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El silencio entre rezos en el Santo Sepulcro

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La Iglesia del Santo Sepulcro, no de los lugares sagrados de una ciudad única. Foto: AFP

COMUNIDAD RELIGIOSA

Santo Sepulcro de Jerusalén está cerrado hace casi dos meses a los fieles por la empidemia del COVID-19.

Silencio entre rezos y salmos: este es el ambiente que marca el ritmo de vida de las comunidades religiosas que viven dentro del Santo Sepulcro de Jerusalén, cerrado desde hace casi dos meses a los fieles por las restricciones del coronavirus, su clausura más prolongada de los últimos siglos.

La basílica recibía diariamente a miles de peregrinos y turistas, pero el COVID-19 hizo que las puertas del lugar más sagrado para el cristianismo cerraran por completo al público el pasado 25 de marzo. Superada la peor fase de la pandemia, se estima que su reapertura es inminente.

La ausencia de feligreses no merma la atmósfera sacra del templo donde la tradición sitúa la crucifixión y resurrección de Jesús: las pequeñas congregaciones de monjes franciscanos, curas armenios o griegos ortodoxos que residen de manera permanente en su interior mantienen sus liturgias pese a esta situación excepcional.

Las medidas restrictivas contra el virus alteraron la cotidianidad del mundo exterior, pero entre los muros milenarios del Santo Sepulcro, donde las tradiciones siguen ancladas en el pasado, la rutina de oración de muchos religiosos no cambió. “Seguimos llevando a cabo nuestra dinámica en estos tiempos de pandemia”, explica fray Salvador Rosas, presidente de la fraternidad de franciscanos del santuario.

(Con información de EFE)

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