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Trump bajo fuego por su tibieza al condenar a los supremacistas

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En la ciudad de Charlottsville, la gente protestó contra grupos racistas. Foto: Reuters
Protesters march against white nationalism in New York City, the day after the attack on counter-protesters at the "Unite the Right" rally organized by white nationalists in Charlottesville, Virginia, U.S., August 13, 2017. REUTERS/Joe Penney NEWYORK-PROTEST/
JOE PENNEY/REUTERS

La Casa Blanca se vio obligada a repudiar expresamente al KKK y los nazis.

Donald Trump trató ayer domingo de acallar las críticas por su tibia condena a los disturbios del sábado durante una marcha de grupos de extrema derecha, que terminó con una mujer muerta. Voces de todos los sectores —incluido el Partido Republicano— reprobaron que Trump condenara la violencia de ambas partes, en lugar de censurar directamente a los supremacistas blancos y neonazis que marcharon por la ciudad de Charlottesville, en Virginia.

La Casa Blanca tuvo que salir al paso para aclarar las palabras de Trump. "El presidente dijo de la forma más enérgica en sus declaraciones de ayer (sábado) que condena todas las formas de violencia, fanatismo y odio. Esto incluye evidentemente a supremacistas blancos, neonazis, el KKK y todo tipo de grupos extremistas", señaló en un comunicado. Por último, insistió en el llamado de Trump "a la unidad nacional de todos los estadounidenses".

Aunque calificó de "terrible" lo sucedido, Trump no citó expresamente a los supremacistas blancos que habían convocado la marcha "Unir a la Derecha", entre los que se encontraba David Duke, exlíder del KKK, y algunos de los cuales portaban esvásticas nazis. Estos protestaban por la retirada de una estatua en el centro de Charlottesville del general confederado Robert E. Lee, considerado un símbolo de la defensa de la esclavitud y el racismo.

Durante los altercados, una mujer de 32 años murió al ser arrollada por un coche que embistió a la multitud que se oponía a la marcha. Otras 19 personas resultaron heridas en los enfrentamientos.

Las palabras de Trump en la tarde del sábado levantaron una ola de críticas, porque los estadounidenses esperaban una condena clara y fuerte contra los movimientos radicales. El presidente optó en cambio por dirigirse a ambos bandos de la misma forma. "Condenamos en los términos más firmes posibles esta exhibición atroz de odio, fanatismo y violencia procedente de varios lados", dijo en Bedminster (Nueva Jersey), donde está de vacaciones.

En la ciudad de Charlottsville, la gente protestó contra grupos racistas. Foto: Reuters
En la ciudad de Charlottsville, la gente protestó contra grupos racistas. Foto: Reuters

Su hija Ivanka, que también es asesora presidencial, fue más concreta y condenó "el racismo, la supremacía blanca y los neonazis", afirmando en una serie de tuits ayer domingo que "no hay lugar en la sociedad" estadounidense para tales ideas.

Los críticos de Trump hicieron rápidamente las conexiones entre la tibieza de sus declaraciones tras la violencia en Charlottesville y la ambigüedad que ha ido cultivando ante la extrema derecha desde su campaña electoral.

Gran parte de la derecha alternativa, conocida como "Alt Right", apoyó a Trump en su camino a la Casa Blanca y éste se ha negado reiteradamente a distanciarse con claridad de algunos de sus grupos o líderes.

Como resultado a sus declaraciones, Trump fue criticado incluso por miembros de su propio campo republicano. El senador por Florida, Marco Rubio, opinó que sería "muy importante" escuchar al presidente "describir los eventos en Charlottesville por lo que fueron: un ataque terrorista de supremacistas blancos".

"Si yo fuera presidente de Estados Unidos y estas personas mostraran simpatía por mí y por mi programa, me perturbaría", comentó por su parte el también senador Lindsey Graham, que cada vez más se inscribe en la oposición interna a Trump dentro de la familia republicana.

En Charlottesville, ciudad universitaria de unos 50.000 habitantes a apenas 200 km de Washington, los votantes demócratas son una abrumadora mayoría y el espíritu aperturista es simbolizado por la prestigiosa universidad fundada en 1819 por el presidente Thomas Jefferson.

La ex candidata demócrata Hillary Clinton también criticó a Trump, aunque sin nombrarlo. "Cada minuto que permitimos que esto persista a través del estímulo tácito o la inacción es una desgracia, y corroe nuestros valores", tuiteó.

El expresidente Barack Obama, cuyas intervenciones públicas sobre la actualidad se han vuelto inusuales, eligió citar a Nelson Mandela: "Nadie nace odiando a otra persona debido al color de su piel, sus orígenes o su religión".

"El presidente debe denunciar claramente las ideologías de la supremacía de la raza blanca en todas sus formas", exigió ayer domingo la Liga Anti-Difamación (ADL).

"Quería detener el odio y la injusticia"

La víctima del atropello del sábado durante la marcha racista en Charlottesville fue identificada ayer domingo como Heather Heyer, de 32 años. Asistente de un bufete de abogados y residente de Charlottesville, Heyer fue "atropellada por un vehículo cuando ejercía pacíficamente su derecho a la libertad de expresión (...) Este acto de violencia sin sentido desgarra nuestros corazones colectivos", aseguró el Ayuntamiento en un comunicado.

Las autoridades de la ciudad aseguraron que la víctima fue atropellada cuando "cruzaba la calle", pero según familiares y amigos citados por la prensa local, se encontraba en el lugar para protestar contra la marcha racista. El autor del atentado fue James Alex Fields Jr., de 20 años y raza blanca, que lanzó su auto contra un grupo de manifestantes contra la marcha de supremacistas.

La madre de Heyer, Susan Bro, declaró a los medios que su hija era una persona muy preocupada por los problemas sociales y había acudido a la marcha contra el racismo porque "se trataba de poner fin a la injusticia". "A Heather no le movía el odio, sino detener el odio, acabar con la injusticia", aseguró la madre al Huffpost, y agregó que no desea que su muerte se convierta en motivo para generar más odio, sino en un "clamor por la justicia, la igualdad, la equidad y la compasión".

Las estatua de la discordia

En varias ciudades del sur de Estados Unidos, el nombre del general Robert Lee y de otros jefes militares de la Confederación durante la Guerra de Secesión (1861-1865) están presentes en calles, escuelas, parques y monumentos. Lee fue comandante general del Ejército Confederado, y es considerado un héroe por los grupos racistas, que lo llaman "el salvador del sur". Su lugar en la historia estadounidense siempre fue polémica. En 2015 una escuela de la ciudad de San Antonio que llevaba el nombre de Robert Lee fue rebautizada, y en mayo pasado Nueva Orleans retiró una estatua del general,

junto con otras de Jefferson Davis, presidente de la Confederación proesclavitud durante la guerra civil, y de Pierre Beauregard, general del ejército confederado. Ahora le tocó el turno a Charlottesville de reescribir la historia.

Charlottesville revive la violencia racial en los EEUU de Trump
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