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Volcán de La Palma: estos son los efectos que tendrá la bomba de lava en el mar

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Volcán Cumbre Vieja en erupción. Foto: AFP.

ESPAÑA 

Los estudios sobre las consecuencias de las erupciones en la costa señalan una alteración transitoria drástica, con contaminación y huida de especies, y una regeneración en el plazo de dos años.

La llegada de la lava del volcán de La Palma al mar es una bomba. No solo por las explosiones que genera la reacción hidrotérmica y química, sino porque alterará de forma drástica las condiciones del litoral. Sin embargo, este efecto será transitorio.

Los estudios científicos sobre fenómenos similares reflejan una mayor y más rápida capacidad de regeneración del entorno marino tras la acumulación de lava. Algunas investigaciones han registrado niveles normales dos años después del episodio. Una expedición del Instituto Oceanográfico Español (IOE), según explica Tomás Vázquez, geólogo marino de esta entidad, estudia, además de los efectos geológicos, las consecuencias físicas, químicas y biológicas de la erupción en la costa.

La primera reacción ha sido térmica. Toneladas de roca con temperaturas superiores a los 1.000 grados se sumergen en un agua con una temperatura media de 23 grados. La segunda reacción, inmediata, es química, entre los componentes de la lava a temperaturas extremas con el agua y las sales del mar, formadas por cloruro sódico. Raúl Pérez, geólogo, sismólogo e investigador del Instituto Geológico Minero de España (IGME), que forma parte del equipo de seguimiento de la erupción de Cabeza de Vaca en La Palma, explica: “Se forma una columna de vapor espectacular, pero se pueden producir colapsos por acumulación en el frente, y las interacciones con el agua pueden producir explosiones. No es una fuente de chocolate sobre el agua. También hay que estar atentos a si se abre una fisura y encuentra un cuerpo de agua a su paso, pues puede dar lugar a una interacción hidromagmática”.

Para conocer las consecuencias a largo plazo que tendrá la llegada de lava al mar se cuenta con investigaciones realizadas sobre episodios similares. La más cercana es la desarrollada por el IEO sobre la erupción submarina cerca de la vecina isla de El Hierro desde octubre de 2010 hasta marzo de 2011, cuando se consideró finalizada.

Como todo volcán, se generó una expulsión de una gran cantidad de material magmático y gases. Pero Tomás Vázquez aclara que, en la erupción de El Hierro, la interacción con el agua fue inmediata “y, en el caso de La Palma, no es en el fondo más profundo directamente, sino mucho más superficial”

Las condiciones del agua también cambian sustancialmente, con aumentos de la temperatura del agua y de la acidez por las emisiones de dióxido de carbono, ácido carbónico y ácido sulfúrico. El geólogo del IOE aclara que, en el caso de El Hierro, esta alteración en el mar fue muy significativa porque “toda la emisión de gases era submarina”.

También se alteran las concentraciones de metales como el hierro, cobre, cadmio o mercurio, así como un incremento de las emisiones de dióxido de carbono y una disminución del oxígeno que, en el caso de El Hierro, llegó a ser casi total en algunas mediciones. Sin embargo, estas reacciones no reflejarán los mismos niveles en La Palma, donde la desembocadura será en el litoral. Según Mario Lebrato, del Instituto de Geociencias de la Universidad de Kiel (Alemania), “estos fluidos no reaccionan como en los sistemas de aguas profundas”.

El estudio de El Hierro reveló “distintas respuestas en los organismos marinos”. Tanto el estudio de esta erupción y de otras similares reflejan la proliferación de fitoplancton (microorganismos fotosintetizadores que viven dispersos en el agua) que aprovecha el aumento de nutrientes y es capaz de sobrevivir a altas temperaturas y concentraciones de metales.

Samuel Wilson, que publicó un estudio en Science sobre los efectos de la lava del volcán Kilauea de Hawái el verano de 2018, destaca que esta generó una enorme proliferación de fitoplancton en las aguas cercanas, que persistió durante los dos meses de duración de la erupción del volcán y se disipó rápidamente cuando la lava dejó de fluir. La causa, según el investigador, fue la presencia de concentraciones “inesperadamente altas de nitrato y el aumento de la temperatura”.

Erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma, España. Foto: AFP
Erupción del volcán Cumbre Vieja en La Palma, España. Foto: AFP

Por el contrario, la alteración del entorno también genera la huida temporal de las especies con capacidad de movimiento, hasta la recuperación de los niveles normales, y la muerte de ejemplares por el colapso generado por la acidez del agua. Tomás Vázquez añade que “el aumento temporal de la temperatura es muy lesivo para las especies acostumbradas a un rango de temperaturas muy concreto y que vive en la lámina de agua”. “Algunos intentan huir incluso antes de que llegue la lava, en cuanto empiezan a detectar que están cambiando la temperatura del agua”.

En los estudios del equipo de investigación Bioecomac (Biodiversidad, Ecología Marina y Conservación) sobre la erupción de El Hierro detectaron sedimentos de ceniza y sustancias derivadas del azufre que terminan siendo desplazados por mareas y temporales, la aparición de organismos nuevos, cambios transitorios en las especies de algas dominantes e incrementos de moluscos e invertebrados cuyas larvas sobreviven a los cambios temporales y se ven beneficiadas por la menor presión depredadora de los peces que se alejan o mueren. Cuando las condiciones del mar lo permiten, los peces regresan y aprovechan la mayor producción planctónica.

El geólogo del Instituto Oceanográfico añade que “habrá que ver también cómo afecta al bentos [los organismos que habitan el fondo de los ecosistemas acuáticos], que siempre tarda un poco más en repoblar de nuevo, pero para los organismos planctónicos, será más fácil volverá a colonizar el entorno”.

El grupo de Bioecomac propuso una parada biológica en la zona de El Hierro para favorecer la recuperación. Tomás Vázquez cree que en La Palma “también podría ser aconsejable para la regeneración de la fauna y hasta que los niveles vuelvan a la normalidad”.

Los plazos de recuperación son inciertos, pero optimistas. Un estudio a lo largo de 10 años sobre una zona afectada por un volcán y publicado en Scientific Reports concluye que “los cambios catastróficos en la morfología del fondo marino, la química del agua, la actividad de desgasificación y la ecología bentónica remodelan profundamente los procesos biogeoquímicos durante un año a niveles no observados antes. Sin embargo, los cambios son de naturaleza transitoria, con una posible recuperación del sistema dentro de dos años”.

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