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Restauran el último puente colgante del imperio inca

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Residentes de Cusco renuevan el antiguo puente. Foto: AFP
TOPSHOT - Handout picture released by the Regional Government of Cusco showing peasants restoring the Q'eswachaka hanging bridge, which rests over the Apurimac River in Quehue, Peru, in 2021. - The vegetable fiber rope walkway, which was built more than 500 years ago, fell due to lack of renovation caused by the COVID-19 pandemic. Declared as Intangible Cultural Heritage of Humanity by the UNESCO on 2013, the bridge was successfully restored after three months of work by nearby communities. (Photo by Handout / REGIONAL GOVERNMENT OF CUSCO / AFP) / RESTRICTED TO EDITORIAL USE - MANDATORY CREDIT "AFP PHOTO / REGIONAL GOVERNMENT OF CUSCO " - NO MARKETING - NO ADVERTISING CAMPAIGNS - DISTRIBUTED AS A SERVICE TO CLIENTS
HANDOUT/AFP

TRADICIÓN DE CINCO SIGLOS 

La renovación del puente peatonal ocurre cada año, entre los meses de mayo y junio, pero el confinamiento obligatorio por la pandemia, en marzo de 2020 impidió la labor ese año.

El puente colgante Q’eswachaka, que data del imperio inca en Perú y cuyo ritual de conservación es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, quedó restaurado tras colapsar en marzo por el deterioro de sus sogas que no pudieron ser renovadas debido a la pandemia, informó el gobierno regional de Cusco.

La pasarela y barandilla de sogas de fibra vegetal fue sustituida en su totalidad por centenares de campesinos del aledaño distrito de Quehue, en Cusco, quedando listo para su uso desde el miércoles luego de permanecer tres meses fuera de servicio.

“Gracias a la labor que desarrollan los pobladores de Quehue, las generaciones heredan los conocimientos y sabiduría ancestrales para conservar el puente Q’eswachaka, símbolo de la extraordinaria ingeniería inca que sorprende al mundo”, dijo el gobernador de Cusco, Jean Paul Benavente, al agradecer a los pobladores por su trabajo.

El puente está ubicado en Quehue, sobre el caudaloso río Apurímac, a 3.700 metros de altura.

La estructura de 28 metros de largo y poco más de un metro de ancho, es elaborada por campesinos que trabajan la fibra vegetal denominada ichu, la que trenzan para hacer la soga. El trabajo es comunal e involucra a hombres y mujeres, quienes se reparten las tareas. Los hombres se encargan de armar la estructura, casi suspendidos en el aire, mientras que las mujeres tejen y entrelazan las sogas en tierra firme.

“Nuestros ingenieros andinos se encargan de tejer el puente; están colgados, no usan arnés. Toda la población tiene mucho respeto y admiración por ellos”, dijo el alcalde de Quehue, Mario Tacuma, citado por el diario El Comercio.

La renovación del puente peatonal ocurre cada año, entre los meses de mayo y junio, pero el confinamiento obligatorio por la pandemia del coronavirus en marzo de 2020 impidió la labor ese año, lo que provocó su deterioro y caída el 23 de marzo pasado.

El puente Q’eswachaka, fue construido por los incas hace más de 500 años como parte del Qhapaq Ñan (camino inca), es el único que sobrevive y ha mantenido su estado original, de generación en generación, gracias a la perseverante e infatigable labor de las cuatro comunidades quechuas.

Unos 1.000 pobladores de esas comunidades cercanas al puente realizan la labor que se extiende por tres días, hasta que las sogas anudadas dan forma al último puente de los incas.

La Unesco incluyó en 2013 al ritual y las técnicas de conservación incas en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

El puente Q’eswachaka “es un ejemplo palpable de la continuidad de una tradición cultural existente desde tiempos prehispánicos”, indican las autoridades peruanas.

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