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El placer de buscar y encontrar nuevos sabores

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La marca Barbudo de conservas y embutidos propone un regreso a las recetas tradicionales

Sin estudios de mercado, sin hacer demasiados números, simplemente por el placer de buscar y encontrar nuevos sabores, tres amigos lanzan mañana los productos de la marca Barbudo, un regreso a las recetas tradicionales en materia de conservas y embutidos.

Creaciones tan singulares como una jalea de catalanes ahumados, la mortadela colonia con pistachos y almendras y el chorizo con miel y mostaza forman parte de la propuesta, dirigida a paladares maduros y dispuestos.

La idea fue de tres socios: Marcelo Benseñor, propietario del restaurante La Fonda del Puertito, con 26 años en el sector gastronómico; Zelmar Michelini, un expublicista que se aficionó por la cocina y hace tiempo explora creaciones junto a Benseñor, y Esteban Rodríguez, tercera generación de charcuteros y que junto a su hermana dirige la empresa familiar Granja San José, además de ser licenciado en administración de empresas.

La Fonda del Puertito, en la avenida Luis Alberto de Herrera casi 26 de Marzo, es por ahora la base de operaciones de la empresa, donde se realizará mañana el lanzamiento, dirigido a clientes y amigos. Las novedades también se comunicarán por Instagram.

“No hicimos números ni estudios de mercado, sino que era algo que teníamos ganas de hacer. Pero como a través del restaurante podemos hablar en forma directa con el cliente final decidimos que podíamos empezar a movernos”, explica Benseñor. “Tenemos más que esperanzas en esto, y hablo por los tres, porque nos encantaría poder transformarlo en un negocio real. Y pensamos que es viable”.

La idea de los socios es ir paso a paso, atentos a la recepción del mercado. “No nos interesa ni perder el control del producto. Muchos son productos muy naturales. Los conservantes que tienen son azúcar y vinagre y un tratamiento térmico, no otros. Hay que ver cómo se van a distribuir, quién lo va a hacer, quién las va a comprar. Los productos no pueden quedar tirados en el fondo de una gran superficie. Como quien dice hay que mimarlos”, añadió.

Los responsables de Barbudo afirman que cuando dicen que es picante, es picante de verdad. Si dicen que es ácido, va a ser ácido. “La idea es que los sabores sean bien marcados. En el mercado uruguayo, en estos productos generalmente se ofrecen con sabores más estandarizados, tratando de que gusten a todos. La idea nuestra no es ser gourmets, sino ofrecer más opciones de paladar”, comenta Michelini.

“Cada vez más gente come picante, el uruguayo se anima más a probar cosas nuevas. Nosotros buscamos que el sabor sea bien perfilado y el consumidor se lleve el recuerdo del sabor del producto”, anota Rodríguez. “Apuntamos a ese perfil de mercado que sabe lo que quiere, busca algo diferente y se anima a probar”.

Entre las conservas aparecen la jalea de catalanes ahumados (“muy picante”, advierten), zanahoria y cebolla glaseada con curry, chimichurri con verduras ahumadas, pepinos dulces y catalanes picantes “normales”. Sin embargo, la variedad no se agotará allí, porque siempre buscan sabores diferentes para cambiar.

La variedad de embutidos incluye la fuet tipo catalán, la mortadela colonia con pistachos y almendras, la mortadela picante con catalanes y el salamín cantimpalo (característico con pimentón y vino blanco; “se hace con bondiola y papada”, lo cual no es común, señala Rodríguez).

Además, tres tipos de longaniza: la más tradicional, con anís y vino blanco; otra más picante con silacha y lo más novedoso, la que tiene curry y cúrcuma. Y cinco variedades de chorizos: el clásico, el de mezcla (mitad vacuno, mitad porcino), uno con miel y mostaza, otro italiano muy picante con ají y anís y uno al curry con perejil.

La propuesta incluye un vino -un petit verdot cabernet franc, “un corte que Pisano les hace desde hace tres años con muy buenos resultados”, dice Benseñor- y un aceite elaborado en Colonia, también con sabor marcado. En el futuro también piensan agregar mermeladas.

Algunos de estos productos, como las conservas y los chorizos caseros, ya formaban parte de la carta de La Fonda del Puertito, pero la empresa no tenía habilitación para venderlos para afuera, cuando algún cliente preguntaba o quería llevar una buena cantidad para hacer un asado. Ese interés, sin embargo, los alentó a largarse con el emprendimiento.

“No estamos inventando nada, sino que apelamos a viejas recetas que se dejaron de hacer. Algunas, por ejemplo, son de un extranjero veterano que vive en Piriápolis y las conoce de cuando era niño”, comenta el propietario del restaurante.

“A los colegas y amigos que nos pidieron estos productos, primero los vamos a invitar para que los prueben. Y nosotros vamos a hacer el seguimiento. Ver qué les gustó y qué no les gustó, y así manejar el producto. Habrá un ida y vuelta para tener más información. Por eso, ser una empresa chica para nosotros será una ventaja”, explicó Benseñor.

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