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Su fundador Ingvar Kamprad, quien falleció el sábado, creó un modelo de negocio que revolucionó el mercado y lo convirtió en millonario

la nación

El sábado pasado Suecia se despidió de uno de sus grandes referentes de los últimos años: el fundador de la cadena IKEA, Ingvar Kamprad, un hijo de granjeros que revolucionó la venta de muebles, falleció a los 91 años tras construir un imperio.

Se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo (tiene una fortuna valuada en 46.300 millones de dólares) proponiendo muebles originales, pensados para ser armados por el usuario y a precios económicos.

¿En qué consiste el método que lo hizo famoso?

De acuerdo a la web de la marca, "el concepto IKEA nace de la idea de ofrecer un surtido de productos de decoración del hogar asequibles para la mayoría de las personas, no solo para unos pocos". Eso. Democracia.

El objetivo de la empresa en combinar funcionalidad, calidad, diseño y valor con sostenibilidad para que cada vez más personas disfruten más de sus hogares.

Para IKEA, cuyo nombre combina las iniciales de Ingvar Kamprad (IK) con la primera letra de la granja donde se crió (Elmtaryd) y la primera de su pueblo natal Agunnaryd, los clientes desempeñan un papel fundamental: mientras que la empresa se encarga de empaquetar los productos de una forma práctica, el comprador es el responsable de armarlos en casa.

Cuando alguien compra una pieza en IKEA recibe además las herramientas necesarias para montarlas. Un kit austero y preciso como la marca.

¿La razón? Es una forma simple de ahorrar dinero. Además, dado a que lograron un embalaje sencillo, el método facilita el transporte de los productos y reduce la cantidad de camiones contaminando el medio ambiente. El cliente compra y se lleva el mueble en un paquete plano con poca cantidad de aire.

¿El resultado? Precios bajos, menos peso, montaje fácil y cuidado del medio ambiente.