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Semana movida para Trump: OTAN, Londres y Putin

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Donald Trump: llega con su proteccionismo comercial y los portazos al acuerdo climático y al pacto nuclear. Foto: AFP

Estados Unidos

Para Donald Trump, "los peores enemigos" de su país son a menudo quienes "se dicen sus amigos".

La semana que comienza le dará la oportunidad de poner en práctica esta sorprendente doctrina diplomática, con el riesgo de profundizar aún más las tensiones con sus desorientados aliados.

Trump irá primero a Bruselas a la cumbre de la OTAN (11 y 12 de junio), luego hará una escala en Londres (13) y viajará a Helsinki (16) para encontrarse con Vladimir Putin. Un derrotero tan espectacular como altamente riesgoso.

La secuencia G7/Singapur está en todas las mentes, cuando, en unos pocos días, trató al primer ministro canadiense Justin Trudeau de "deshonesto" y al líder norcoreano Kim Jong Un de "muy dotado".

Numerosos analistas temen que ahora suceda algo similar. "Se pelea con los aliados y se abraza con el adversario", dice de Trump un diplomático europeo.

¿Hasta dónde llegará el intempestivo inquilino de la Casa Blanca? La pregunta se la plantean políticos y observadores a ambos lados del Atlántico.

Trump que prefiere ir al choque para galvanizar a su base y parece dispuesto a llevar muy lejos su consigna de "Estados Unidos primero", ¿conseguirá transformar radicalmente la alianza atlántica, piedra angular de las relaciones internacionales desde hace más de medio siglo?

Si se les cree a los integrantes de su gobierno, la cumbre de Bruselas de la OTAN será clásica, armoniosa y sin sobresaltos. "El tema central será la unidad y la fuerza" de la alianza, afirmó Kay Hutchison, embajadora de Estados Unidos ante la OTAN. Sin embargo, desde hace varios meses Trump transmite un mensaje muy diferente.

Esta semana, ante una enfervorizada multitud reunida en Montana, Trump reservó sus ataques más agresivos a los aliados de la OTAN, que "deben —dijo— comenzar a pagar sus facturas". Estados Unidos está harto de ser "el tonto que paga todo".

Tampoco se privó de lanzar nuevos ataques a "Angela" (Merkel, la jefa del gobierno alemán). Cuando mencionó a Putin, en cambio, ninguna crítica salió de sus labios, ni siquiera respecto a Ucrania o Siria. Sólo la esperanza, reiterada mil veces, de llegar a tener "una buena relación" con el líder ruso. Interrogado unos días atrás sobre un eventual reconocimiento por Washington de la anexión de Crimea por Rusia se limitó a responder: "veremos".

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