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El vice, un hombre clave para las alianzas

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Michel Temer, un político experimentado en el arte de las alianzas, asumió ayer su segundo mandato como vicepresidente de Brasil, con el mismo reto de hace cuatro años: el de tejer la articulación política que facilite la gobernabilidad de Dilma Rousseff hasta 2018.

El papel del vicepresidente toma más protagonismo para el nuevo mandato de Rousseff después de que el gobernante Partido de los Trabajadores (PT) y la base aliada, encabezada por el Partido del Movimien- to Democrático Brasileño (PMDB), de Temer, perdieran espacio en el Congreso ante la oposición y movimientos minoritarios.

A pesar de existir en Brasil la Secretaría de Relaciones Institucionales, órgano con estatus ministerial para el enlace entre el Ejecutivo y el Legislativo y que tendrá como titular al diputado Pepe Vargas (PT), será Temer siempre el primer llamado a convocar a las fuerzas políticas para respaldar a Rousseff en el Congreso.

En 2010, en el último año de Gobierno del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, Temer cumplió un importante papel desde la Presidencia de la Cámara de Diputados y su labor en el Congreso a favor de la bancada de apoyo impulsó su nombre para integrar la fórmula con Rousseff.

Temer, un abogado de 74 años de una familia de origen libanés, preside el PMDB, la mayor colectividad política del país y principal soporte en la coalición del Gobierno de Rousseff, partido que además cuenta entre sus principales cuadros políticos al expresidente José Sarney (1985-1990).

El nombre de Temer ha sido citado en la investigación de varios escándalos de corrupción que vinculan a políticos, incluso antes de que el PT llegara al Gobierno, pero nunca el vicepresidente fue acusado formalmente o inhabilitado políticamente.

Temer es visto hoy como un garante de estabilidad en la coalición de Dilma.

Michel Temer

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