar los dos o tres meses, mientras que para aquellas que ofrezcan una rentabilidad mayor al 7%, el inversor podría "estirarse" un poco más y aprovechar el rendimiento superior a la inflación actual y la esperada.

Cuando hablamos de plazos de inversión, debemos saber que existen inversiones que ofrecen un rendimiento similar o apenas inferior al combo popular de dólar y plazo fijo, pero con una flexibilidad mucho más favorable para el inversor que necesite con urgencia todo o una parte de ese dinero invertido.

No sobreponderarse.

Por más buena que parezca una inversión en términos de riesgo/rentabilidad, debemos ser prudentes y diversificar nuestros ahorros en al menos tres inversiones distintas. Esto nos permitirá no solo estar menos expuestos a riesgos (riesgo crediticio, riesgo devaluatorio, riesgo de variación de precio, etc.) sino también adquirir conocimientos acerca del comportamiento de los distintos activos financieros, que no son otra cosa que fuentes de inversión para nosotros. Nunca aprendemos más sobre un activo que cuando invertimos una parte de nuestro capital en él y vamos monitoreando su rendimiento en el tiempo.

A veces, la inversión a la que menos fe le teníamos termina siendo la mejor de todas, mientras que la supuestamente más segura resulta una decepción absoluta.

No confiar en terceros.

Hay un conflicto de intereses que existe en la industria financiera entre el inversor y el ejecutivo de cuenta que le asignan. Mientras que el inversor está pensando cómo lograr la mejor rentabilidad posible corriendo un riesgo bajo o soportable, los asesores solo quieren venderle productos del banco o de la sociedad de bolsa para sumar dinero a su bonus de fin de año.

Por esta simple razón es que debemos tomar con pinzas los consejos que nuestro asesor puede darnos y llevar adelante decisiones que cuiden nuestro patrimonio y nos permitan incrementarlo, como las mencionadas en esta checklist.

Delegar el manejo de nuestro dinero en un tercero puede resultar cómodo, pero a la larga será muy costoso.

Se paga.

Como puede verse, ahorrar es solo el primer paso en la vida del ser financieramente saludable. Ese ser deberá hacerle frente al problema siguiente, el de la inversión, si quiere realmente caminar el sendero correcto.

Por suerte, el esfuerzo inicial que significa aprender a invertir es algo que se paga con creces y que nos sirve para toda la vida.

Puede no resultar sencillo, pero tampoco es tan difícil como algunos creen. Además, el mundo de las finanzas reconoce siempre con dinero a quien estudia e investiga. No es poco. EN BASE A LA NACIÓN / GDA

Planificar e identificar los gastos es clave

Si se trabaja para gastarlo todo, uno puede sentirse del lado de la mayoría y encontrar rápidamente un círculo de amigos y conocidos que lo hará sentir cómodo con su conducta. No obstante, este comportamiento claramente es perjudicial. Es como robarle dinero al futuro y condenarse a trabajar toda la vida. Para cambiarlo por una conducta más sana, existen dos alternativas: bajar los gastos o mantenerlos en los mismos niveles incrementando los ingresos, de modo que surja una diferencia de dinero capaz de garantizar capital al "yo futuro". Para dejar de robarle dinero al futuro, lo primero es clasificar los gastos. Hay tres tipos: "tontos" (los que surgen por un impulso o capricho), "hormiga" ( el taxi para no tener que esperar el ómnibus, el jugo o la cerveza a la salida del trabajo, el alfajor para la merienda, el cafecito camino a una reunión) y "de vida o muerte" (comida, alquiler, medicamentos, higiene personal, impuestos, y sigue la lista. Son gastos verdaderamente necesarios e indispensables). Identificar los dos primeros para evitarlos, es una forma de empezar.

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