La ferocidad de Estado Islámico emergió el viernes en Libia, donde tres atentados suicidas causaron casi 50 muertos, en medio de negociaciones con la ONU de garante que pretenden crear cierto equilibrio en un país también desmembrado por sangrientas luchas internas.
Agresores suicidas de EI, a bordo de tres coches bomba, desataron una masacre con decenas de víctimas en el este, mientras que las dos facciones del país que la ONU intenta unir para luchar contra la invasión jihadista se muestran hostiles entre sí y se atacan verbalmente en un cuadro nada alentador.
Los ataques del grupo extremista islámico dejaron al menos 47 muertos y 80 heridos, entre ellos 26 graves, lo que aviva temores de un empeoramiento de la cifra de víctimas fatales.
El ataque en Al Qubah, según diversas fuentes, golpeó una gasolinera, la sede del Departamento de Seguridad Nacional y el hogar de Aqila Saleh, el presidente del parlamento libio reconocido por la comunidad internacional, quien resultó ileso.
Al Qubah, con 25.000 habitantes, se encuentra a mitad de camino entre Derna, donde desde el otoño boreal pasado el EI hizo establecer un Califato, y Al Bayda, una de las dos sedes del gobierno libio.
"Puede ser derrotado"
La Alta Representante para la política exterior de la Unión Europea, Federica Mogherini, de Italia, afirmó que "el terrorismo puede ser derrotado en Libia", solo a través de "un gobierno unido", pero advirtió que "las partes no deben perder esta oportunidad porque la ventana se está cerrando rápidamente". El EI avanza en Libia aprovechando la caótica situación política e institucional.
Tres coches bomba utilizados en ataque; numerosas víctimas