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¿Vivo o muerto? Se busca al líder supremo talibán, Hibatullah Akhundzada

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Hibatullah Akhundzada. Foto: Wikimedia Commons

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Muchos afganos dudan de si el anciano clérigo está vivo o muerto. Incluso los más dedicados analistas del país se preguntan quién está realmente liderando el movimiento islamista radical.

Cuando los talibanes tomaron Kabul a mediados de agosto, llegando al poder de Afganistánpor segunda vez, el misterio sobre el paradero de su líder supremo Hibatullah Akhundzada se hizo todavía más profundo.

Muchos afganos dudan de si el anciano clérigo está vivo o muerto. Incluso los más dedicados analistas del país se preguntan quién está realmente liderando el movimiento islamista radical.

El 30 de octubre, dos meses después de que un portavoz talibán asegurara que Akhundzada estaba en buen estado en Kandahar, aparecieron rumores de que el “emir” había pronunciado un discurso en una madrasa de esta ciudad del sur.

Los dirigentes talibanes quisieron demostrar la autenticidad de su aparición con la divulgación de una grabación de sonido de más de diez minutos que recogía su discurso.

En uno de los distritos más pobres de Kandahar, entre un arroyo repleto de basura y un camino polvoriento, dos combatientes talibanes montan guardia frente a la puerta azul y blanca de la madrasa Hakimia.

La ubicación atrae desde el 30 de octubre multitudes de curiosos y seguidores talibanes.

La necesidad de los líderes talibanes de mantener perfiles discretos se ha agudizado durante la última década de guerra, con la multiplicación de los mortíferos ataques de dron de Estados Unidos.

Akhundzada tomó las riendas del movimiento después de que un bombardeo matara a su predecesor, Mulá Akhtar Mansur, en 2016. Rápidamente se granjeó el respaldo del jefe de Al Qaeda, Aymán az Zawahirí, que lo llamó “el emir de los fieles”.

El respaldo del heredero de Osama bin Laden aseguró sus credenciales yihadistas con los viejos aliados de los talibanes.

El movimiento islamista ha publicado solo una fotografía de Akhundzada hace cinco años cuando asumió su liderazgo. Y esa imagen, donde aparece con barba gris, turbante blanco y mirada desafiante, era de dos décadas atrás, según los talibanes.

Dirigentes del gobierno afgano derrotado y numerosos analistas occidentales son escépticos y creen que el líder murió años atrás. Para ellos, la visita a la madrasa fue un engaño organizado.

No sería nuevo. Durante dos años, los talibanes pretendieron que su fundador, el mulá Omar, estaba vivo tras su muerte en 2013.

Akhundzada “lleva mucho tiempo muerto y no ha tenido ningún papel en la toma de Kabul”, indicó un responsable de seguridad del antiguo gobierno a AFP. Murió junto a su hermano en un ataque suicida en Quetta (Pakistán) “hace unos tres años”, opina una fuente. Esta teoría, con algunas variaciones, se considera creíble por varias agencias de inteligencia extranjeras.

Otra fuente de seguridad regional asegura a AFP que “nadie confirmará ni nadie negará” la presunta muerte del líder supremo talibán.

El Pentágono y la CIA no respondieron a las solicitudes de AFP sobre esta cuestión.

Según su biografía oficial, su auge fue meteórico tras la toma de los talibanes de Kabul en 1996. Dirigió una madrasa local, fue juez en la corte provincial de Kandahar, después dirigió un tribunal militar hasta el 2000. Cuando los talibanes fueron depuestos en 2001, estaba al mando del tribunal militar de Kabul.

Akhundzada huyó a Pakistán, encontrando cobijo en Quetta. Su conocimiento de la ley islámica lo convirtió en jefe del sistema judicial en la sombra de los talibanes.

Si estuviera muerto, la rivalidad con la rama local del grupo Estado Islámico, el ISISI-K, explicaría por qué los talibanes ocultan su deceso. “Si anuncian que Akhundzada ya no está y están buscando un nuevo emir, fraccionaría a los talibanes y el ISIS-K se podría aprovechar”, afirma una fuente.

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