Con 67,13% de los votos escrutados, Macri obtuvo con su alianza de derecha Cambiemos, el 36,24% frente a 34,70% obtenidos por el oficialista Scioli del partido oficialista Frente para la Victoria.

En un inesperado giro, el candidato de centroderecha Mauricio Macri se imponía el domingo en las elecciones de Argentina y definirá la presidencia en un balotaje con el peronista oficialista Daniel Scioli.

Macri, alcalde de la ciudad de Buenos Aires, lograba el 35,79 por ciento de los votos frente al 35,11 de Scioli, que había llegado como favorito en las encuestas para ganar las elecciones con varios puntos de ventaja.

El peronista disidente Sergio Massa se encontraba tercero con un 21,17 por ciento, según el conteo provisorio con casi el 74 por ciento de las mesas escrutadas.

"Lo que ya ha sucedido en el día de hoy cambia la política de este país", dijo Macri frente a sus eufóricos seguidores de la alianza Cambiemos, después de dar por descontado un balotaje.

"Se siente, se siente, Mauricio presidente", cantaban exultantes miles de seguidores, que saltaban con globos de colores en sus manos.
Para evitar un balotaje, el ganador debía superar el 40 por ciento de los votos con una diferencia de 10 puntos porcentuales sobre su seguidor.

Preparándose para una difícil segunda vuelta, Scioli atacó por primera vez directamente a Macri, calificándolo como un hombre de políticas cambiantes que representa de "un salto al vacío, y buscó el apoyo de quienes no lo votaron.

"Convoco a los indecisos e independientes para esta agenda del gran futuro del desarrollo argentino", señaló Scioli antes de que se difundieran los primeros resultados del escrutinio, pero cuando el balotaje del 22 de noviembre ya era inminente.

En la sede de campaña de Scioli reinaban las caras largas.
"No me sorprendía una diferencia ajustada, pero jamás me hubiese imaginado a Macri primero", dijo a Reuters una mujer de 41 años que pidió no ser identificada en la sede de campaña del oficialismo.

Scioli, gobernador de Buenos Aires, promete mantener los subsidios a la pobreza que, junto con un alto nivel de empleo, han cimentado la popularidad de la saliente mandataria de centroizquierda, Cristina Fernández. Pero más conciliador que ella, asegura que hará cambios paulatinos en un modelo económico de fuerte intervención estatal que está crujiendo.

"El balotaje entre Scioli y Macri divide el país entre peronismo y antiperonismo, con un sesgo social también. Los votos de Massa serán decisivos y quien los capte, será el ganador", dijo a Reuters el analista Rosendo Fraga.

Pese a que los dos principales contendientes tienen muchas diferencias ideológicas, sus propuestas no son tan distintas: todo indica que el país girará hacia políticas económicas más amigables con los mercados tras 12 años de peronismo de centroizquierda, intentando mantener los logros sociales.

Macri promete reducir impuestos cuestionados por la clase media y terminar rápidamente con fuertes restricciones a los mercados -en especial en el cambiario- y al comercio exterior.

En otro golpe para el oficialismo, María Eugenia Vidal, la candidata del partido de Macri a la gobernación de Buenos Aires -la provincia más importante del país y bastión del peronismo- se imponía con los resultados parciales al oficialista Aníbal Fernández.

Después de crecer por casi una década a un ritmo acelerado, Argentina atraviesa tiempos difíciles ante la caída de los precios de las materias primas que exporta.

Regulaciones como un control de cambios y cupos a las exportaciones han ahuyentado a muchos inversores extranjeros, y los impuestos al agro -uno de los motores del país- crisparon los ánimos con los productores.

Sea quien sea el próximo presidente, deberá reactivar una economía estancada por la escasez de inversiones, controlar la alta inflación y reducir los niveles de inseguridad a partir de diciembre.

La presidenta argentina, Cristina Fernández, se mostró hoy satisfecha por los doce años de gestión kirchnerista al emitir su voto en la ciudad patagónica de Río Gallegos y anunció que se dedicará "a militar" una vez deje su cargo, el próximo 10 de diciembre.

Rodeada de medios locales y simpatizantes, Fernández aseguró estar "emocionada" por sentir que el Frente para la Victoria (FpV) pudo "cumplir la promesa" que su difunto marido, Néstor Kirchner, hizo al asumir como presidente en 2003, "darles a todos los argentinos un país normal".

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