Las violaciones al cese del fuego aumentan en Siria, mientras ningún convoy de ayuda humanitaria ha logrado todavía llegar hasta los civiles. En tanto, se incrementa el tono polémico entre los dos patrocinadores de la tregua, Rusia y Estados Unidos.

Tras un diálogo telefónico entre el ministro del Exterior ruso, Serghei Lavrov, y el secretario de Estado John Kerry, Moscú dijo estar "dispuesta a prolongar por otras 72 horas el régimen de alto el fuego" que entró en vigor el lunes, y afirmó que las fuerzas sirias respetan los compromisos tomados.

"Sin embargo, esperamos medidas decididas por la parte estadounidense para influir en los grupos armados controlados por ellos", subrayó el general Viktor Poznikir, primer vicecomandante del Estado Mayor ruso.

La lectura de la situación por parte de Washington, es diferente. En su diálogo con Lavrov, Kerry dijo lamentar las "repetidas" e "inaceptables" dificultades interpuestas por las fuerzas gubernamentales sirias al acceso de las ayudas humanitarias, en particular a la zona oriental de Aleppo, en manos de insurgentes y asediada por los leales.

El secretario de Estado invitó, por tanto, a Moscú a presionar "al régimen de Bashar al Assad para que permita a las ayudas humanitarias llegar hasta Aleppo y a otras zonas en estado de necesidad".

De otro modo, dijo Kerry claramente, Estados Unidos no aceptará poner en marcha junto a Rusia la prevista estructura para la coordinación de actividades de inteligencia y militares contra los grupos yihadistas: no solo contra Estado Islámico sino también contra el Frente Fatah ash Sham (ex Nusra), simpatizantes de Al Qaeda.

En medio de esta confusa situación, Naciones Unidas lamentó que permanecieran detenidos en la frontera turca dos convoyes humanitarios, integrados por 40 camiones destinados a Aleppo.

Según un balance del Observatorio Nacional para los Derechos Humanos en Siria, el jueves se registraron 54 muertes. Entre ellas, las de al menos 25 civiles, entre los cuales había 9 niños, que perdieron la vida en ataques aéreos en la provincia oriental de Dayr az Zor, en un territorio controlado por Estado Islámico y por lo tanto excluido de la tregua.

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