Publicidad

Una tradición bajo clima gélido

Compartir esta noticia
Asunción de Barack Obama. Foto: AFP
US President Barack Obama and First Lady Michelle Obama take part in the inaugural parade walk down Pennsylvania Avenue towards the White House, following Obama's second inauguration ceremony as 44th president January 21, 2013. AFP PHOTO/Doug MILLS /POOL US-POLITICS-INAUGURATION-PARADE

Del “pregúntate qué puedes hacer por tu país” de Kennedy al “sí, se puede” de Obama.

Kennedy puso el listón alto con su "no preguntes qué puede hacer tu país por ti...", Obama fue historia en sí mismo como primer presidente negro y William Henry Harrison se agarró una neumonía mortal por dar el discurso sin abrigo. Hoy viernes será el explosivo Donald Trump quien escriba su página en la historia.

La Constitución no dice mucho sobre cómo debe ser la gran cita cuatrienal, solo la fecha y el juramento. La pompa y los fastos de las tomas de posesión modernas son el resultado de años de evolución de una tradición que inauguró en 1789 George Washington.

Poco tiene que ver la grandiosidad de las investiduras actuales con el sobrio repique de campanas de entonces, cuando Nueva York era la capital, o con el esfuerzo de Thomas Jefferson en 1801, la primera celebrada en Washington DC, por evitar cualquier tinte de ceremonia monárquica.

Periodistas que cubrieron la de Obama en 2009 y varias otras antes que esa, la recuerdan como "la madre de todas las investiduras".

Con 1,8 millones de personas esperanzadas con el lema "Yes, we can" (Sí, se puede) del primer presidente afroamericano, esa ceremonia estableció un récord del que, según las estimaciones que se manejan, Trump quedará muy por detrás.

El magnate podría ver así frustrados hoy viernes los dos sueños confesos que tenía para su investidura: superar el récord histórico de Obama —como pidió a sus seguidores en Twitter en diciembre— y ofrecer un gran espectáculo, algo que parece difícil, pese a su pasado de estrella de televisión, porque ningún artista de renombre ha accedido a actuar para él.

Trump tiene posibilidades de batir otro récord: el de congregar las mayores protestas. El último presidente republicano, George W. Bush, tuvo las más numerosas en 30 años en su primera investidura (2001), tras unas elecciones de recuento y Tribunal Supremo que dejaron el país rasgado por la mitad.

El controvertido y temido magnate llega a la Casa Blanca no solo con el país partido en dos, sino rodeado además de una nube de desazón que hace a muchos evocar con anticipada nostalgia la bocanada de optimismo que supusieron las investiduras de Obama (2009), Ronald Reagan (1981) y John F. Kennedy (1961).

El joven y atractivo Kennedy, 27 años más joven que su antecesor, ofreció un memorable discurso en el que dijo que la antorcha había pasado a una nueva generación de estadounidenses y pronunció el recordado "No preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país".

Lo "impresionante" del discurso de Ronald Reagan, que con casi 70 años ha sido el presidente con más edad al asumir el cargo hasta Trump (70), fue "el optimismo que propuso tras un período en el que el país sentía que estaba en declive", indica la historiadora presidencial Doris Kearns Goodwin.

"Comencemos una era de renovación nacional, renovemos nuestra determinación, nuestro coraje y nuestra fuerza, renovemos nuestra fe y nuestra esperanza", arengó Reagan, que inauguró las investiduras en el lado oeste del Capitolio, más vistoso que el este al mirar al National Mall y permitir un mayor número de espectadores.

Desde entonces, todas las investiduras se han celebrado en ese lado del Capitolio salvo la segunda de Reagan (1985), que tuvo que trasladarse al interior, a la Rotonda, porque fuera hacía 14 grados bajo cero.

Las gélidas temperaturas son parte de la tradición de las investiduras en Estados Unidos, que primero se celebraban el 4 de marzo —aún riguroso invierno en Washington— y, desde 1937, tienen lugar el 20 de enero —el mes más frío en la capital— tras la ratificación de la Vigésima Enmienda a la Constitución.

La historia enseña que no conviene arriesgarse. William Henry Harrison (1841) pronunció 8.000 palabras durante casi dos horas en un gélido 4 de marzo sin abrigo ni sombre- ro. El discurso más largo y la Presidencia más corta: contrajo una pulmonía y murió un mes después.

Trump tendrá más suerte con las temperaturas, más altas de lo normal para enero, pero las últimas predicciones anuncian posibilidad de lluvias que podrían deslucir la ceremonia.

La Casa Blanca, la residencia presidencial y sede del gobierno estadounidense, pasará por cambios importantes con la llegada de Trump, aunque no le añadan salones con techo y paredes doradas.

Franklin D. Roosevelt tenía su rincón favorito para la transmisión de sus mensajes entre 1933 y 1944; Kennedy utilizó como pocos el entonces novedoso poder de la televisión, y Obama encontró muy pocos problemas que él no podía resolver con un buen discurso.

En tanto, a Trump le gusta Twitter. Y le gusta mucho (aunque él lo niega). Y es poco probable que eso cambie cuando esté en la Casa Blanca. Aun sus asistentes más próximos admiten que no saben anticipadamente cuándo el jefe soltará uno de sus torpedos de 140 caracteres.

"No sé si es la más fabulosa casa de Estados Unidos, o la corona de nuestro sistema carcelario", dijo una vez el presidente Bill Clinton sobre la vida dentro de la Casa Blanca.

Trump podrá elegir usar su propio apartamento en Nueva York, pero con aviones que pasan constantemente en las proximidades del edificio y sin un perímetro de seguridad, esa posibilidad representa una pesadilla para el Servicio Secreto. Asesores indican que la salida más probable para Trump será su lujoso club Mar-a-Lago, en Palm Beach, Florida.
(EFE, AFP)

"Filosófico".

Donald Trump pronunciará hoy viernes, durante su juramento como 45º presidente de Estados Unidos, un discurso "muy personal" que tendrá un tono "filosófico", según su vocero, Sean Spicer. "Será una presentación muy personal y sincera de su visión del país", dijo Spicer. "Explicará lo que significa ser estadounidense, los desafíos a los cuales estamos confrontados", señaló, y evocará en particular el tema de la educación. "No será un programa detallado sino más bien un documento filosófico, de su visión del futuro del país", indicó.

De combatir a Trump, a su asesor.

A la cabeza de la Cámara de Comercio Hispana de EE.UU., Javier Palomarez se opuso a Donald Trump, llamándolo incluso "payaso". Pero ahora se convirtió en su asesor. "Como una asociación que representa a 4,2 millones de negocios de hispanos, que contribuyeron con 668.000 millones de dólares a la economía, nos queda muy claro que tenemos que estar dentro del juego".

Polilla "Neopalpa Donaldtrumpi".

Un científico canadiense, Vazrick Nazari, se inspiró en Trump para apodar a una nueva especie de polilla porque su cabeza dorada se parece al singular peinado del futuro presidente. La Neopalpa donaldtrumpi se sitúa en el sur de California pero su hábitat se extiende hasta Baja California, en México, y es la primera especie científicamente bautizada en referencia a Trump.

IVANKA TRUMP.

La hora de los hijos en la Casa Blanca.

nLa esposa de Jimmy Carter, Rosalynn, participaba en reuniones de gabinete, Eleanor Roosevelt ofrecía conferencias de prensa, Hillary Clinton intentó conducir una reforma del sistema de salud, y Michelle Obama se convirtió en un modelo para las generaciones más jóvenes.

Melania Trump no parece inclinada a tener una presencia política como primera dama. Trump ya indicó que Melania y Barron, el hijo de ambos de 10 años, permanecerán en Nueva York por cuestiones escolares. Pero con Ivanka Trump podría ser diferente. La hija de Trump, de 35 años, así como su marido Jared Kushner, parecen destinados a tener presencia política en la Casa Blanca. Ivanka ha sido una presencia casi constante junto a su padre, y Kushner ha sido formalmente nombrado "asesor especial del presidente".

Prácticamente no hay precedentes de hijos de presidentes con un papel formal en la Casa Blanca, en parte por las leyes sobre nepotismo. El último caso conocido es el de John Quincy Adams, hijo del presidente John Adams (1797-1801). John Quincy Adams sirvió como emisario de su padre en Prusia, antes de él mismo convertirse en presidente en 1825.

Hillary ambienta su regreso a la política.

¿Podría Hillary Clinton regresar a la política luego de su derrota ante Donald Trump? El éxito que enfrenta cada vez que sale de casa podría hacerle reflexionar, y la alcaldía de Nueva York sería su primera opción. Unos días después de la elección, cuando daba un paseo por el bosque cercano a su casa de Chappaqua, en el norte de Nueva York, se cruzó con una joven madre que se sacó un selfi con ella y lo colgó en las redes sociales, desatando un torrente de testimonios de solidaridad. Desde entonces, la exsecretaria de Estado de 69 años ha multiplicado las salidas "sorpresa", inmortalizadas también en Facebook o Twitter por personas felices de haberla cruzado: la gala de Unicef a fines de noviembre con la cantante Katy Perry y salidas a restaurantes selectos de Manhattan como el Rao o el Polo Bar, el restaurante de Ralph Lauren, el modisto que la vistió durante la campaña. El 8 de enero fue incluso ovacionada en un teatro de Broadway adonde asistió a la última presentación de "El Color Púrpura".

El eterno femenino de una imaginativa pintora
Asunción de Barack Obama. Foto: AFP

LA ERA TRUMP: TRANSICIÓN EN EE.UU.

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad