Reacción por el freno de eurodiputados al ingreso al bloque.

El presidente turco Recep Tayyip Erdogan amenazó ayer viernes con abrir las fronteras para permitir el paso de los migrantes que quieren ir a Europa. La amenaza del régimen turco es en reacción a la votación en el Parlamento Europeo de una moción para congelar las negociaciones de adhesión de Turquía a la Unión Europea (UE).

"Cuando 50.000 migrantes se agolparon en el puesto fronterizo de Kapikule (frontera turco-búlgara) ustedes pidieron ayuda. Y empezaron a preguntarse: ¿Qué haremos si Turquía abre sus fronteras?", dijo Erdogan. "Escúchenme bien. Si van más lejos, esas fronteras se abrirán, métanse eso en la cabeza", lanzó el presidente en un discurso en Estambul.

La UE ha mantenido una relación delicada con Turquía. Sin embargo, pese a sus observaciones por las violaciones de los derechos humanos y la libertad de prensa en ese país, necesita de la cooperación turca para mantener reducido el número de refugiados e inmigrantes que llegan a Europa.

Turquía dice que posee la mayor población mundial de refugiados, con unos 2,7 millones de sirios y 300.000 iraquíes.

Así, es improbable que los gobiernos de la UE hagan caso a la votación del Parlamento Europeo.

Austria ha liderado los llamados para detener la membresía de Turquía, pero Alemania, Francia y la mayoría de los estados de la UE respaldan por ahora que se mantenga el vínculo y temen poner en riesgo la colaboración de Erdogan en el tema migratorio.

El pacto con Turquía sobre los migrantes permitió reducir a tan solo unas decenas el número de personas que llegan a diario a las islas griegas del Egeo, frente a las miles que lo hacían durante el verano boreal de 2015.

"Consideramos el acuerdo entre Turquía y la UE como un éxito común y la continuación de ese acuerdo interesa a todos", declaró Ulrike Demmer, la portavoz de la canciller alemana, Angela Merkel. "Las amenazas de ambos lados no llevan a ningún lado", añadió.

Además una ruptura con Turquía podría tener efecto en los procesos electorales del próximo año en varios países europeos, como Francia y Alemania, donde la cuestión migratoria seguramente será uno de los temas centrales de las campañas de los candidatos.

A cambio del acuerdo migratorio, Turquía pidió una exención de visados para sus ciudadanos que viajen al espacio Schengen (lo integran 25 países europeos), la apertura de nuevos apartados en el proceso de adhesión a la UE y una ayuda financiera para acoger a tres millones de refugiados que están en suelo turco.

Pero el acuerdo sobre los visados se estancó, ya que la UE reprocha a Turquía por no cumplir con los 72 criterios necesarios. Y el régimen de turno afirma que el pacto migratorio no seguirá si no se avanza en esa cuestión.

Además, en estos días apareció otro tema que podría tensar aún más la situación: la pena de muerte. Erdogan repitió que promulgaría la reinstauración de la pena de muerte, abolida en 2004, si el Parlamento de turno lo vota, a pesar de las advertencias de los dirigentes europeos, que juzgan esta medida incompatible con una adhesión a la UE.

En Estambul, respondiendo a una multitud que apelaba al presidente al grito de "¡Queremos la pena de muerte!", Erdogan declaró: "Cuando ustedes piden (la pena capital), esos señores se molestan". "¿Qué dije? Que validaría esta decisión si pasaba por el Parlamento", agregó el jefe del Estado turco.

La UE ha criticado a Turquía por la represión tras el fallido golpe de Estado del 15 de julio. Más de 100.000 personas, principalmente profesores, militares y magistrados, fueron detenidos, despedidos o suspendidos tras el intento de golpe.

Ayer, en una medida sin precedente desde que comenzaran las purgas, las autoridades anunciaron ayer viernes la readmisión de más de 6.000 profesores que habían sido suspendidos tras la intentona golpista.

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