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Ríos Montt, el dictador que murió impune

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Ríos Montt: Gobernó 17 meses, pero fue uno de los dictadores más sangrientos de América Latina. Foto: Reuters

EFRAÍN RÍOS MONTT, 1926-2018

Fue responsable por la matanza de miles de indígenas en Guatemala; lo declararon senil y no fue preso.

José Efraín Ríos Montt, el general fallecido ayer domingo a los 91 años de edad, fue uno de los dictadores más sanguinarios de América Latina. La simple mención de su nombre desencadena en Guatemala recuerdos y heridas, de esas que 21 años después del fin de la guerra civil aún no han cicatrizado.

Nacido en Huehuetenango el 16 de junio de 1926, tercero de 11 hermanos, Ríos Montt se crió en un entorno rural y en 1943, con tan solo 17 años, empezó la carrera militar pese a su astigmatismo.

En 1950 obtuvo los galones de oficial de Infantería y maestro de Caminos y posteriormente siguió cursos de especialización en Fort Gulick, academia ubicada en la zona del Canal de Panamá bajo soberanía de Estados Unidos y muy frecuentada por la oficialidad centroamericana.

Enseguida mostró los dientes. En 1954, siendo un joven oficial, jugó un papel menor en el golpe respaldado por la CIA contra el presidente Jacobo Arbenz, detonantes de los 36 años de la brutal guerra civil.

Poco a poco fue subiendo escalones militares hasta que en enero de 1973 alcanzó el grado de general de brigada y le fue conferida la jefatura del Estado Mayor General del Ejército, aunque apenas dos meses después, en abril, renunció para presentarse a las elecciones presidenciales del 3 de marzo de 1974, donde fue derrotado. Luego fue enviado a España como agregado militar hasta 1977.

Desde entonces su figura estuvo ligada a la política guatemalteca hasta el mismo día de su muerte. Destacó como militar de línea dura, pastor de una congregación evangélica fundamentalista, mesiánico líder político de derechas, eterno aspirante a la Presidencia e icono de la brutal represión desatada por las Fuerzas Armadas durante los años más cruentos de la guerra interna que vivió Guatemala entre 1960 y 1996.

El 23 de marzo de 1982 integró la Junta Militar designada por los oficiales jóvenes del Ejército que por medio de un golpe de Estado derrocaron al entonces presidente, el general Fernando Romeo Lucas García.

Tres meses después, disolvió la Junta Militar y se autoproclamó Jefe de Estado, presidente de la República y Comandante General del Ejército "por voluntad de Dios".

Entre sus primeras medidas fue poner en marcha los Tribunales de Fuero Especial. En ellos, los jueces, con el rostro cubierto, condenaron a muerte a 16 personas, y obligaron a los indígenas a integrarse a las denominadas Patrullas de Autodefensa Civil, grupos paramilitares de control y represión.

Durante los 17 meses que Ríos Montt gobernó de facto, perpetró más de 250 matanzas colectivas de indígenas, en las que murieron más de 25.000 personas.

En su momento, Ríos Montt recibió el abierto respaldo de la Casa Blanca, y el presidente Ronald Reagan llegó a describirlo como "un hombre de gran integridad personal" y "comprometido con la democracia".

El 8 de agosto de 1983 Ríos Montt fue derrocado por un golpe de Estado encabezado por su entonces ministro de la Defensa, general Óscar Humberto Mejía Víctores, quien gobernó el país hasta enero de 1986, cuando se instauró la democracia.

A finales de 1989 Ríos Montt, junto a un grupo de antiguos militares y políticos de extrema derecha, fundó el Frente Republicano Guatemalteco (FRG), el partido que le permitió ser reelegido como diputado desde 1994 hasta 2012.

En diciembre de 1999 la premio Nobel de la Paz 1992, la líder indígena guatemalteca Rigoberta Menchú, presentó una querella contra ocho ex altos cargos militares, Ríos Montt entre ellos, ante la Audiencia Nacional de España.

La denuncia de Menchú por cargos de genocidio, torturas y terrorismo de Estado, fue admitida a trámite por el juez español Guillermo Ruiz Polanco el 27 de marzo de 2000, que meses después emitió una orden internacional de captura con fines de extradición a España, la cual nunca se concretó.

Aunque el proceso penal ante la Justicia española continúa abierto, en diciembre de 2007 la Corte de Constitucionalidad, el máximo tribunal guatemalteco, dejó sin efecto las diligencias de la Audiencia Nacional al considerar que el alto tribunal español no tenía competencia para juzgar a guatemaltecos.

Meses antes, la Asociación por la Justicia y la Reconciliación, integrada por familiares de las víctimas de la represión, presentó una denuncia penal ante los tribunales guatemaltecos por genocidio contra Ríos Montt y otros militares retirados por las matanzas de indígenas perpetradas por el Ejército.

En enero de 2012, tras cumplir su último período como diputado y perder la inmunidad, Ríos Montt se presentó ante la Justicia para afrontar las acusaciones contra él presentadas en 2007, y una jueza lo incluyó en el proceso y ordenó su prisión preventiva domiciliaria.

El 10 de mayo de 2013, fue condenado a 80 años de prisión al ser encontrado culpable de la muerte de 1.771 indígena ixiles, un fallo que el Constitucional anuló por irregularidades.

De ahí se inició un nuevo proceso, a puerta cerrada y sin posibilidad de condenarlo a prisión por su demencia senil que concluye ayer domingo con su muerte. La muerte del último dictador guatemalteco que quedaba con vida.

"Nunca he tenido la intención ni el propósito de destruir una etnia nacional (...) No soy un genocida", dijo el general durante su juicio, asegurando desconocer qué hacían sus tropas en el frente.

"Ríase general, pero los gusanos lo vomitarán por asesino", le respondió la activista Marylena Bustamante en el mismo juicio.

"Nos apoyan o los matamos"

Efraín Ríos Montt ha sido comparado con otros dictadores latinoamericanos que gobernaron con mano de hierro y sin escrúpulos, desde Augusto Pinochet en Chile a Manuel Antonio Noriega en Panamá. Apenas llegó al poder en 1982, Ríos Montt, con un discurso nacionalista y religioso, endureció la ofensiva contra la oposición en los poblados rurales de Guatemala, a los que acusaba de refugiar rebeldes, con una estrategia de "tierra quemada" que provocó cientos de muertos y decenas de miles de desplazados. "Si están con nosotros, les alimentaremos", dijo Ríos Montt en un famoso mensaje a una multitud de indígenas en julio de 1982. "Si no, los mataremos". REUTERS

"Convicción de que nunca hubo genocidio"

Efraín Ríos Montt falleció en su residencia a causa de un infarto. Uno de sus abogados defensores, Luis Rosales, comentó que el exdictador "falleció en su hogar, con el amor de su familia, con su conciencia sana". Rosales aseguró al diario Prensa Libre que Ríos Montt "murió en paz, tranquilo, y todos con la convicción de que en este país nunca hubo genocidio y fue inocente de lo que se le acusa" en el marco de la guerra civil de Guatemala.

Grupos de extrema derecha de Guatemala respaldaron siempre a Ríos Montt al afirmar que en el país nunca se cometió genocidio y que las víctimas fueron producto del enfrentamiento armado registrado entre 1960 y 1996.

En cambio, el abogado del Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos, Héctor Reyes, afirmó que Ríos Montt "murió condenado por genocidio y delitos de lesa humanidad", y recordó que cada 10 de mayo desde el 2013 conmemoran la sentencia contra Ríos Montt porque "para nosotros sigue vigente", pese a que fue anulada por un tribunal.

En la misma línea se refirió el director de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado, Nery Rodenas, al criticar la anulación de la sentencia contra el exdictador pese a que fue "citado, oído y vencido en juicio y que se dictó en los parámetros legales". AFP

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