El gobierno de Túnez decretó ayer un toque de queda en todo el país, tras varios días de protestas que marcan una movilización social no vista desde la revolución de 2011 que derrocó a Zine el Abidine Ben Ali, que llevaba más de 20 años en el poder.
"Ante los daños contra las propiedades públicas y privadas y el peligro que representa la continuación de estos actos para la seguridad de la patria y de los ciudadanos, se decidió proclamar a partir de hoy (viernes) un toque de queda en todo el territorio tunecino de 20.00 a 05.00", informó el Ministerio del Interior.
"Cualquier persona que desobedezca esta decisión se expone a ser procesada, salvo que sea una emergencia médica o alguien que trabaje de noche", estipuló el gobierno en el comunicado, en el que llamó a todos ciudadanos a respetar el toque de queda. Cinco años después de que fuera derrocado Ben Ali, las manifestaciones contra la miseria y para pedir justicia social tuvieron su epicentro en Kasserine, una zona desfavorecida del centro del país el sábado pasado.
En la marcha para expresar el descontento popular por el desempleo y la pobreza un desempleado murió cuando intentaba trepar a un poste de electricidad, en medio de los choques entre manifestantes y policías. Desde entonces, las protestas se extendieron zonas aledañas y a la capital, en el Mediterráneo.
"Se trata de la crisis social más grave desde 2011", declaró el analista independiente Selim Kharrat, quien señaló que las manifestaciones están extendidas a todo el territorio.
Ante la degradación de la situación, el primer ministro Habib Essid acortó su visita a Europa, donde participaba en el Foro de Davos, y anunció que presidirá hoy un consejo de ministros excepcional.
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