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Votos que rompen mapas

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Hay votaciones que resquebrajan mapas. El triunfo de Donald Trump dio impulso a los movimientos californianos que quieren la secesión. El pronunciamiento del Colegio Electoral a contramano de los tres millones de votos con que Hillary Clinton se impuso en el sufragio de los ciudadanos, le recordó a California que sufragó masivamente contra Trump, que de independizarse sería la sexta potencia económica del mundo.

En otros casos el voto ya está rompiendo mapas. El Brexit comenzó ayer a reducir el tamaño de la Unión Europea. Lo que no dijeron los demagogos que impulsaron esa decisión en las urnas, ni quienes están ahora implementando su consecuencia, es que además de reducirse la UE, podría también reducirse Gran Bretaña.

En el referéndum soberanista de 2014, la mayoría de los escoceses votaron por permanecer en Gran Bretaña, en gran medida porque separarse implicaba quedar fuera de la UE. Bruselas desalienta los separatismos, estipulando que la secesión sufrida por cualquier miembro de la UE implica la expulsión de la parte escindida. Por eso, un año más tarde, los escoceses votaron masivamente contra el Brexit. Sin embargo, la voluntad de Escocia y la de los norirlandeses fue anulada por el voto en Inglaterra y Gales, donde ganó el Brexit.

Tiene razón el gobierno del Partido Nacionalista Escocés al señalar que el Brexit invalida el referéndum soberanista del 2014, porque modifica un elemento esencial de aquel pronunciamiento. Además, está el respaldo de la historia. El Reino de Escocia nació en el siglo IX, creado por Kenneth Mac- Alpin. Hay casi mil años de vida independiente, hasta que firma con Inglaterra el Acta de Unión de 1707. La histórica británica es mucho más breve y quizá haya empezado su cuenta regresiva, debido al mal cálculo de David Cameron (el primer ministro tory que convocó al referéndum, convencido de que ganarían los europeístas); el extremismo eurofóbico y populista de Nigel Farage; la demagogia de conservadores como Boris Johnson y el oportunismo de la premier Theresa May.

El gobierno central tiene armas legales para prohibir otro referéndum soberanista en Escocia. Pero la anomalía del Brexit cambia las reglas de juego.

El proceso iniciado ayer podría implicar que, antes de finalizar esta década, Escocia abandone el Reino Unido, dejando una puerta abierta para que salgan también los norirlandeses y deje de flamear la Unión Jack sobre Westminster.

LA BITÁCORA

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