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Violencia o detención, el drama de los migrantes

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Migrantes de El Salvador, Honduras y Guatemala intentar entrar a EE.UU. Foto: Reuters

EMIGRANTES Y REFUGIADOS: EL OTRO DRAMA

Escapan de Centroamérica ante violencia; incertidumbre al solicitar asilo en EE.UU.

Después de que Willians Bonilla huyó de las amenazas de una pandilla callejera en Honduras hace dos años para buscar asilo en Estados Unidos, pasó siete meses detenido solo para ser deportado a su tierra natal en Centroamérica y enfrentar nuevamente a sus atacantes.

Es por eso que el pintor de automóviles de 26 años regresó rápidamente a la frontera con Estados Unidos, ahora con su esposa y su hijo de dos años. Cruzaron Guatemala hasta el sur de México y luego, en una caravana improvisada y criticada implacablemente por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recorrieron 1.242 kilómetros al norte de Tijuana.

La mayor parte de los migrantes de la caravana son de El Salvador, Guatemala y Honduras y como Bonilla enfrentan una situación difícil. Huyendo de la violencia de las pandillas, la agitación política y los problemas eonómicos buscan refugio en Estados Unidos pero con poca certeza de que tendrán una bienvenida, especialmente en la época de Trump.

Las posibilidades de que se le otorgue asilo son escasas. Muchos podrían enfrentar largas detenciones y ser separados de sus familias mientras esperan audiencias judiciales que podrían terminar con órdenes de deportación.

Bonilla no desea ahora luchar por el asilo, no está dispuesto a soportar nuevamente las privaciones de la detención estadounidense y la tortuosa espera de un juicio ante un juez de inmigración, solo para ser rechazado y devuelto al letal atolladero del que ha huido dos veces.

En cambio, la familia decidió que su esposa e hijo solicitaran asilo pensando que tenían mejores oportunidades debido a su vulnerabilidad y al hecho de que ya tenían familiares en Estados Unidos. Agudo e ingenioso, Bonilla —quien soñaba con estudiar arte pero se convirtió en un pintor de autos— dijo que su decisión fue difícil.

"Ella ya sabe los problemas que se vive", dijo Bonilla de su esposa, quien ha vivido en la zona más terrible de Honduras, pero incluso esa experiencia podría no suavizar el impacto de llegar a Estados Unidos. "Ellos no tienen idea de lo que se vive del otro lado".

Su mirada se estristeció cuando recordó el encarcelamiento primero en una instalación administrada por el gobierno de Texas, que él recordó como "bien", y luego en el privado Centro de Detenciones Stewart en Lumpkin, Georgia, que llamó "un sumidero".

Trump ha hecho de su postura de línea dura en materia de inmigración una parte integral de su presidencia y ha abogado por un muro a lo largo de la frontera con Estados Unidos y México para frenar el flujo de migrantes.

Sin embargo, aproximadamente 5,000 hondureños, guatemaltecos y salvadoreños recibieron entrevistas cada mes en 2017, el primer paso para solicitar asilo, de acuerdo con los datos más recientes de Estados Unidos.

Al menos 140 inmigrantes de la caravana planean solicitar asilo. Las autoridades de los Estados Unidos permitieron el acceso de unos pocos a la vez desde el lunes, en su mayoría mujeres y niños, a través del puerto de entrada de San Ysidro a California, y gran parte del grupo acampó cerca del cruce esperando la entrada.

ESCENARIO

Deben dar pruebas de temor a la persecución

Decenas de los miembros de caravanas describieron a Reuters que huían de condiciones espantosas que incluían violencia sexual, persecución política, dificil situación economica y amenazas letales para ellos o para sus familiares en zonas con algunas de las tasas de asesinatos más altas del mundo.

Los migrantes que huyeron de las brutales bandas "Barrio 18" o de la Mara Salvatrucha MS-13 después de negarse a unirse a ellos, o pagar dinero de protección, dijeron que continuaron recibiendo amenazas en México. Al menos dos relataron que habían recibido mensajes de que los familiares en su hogar serían asesinados si no enviaban el pago.

Una vez que llegan a Estados Unidos, los solicitantes de asilo deben demostrar temor a la persecución debido a su raza, religión, nacionalidad o pertenencia a un grupo social en particular. Las amenazas criminales o la violencia en sí mismas no se consideran motivo suficiente para el asilo.

El Gobierno de Trump ha citado un aumento de más de diez veces en las solicitudes de asilo en comparación con 2011, incluyendo un número creciente de familias y niños y un cambio hacia más centroamericanos como señales de que las personas están aprovechando fraudulentamente el sistema. Trump tiene como objetivo cambiar la ley para que sea más difícil pedir asilo.

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