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Rompiendo el termómetro

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No existen los hechos, sino la interpretación de los hechos", escribió Nietzsche. Lo que no puede hacer la interpretación, es desprenderse totalmente de los hechos.

El sectarismo y la ideologización llevan a la disociación entre el hecho y su interpretación. La diferencia entre lo ocurrido y lo interpretado, muestra el nivel de enajenación producida por el sectarismo o por la ideologización. Y en Argentina, el nivel de enajenación suele alcanzar marcas escalofriantes.

Mauricio Macri confundió con un respaldo a su gestión las masivas marchas que, en realidad, fueron para repudiar la ostentación de golpismo y la apología de la violencia criminal setentista que está haciendo la dirigencia kirchnerista, lanzada abiertamente a derribar al presidente.

A renglón seguido, la dirigencia de la CGT confundió la paralización lograda con el paro general, con un "éxito de convocatoria sindical". ¿Es posible deducir que la paralización alcanzada evidenció el nivel de convocatoria de la CGT, cuando se amenazó a los taxistas, se paralizó por la fuerza el transporte y se plagó el país de piquetes para obstruir el tránsito vehicular?

La huelga es un instrumento de medición. El acatamiento revelará el nivel de rechazo a la política contra la cual se realiza la medida de fuerza, así como el nivel de representatividad que tiene la dirigencia que la convoca. Pero ¿puede servir como instrumento de medición la parálisis causada por la conjunción entre falta de transporte público y miles de piquetes para bloquear el paso a vehículos particulares?

Juan José Campanella no solo se destaca como cineasta, sino también como vocero del sentido común y de la honestidad intelectual. Horas antes de comenzar la huelga, el talentoso director de "El Secreto de sus Ojos" preguntó a la dirigencia sindical por qué no permite que haya transporte y, de ese modo, muestra el verdadero alcance de su convocatoria.

Esa dirigencia autoritaria y corrupta puede mostrar, con huelgas como la de ayer, su capacidad de paralizar el país. Pero sin transporte y con piquetes, es imposible que muestre el verdadero nivel de acatamiento. Si el termómetro está roto, no puede medir la fiebre. Del mismo modo, planteados como los plantea la dirigencia sindical, es imposible medir la verdadera adhesión a sus paros.

Para mostrar realmente la adhesión obtenida, la huelga no puede ser impuesta por la fuerza. Y esto no es una interpretación de los hechos, sino una obviedad.

LA BITÁCORA

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