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Violencia política en Argentina

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Un fantasma recorre la Argentina, es el fantasma de la violencia política. Asesinó a un joven radical en Jujuy; quemó urnas en Tucumán y disparó insultos de alto calibre desde el gobierno kirchnerista de Formosa contra un futbolista muy querido: Carlos Tevez.

La hipocresía kirchnerista, la impotencia opositora y la apatía de la sociedad abren el camino para que la violencia política avance desde ese norte feudal hacia el resto del país.

La elección de Tucumán fue una postal de violencia y fraude; mientras los bulliciosos militantes de La Cámpora y la legión de intelectuales, artistas y periodistas que alaban a la presidenta y sacralizan la palabra "militancia", guardaron un silencio vergonzoso frente al asesinato del militante radical que repartía volantes opositores cuando lo balearon.

La presidenta no se disculpó por haber minimizado el crimen y haber mentido sobre la pertenencia política del muchacho. La desmintió la propia madre de Ariel Velásquez, además de innumerables fotos y testigos.

La juventud kirchnerista, que llena los patios de la Casa Rosada para alabar a Cristina, no mostró su solidaridad con un joven ejecutado debido a su militancia política. Tanto ellos como los intelectuales, artistas y periodistas, además de la mismísima presidenta, quedaron en evidencia cuando la muerte del activista descorrió el velo de la hipocresía oficialista. Al mismo tiempo se evidenció la pavorosa impotencia opositora. En otro tiempo, la Juventud Radical habría ganado la calle para repudiar el crimen de un militante. También debió expresarse en la calle la juventud del Pro, para demostrar que no solo se junta a ovacionar a Macri cuando baila entre globos después de cada elección.

En Argentina no hay reacción para frenar la violencia política. La quema de cientos de urnas y el turbio escrutinio en Tucumán, seguramente quedarán impunes. Entre las postales de violencia aparece también la andanada de insultos que recibió Teves desde el gobierno kirchnerista de Formosa, por describir una realidad que está a la vista en esa provincia norteña: el obsceno contraste entre la miseria generalizada y la opulencia amurallada. "El Apache" no es solo un gran futbolista.

También es un ídolo que no perdió la humildad ni renegó de su origen pobre. Y a la descripción de la desigualdad que vio en Formosa no la hizo con intención política. Pe-ro recibió una brutal descarga de agravios por describir la realidad que rebate el relato kirchnerista.

La Bitácora

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