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Seis meses después, las penurias continúan

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En el municipio de Dorado, Puerto Rico, 6 meses después hay viviendas en escombros. Foto: EFE

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Puerto Rico, pese a ser parte de EE.UU., aún sufre por el devastador huracán María.

Medio año después del paso del huracán María, las cosas siguen igual para muchas personas en Puerto Rico, en especial en el interior, por la falta de electricidad.

La cifra oficial de muertos por el huracán en la isla de 64.

Lo que si tienen claro los habitantes de lo que se conocía como la isla del encanto y ahora muchos llaman la "isla del desencanto", es que hay un antes y después del huracán.

"Esto no es lo que era. Nunca lo volverá a ser. No es que lo de antes fuera perfecto, pero ahora es peor", señala María Cuadrado, una jubilada de 70 años, a quien ahora lo que más preocupa es la nueva temporada de huracanes y quien desde hace solo mes y medio recuperó el servicio de luz.

"Si ya estamos mal como será la cosa si viene uno nuevo dentro de dos meses y medio. No quiero ni pensarlo", reflexiona.

A primera vista es bien visible cuando se hace un recorrido aéreo por la isla que la naturaleza, aunque menos frondosa que antes del 20 de septiembre de 2017, se ha recuperado.

Sin embargo, el bosque tropical de El Yunque, uno de los principales atractivos turísticos de la isla, aún permanece cerrado tras quedar devastado por el ciclón.

La agricultura se encuentra en lenta recuperación, entre ellos el sector avícola, que quedó destrozado tras el paso del huracán María con pérdidas de 39,4 millones de dólares y provocó la muerte de más de un millón de pollos.

Otro aspecto visible es el mar de techos azules colocados por el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos (USACE, por su sigla en inglés). Unos 60.000 techos quedaron inservibles en la isla.

A principios de marzo, la organización había instalado 59.292 toldos azules, un 97 % del total de reclamaciones.

Se calcula que entre 60.000 y 90.000 casas, de acuerdo a la Asociación de Constructores de Hogares, quedaron destruidas.

Tampoco queda al margen del visitante los destrozos en viviendas, en las zonas montañosas de la isla, donde muchas siguen aún en el suelo.

En la capital es habitual ver en los edificios altos ventanas de madera y en las entradas de los mismos, daños aún sin arreglar. Las empresas que habitualmente gestionan los bloques de viviendas achacan el retraso a los seguros.

Una elevada cantidad de semáforos siguen sin funcionar, aunque poco a poco, en las últimas semanas, algunos ya han sido repuestos.

También es visible el cierre de muchos comercios.

Mientras en varios centros comerciales, como en Carolina, comienzan a levantar cabeza con la reapertura en el principal centro comercial de la ciudad de diversas tiendas, en otros lugares como el exclusivo Mall de San Juan, comercios de lujo han anunciado que no reabrirán.

Y es que muchos se han marchado de la isla.

Unas 184.000 personas abandonaron Puerto Rico entre septiembre y noviembre de 2017, período tras el paso del huracán María, lo que supuso una perdida del 6 por ciento de la población.

Sin embargo, sectores como la distribución de bienes y nafta, el renglón turístico, el comercio, la apertura de los puertos y la frecuencia de vuelos, son apartados que lograron recuperar tintes de normalidad poco después del paso del huracán.

ESCENARIO

Miles con velas, pero 93% tiene electricidad

La diferencia, sin duda lo sigue marcando la luz y lo definirá la llegada de la ayuda federal prometida de unos US$ 20.000 millones. Y las cosas no son iguales en la capital, donde pese a estar ya casi toda con el servicio de energía, la electricidad se va en muchas viviendas por la debilidad de la red.

En numerosos pueblos y entre los que se lo pueden permitir el ruido de los generadores ha sustituido al de los pájaros. La dificultad de acceso a muchas poblaciones se hace tarea ímproba para la corporación pública de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE). La empresa informó que un 93,40% de sus clientes ya tiene luz, 1.375.767 abonados.

Algunos siguen con velas. Por ejemplo, en Yabucoa (este), se han adaptado a funcionar con hielo en heladeras portátiles y a cocinar, con comida donada, en pequeños fogones de gas.

"Parece inhumano que medio año después yo esté como el día siguiente", relata la dueña de una ferretería, que bajo anonimato, explica que solo puede abrir su negocio en horas de luz y que sobrevive "porque, aunque sea un contrasentido, se siguen necesitando sierras y tornillos". Para ella, parte de la culpa de que muchos sigan así es de "los de arriba. Los americanos no nos han ayudado casi nada y así estamos...Es una vergüenza, nos consideran ciudadanos de segunda y con el huracán nos lo han dejado saber".

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