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Con el sello del odio cultural

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De no tratarse del país en el que, cada tanto, un "loco suelto" causa masacres o magnicidios, el ataque en la disco gay de Orlando habría mostrado de inmediato la firma del ultra-islamismo.

Estados Unidos es el país en el que un neonazi baleó a Ronald Reagan, un fanático de John Lennon lo asesinó, y a cada rato aparece algún lunático armado hasta los dientes que dispara a mansalva en colegios, universidades, cines o donde sea.

Si no fuera por esa patología, sumada a otra patología norteamericana como es el acceso libre a las armas, la masacre en la discoteca de Orlando habría conducido directamente al fanatismo yihadista en la modalidad del "lobo solitario". Incluso, el lugar elegido como blanco remite a los cimientos de la deformación religiosa que engendró la criminalidad más monstruosa de este tiempo.

En efecto, el punto de partida hacia el odio a la cultura occidental y al laicismo en las sociedades musulmanas fue el egipcio Sayyid Qutb. Filósofo que se formó en la Hermandad Musulmana, bajo los preceptos de su fundador, el imán Hasan al-Bana, pero en las décadas del 50 y 60 del siglo XX, le inoculó un desprecio visceral a Occidente y a las dirigencias seculares del mundo musulmán.

Su libro Milestones (Piedras Milenarias) inspiró el giro del fundamentalismo hacia el terrorismo más desenfrenado, engendrando sectas como Takfir Wal Hijra, de la que surgió el fanatismo del médico cairota Aymán al-Zawahiri, quien luego se convirtió en mano derecha de Osama Bin Laden y elaboró la doctrina yihadista de Al Qaeda.

En las páginas de ese libro, Qutb volcó toda su experiencia de dos años en los Estados Unidos, sociedad a la que describió como enfermizamente individualista y también pervertida. Hay capítulos en los que, precisamente, describe la homosexualidad, por un lado, y el modo de danzar en los night clubs, por otro, como señales inequívocas de la "degeneración" que implican las costumbres de los estadounidenses en particular y de los occidentales en general.

La cultura islámica tiene una fuerte dosis de homofobia, un rasgo de intolerancia que también está presente en las demás religiones.

LA BITÁCORA

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