BRASIL

El estado de San Pablo, el más poblado y afectado por la COVID-19 en Brasil, reabrió ayer sus iglesias y comercios después de poco más un mes de restricciones, pese a que la pandemia se sigue acelerando en la región y el país.

Esta reapertura es el comienzo de una desescalada que continuará la semana próxima y que pretende apuntalar la actividad económica y social, interrumpida parcialmente desde el pasado 6 de marzo en un estado que es el corazón industrial de Brasil y representa el 30% del producto interno bruto (PIB) del país.

Según el plan de reapertura previsto por las autoridades, todavía se mantendrá un toque de queda nocturno entre las 20.00 y las 05.00 horas y los restaurantes, las peluquerías y los gimnasios seguirán cerrados al menos hasta el 24 de abril.

La decisión de relajar las restricciones fue adoptada a pesar de que la pandemia en Brasil atraviesa su peor momento. Según las estadísticas oficiales Brasil es el país más golpeado en el mundo junto con Estados Unidos, México y la India. Acumula casi 373.335 muertes y unos 14 millones de contagios de COVID-19. Ayer domingo se registraron 42.980 casos adicionales de coronavirus y unas 1.657 muertes en 24 horas.

En San Pablo, el más poblado y desarrollado del país, con unos 42 millones de habitantes, ha registrado en los últimos días unas 800 muertes diarias, para un total que supera los 80.000 decesos.

Las autoridades han admitido que la desescalada se da en parte por la presión de grupos de comerciantes y el creciente desempleo, que en Brasil se sitúa en torno al 14 %.

La Asociación Brasileña de Shopping Centers, que agrupa a los dueños de los 601 centros comerciales, alertó sobre planes de despidos masivos de hasta 60.000 empleados en caso de que continúen las restricciones.

También reclamaron los grupos religiosos, en especial las iglesias evangelistas.