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Voltear a Macri con muertos

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LA BITÁCORA

Los fanáticos siempre están movilizados, mientras los equilibrados tienden a creer irreflexivamente que las cosas se acomodarán solas. El razonamiento de Fernando Savater es irrebatible.

La paradoja de la inmovilidad irreflexiva de los razonables y el permanente activismo que genera el fanatismo, es la regla.

En Argentina describen como "fanáticos violentos" a los activistas que terminaron haciendo un favor al gobierno. La feroz ofensiva que lanzaron contra la policía porteña tapó las inmensas protestas de jubilados contra una reforma sumamente cuestionable.

El gobierno de Macri no pudo convencer a la sociedad de que su reforma previsional no busca fondos en los bolsillos flacos de los jubilados.

Con un Estado deformado e inútil, que exime a los magistrados de pagar impuesto a las ganancias además de pagarles sueldos abultados y darles autos con choferes; con sectores productivos que se han beneficiado sin responder con inversiones; con un océano de jubilaciones de privilegio y con una clase política adicta a los gastos siderales y a financiarse desde las arcas públicas, el macrismo logró, en complicidad con gobernadores peronistas, que al ajuste lo pagaran los jubilados.

Pero en el escenario donde sólo debían verse las protestas y el debate legislativo sobre el controvertido recorte, irrumpieron las hordas que perjudicaron las movilizaciones pacíficas y beneficiaron la aprobación de la reforma.

¿Fue solo por obtuso fanatismo? Más lógico es pensar que no se trató de violentos que, por instinto irracional, lograron el efecto contrario al que proclaman; sino de un plan organizado y financiado para alcanzar un objetivo: que haya represión con muertos.

A De la Rúa lo derribaron con muertes y fueron dos muertos los que acortaron la presidencia de Duhalde.

La coordinación entre la violencia en la calle y los desopilantes discursos de los diputados K en el recinto, parecen evidenciar un plan. Y al objetivo lo anunciaban los carteles que enfundaban los micros que llevaron a los activistas violentos al campo de batalla: "fuera Macri".

Cristina y los miembros de su gobierno que también están acusados de corrupción a gran escala, necesitan patear el tablero. Y en Argentina el tablero se patea con muertos.

El mercenario cobra por arriesgar la vida en la batalla. Los violentos de la ardiente Buenos Aires habrían cobrado por lo mismo. Y cumplieron con quien les pagó, arriesgando el pellejo en la búsqueda de que la policía reaccione con una represión sangrienta.

Como no consiguieron los muertos que hagan caer a Macri, el resultado terminó favoreciendo a quien se pretendía derribar.

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