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El secuestrador del bus en Río de Janeiro quería “pasar a la historia”

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Una rehén es atendida por personal sanitario tras ser libertada por el secuestrador. Foto: EFE.

BRASIL

Tenía 20 años y fue abatido por un francotirador de la policía; su madre pidió perdón por lo que hizo su hijo.

El secuestrador del autobús con 37 personas abordo en Río de Janeiro que fue abatido ayer martes por un francotirador de la Policía, dijo antes de morir que quería “entrar a la historia”. William Augusto da Silva (20) secuestró a las 5.26 hora un autobús que transportaba pasajeros entre el municipio de Sao Gonçalo, en la región metropolitana de Río de Janeiro, y el centro de la capital fluminense.

“Fue necesario disparar”, declaró a Globo News el coronel Mauro Fliess.

Durante tres horas y 36 minutos, el joven retuvo a los 36 pasajeros y al conductor, aunque en el transcurso de las negociaciones con la Policía liberó a cuatro mujeres, una de ellas embarazada y que se desmayó, y a dos hombres.

El secuestrador, que vestía una camiseta blanca, un pantalón oscuro y cubría parcialmente su rostro, fue impactado al salir brevemente del autobús. Ningún rehén resultó herido.

Después de los disparos, las imágenes en vivo de los canales de televisión mostraron a las personas apostadas en el emblemático puente Río-Niteroil aplaudiendo.

El gobernador de Río de Janeiro, Wilson Witzel, señaló que Da Silva estaba “perturbado mentalmente” y eso no dio tregua para prolongar la negociación de su rendición.

Witzel habló con la madre del secuestrador y, según el gobernador, ella se lamentó por algún “error” cometido en la educación del joven y pidió disculpas por lo que hizo su hijo.

De acuerdo con la Policía de Carreteras Federal (PRF), Da Silva tiene cuatro registros en su ficha de antecedentes judiciales: por violación, porte ilegal de armas, intento de hurto y violencia contra mujeres.

Uno de los 31 rehenes que permanecieron hasta el final dentro del autobús, el profesor Hans Moreno, relató que el joven dijo lo hacía para “entrar a la historia” y para que las personas “tuvieran mucho que contar al final del día”.

Moreno contó que el secuestrador pidió a una pasajera amarrar las manos de los otros rehenes con abrazaderas de plástico y pasar una cuerda por encima de las ventanillas del autobús para colgar botellas plásticas que llenó con nafta, combustible que transportaba en bidón.

“Él no amenazó dentro del autobús a nadie, no fue violento e incluso hacía chistes. Dejó orinar a varios pasajeros en la parte trasera del autobús. Solo decía que quería 30.000 reales (unos 7.500 dólares) del Estado”, añadió Moreno.

El joven, además del bidón de gasolina, un encendedor, un cuchillo grande y un ‘teser’ (arma de choque eléctrico), portaba un revólver de juguete.

Después de ser impactado por uno de los francotiradores, Da Silva fue trasladado herido al Hospital Souza Aguiar, donde falleció a las 10.35 hora local por un paro cardiorrespiratorio producto de los disparos policiales.

Antes de ser abatido, Da Silva había exigido la presencia de una ambulancia en el lugar y pidió que el cordón de seguridad implementado por la Policía fuese ampliado para que así la prensa tomara más distancia del autobús.

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