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UE: el futuro entre signos de pregunta

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Un resultado inquietante. Se impuso un salto al vacío. Empiezan a triunfar los retrocesos.

En el proceso globalizador, la conformación de bloques regionales es un paso hacia adelante. Pero los británicos dieron un paso hacia atrás, porque eligieron ensimismarse. Por eso Donald Trump festejó eufórico el resultado. También se alegraron los nacionalismos euro-fóbicos como el Frente Nacional francés.

En definitiva, el fantasma que hoy recorre Europa no es el del comunismo que vaticinaba Marx en el Manifiesto, sino el de la desintegración del bloque.

Los pasos en sentido contrario al proceso global atraen a todos los nacionalismos extremos. Eso explica que, mientras la cara visible del Brexit era el popular exalcalde de Londres Boris Johnson, la cara invisible, pero muy relevante en las argumentaciones pro-salida fue Nigel Farage, el líder del radicalizado Partido Independiente, la versión británica del partido de Marine y Jean-Marie Le Pen.

Por ese auge de los nacionalismos aislacionistas y las figuras que, como Trump, proponen aislar sus potencias recurriendo incluso a la construcción de muros, Gran Bretaña puede tener un efecto Big Bang en la UE. Pero lo que viene aún es impredecible, incluso para el propio Reino Unido.

Al fin de cuentas, en Escocia y el Ulster (los seis condados del norte irlandés), se votó masivamente por la permanencia. A esas naciones británicas les conviene ser partes de la UE, por eso pueden iniciar procesos para decidir si seguir casadas con Inglaterra y Gales al precio de divorciarse de Europa, o abandonar el hogar británico para seguir siendo parte de la comunidad con capital en Bruselas.

En Ulster, la comunidad católica se replanteará si seguir en Reino Unido o salir para integrarse a Irlanda y seguir en la UE. Lo insinuó de inmediato el líder del partido católico Sinn Fein y viceprimer ministro norirlandés Martin McGuinness.

En cierto modo, británicos y europeos entraron en la dimensión desconocida. No está claro que salir de Europa y recobrar plena soberanía en las decisiones propias, desplegará y potenciará la economía británica, como afirman los que impulsaron el Brexit. Lo que parece claro es que, en lo inmediato, el tembladeral auyentará inversiones de Europa y, probablemente, vuelva más atractivos países de estas latitudes como la Argentina que abandona el populismo, y Colombia, cuya economía pudo crecer en las últimas dos décadas con guerra, ergo, promete mucho más con su flamante paz.

LA BITÁCORACLAUDIO FANTINI

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