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Prisión y exilio: la política de represión de Nicolás Maduro contra líderes sindicales

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Petróleo, base de la economía venezolana, en los últimos años entró en crisis y su producción bajó a niveles históricos. Foto: AFP

CRISIS EN VENEZUELA

“La idea es neutralizar por la fuerza el movimiento sindical petrolero”, dijo Iván Freites, dirigente de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela.

Terrorismo, divulgación de información confidencial e incitación al odio han sido acusaciones comunes durante una ola de arrestos de sindicalistas petroleros en los últimos meses en Venezuela, donde la producción de crudo marca mínimos en décadas. “La idea es neutralizar por la fuerza el movimiento sindical petrolero”, dijo Iván Freites, dirigente de la Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela (FUTPV), que el sábado anunció en redes sociales su exilio en Bogotá, Colombia.

En conversación con AFP vía WhatsApp, el sindicalista de 57 años acusó al régimen de Nicolás Maduro de “una política de persecución” en medio de la peor crisis de la historia moderna del país, con hiperinflación y siete años consecutivos de recesión.

“Iban a ir por mí”, agregó Freites, quien abandonó Venezuela clandestinamente utilizando una identidad falsa y rompiendo los cercos fronterizos impuestos por el COVID-19.

El 18 de noviembre en Puerto La Cruz, al este de Venezuela), funcionarios de la Dirección de Contrainteligencia Militar (DGCIM) detuvieron a otro vocero de los trabajadores petroleros, Eudis Girot. Le acusan de revelar información secreta y terrorismo.

Cuatro días antes, Guillermo Zárraga, compañero de Freites en el complejo de refinación de Paraguaná, el mayor de Venezuela, fue detenido tras una explosión que el régimen vinculó con un “ataque terrorista”. Dirigentes sindicales afirman, sin embargo, que ocurrió por fallas en las operaciones para reactivar esas instalaciones, en medio de una grave escasez de gasolina.

El 28 de enero, la militar Guardia Nacional arrestó a los sindicalistas Marcos Sabariego y Gil Mujica durante una asamblea de trabajadores en una de las principales refinerías del país, El Palito, en el estado Carabobo.

Y el 6 de mayo, la DGCIM detuvo a Bartolo Guerra en Puerto La Cruz, en el estado Anzoátegui, después de que discutiera con autoridades de PDV Marina, filial de la estatal Pdvsa encargada del transporte marítimo de hidrocarburos, a la que pertenecía.

Guerra inició una huelga de hambre, pero decidió levantarla unos días después.

Venezuela, que hace 12 años producía 3,2 millones de barriles diarios, pone ahora unos 400.000 en el mercado, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

Su oferta, que ya estaba en caída libre entre denuncias de mala gestión y multimillonaria corrupción, terminó de desplomarse con las sanciones de Estados Unidos para intentar forzar la salida de Maduro.

En ese contexto, los sueldos del personal obrero y técnico de Pdvsa, otrora envidiados pero ahora diluidos por la inflación y la depreciación de la moneda local, oscilan entre 3 y 10 dólares por mes.

Empresas mixtas de capital estatal y privado pagan bonos extras que llegan a 300 dólares. Son beneficios, sin embargo, que no llegan a la totalidad de la enorme nómina de la industria petrolera venezolana, que llegó a 150.000 trabajadores durante la era chavista, número reducido a la mitad por la fuga de personal ante los bajos ingresos.

“Vamos a seguir (...). La clase trabajadora existe más allá de la represión y la cárcel”, dice a AFP José Bodas, secretario general de la FUTPV, quien reporta despidos y jubilaciones forzadas.

Pero hay divisiones. El presidente de la FUTPV, Wills Rangel, respalda la gestión petrolera de Maduro. Rangel fue elegido el 6 de diciembre diputado del partido de gobierno en las elecciones legislativas, boicoteadas por el grueso de la oposición y desconocidas por Estados Unidos, la Unión Europea y varios países de Latinoamérica.

La ONG de derechos humanos PROVEA, crítica de Maduro, ha denunciado la “criminalización” del sindicalismo.

“Los petroleros estamos siendo los más atacados por lo que significa el petróleo (...), la base de poder de ellos está ahí y no van a permitir que se levanten los trabajadores”, manifiesta Freites.

Hasta su colapso, Pdvsa aportaba más del 90% de los ingresos del país.

Tras una pregunta sobre el arresto de dos gerentes petroleros, Alfredo Chirinos y Aryenis Torrealba, acusados de ser espías de la CIA, Maduro dijo a corresponsales de prensa internacional que en Venezuela “hay plenas garantías” sindicales.

“Es un tema de la justicia (...). No me voy a meter”, zanjó Maduro, que se jacta de ser “un presidente obrero” por su pasado como sindicalista en el Metro de Caracas.

Naufragio: llegan a 33 los muertos

El total de venezolanos fallecidos por el naufragio de una embarcación hace una semana cuando trataban de llegar a Trinidad y Tobago se elevó a 33. “Hasta ahora han sido identificados 33 cadáveres”, dijo una fuente del Ministerio Público a EFE.

El naufragio es investigado por la Fiscalía como un delito de trata de personas en una ruta marítima que une las costas de Venezuela con Trinidad y Tobago.

Según el fiscal venezolano, Tarek Saab, dicha ruta está “tomada por mafias que se dedican al tráfico ilegal de emigrantes e incluso a la trata de personas”, y por ello ya han sido detenidas dos personas.

Los venezolanos fallecidos en el naufragio viajaban hacia Trinidad y Tobago para “reencontrarse con sus familias” por Navidad, según la información del régimen de Nicolás Maduro.

Iban a bordo de una embarcación destapada, denominada peñero y usada frecuente para labores de pesca cercanas a la costa venezolana.

El grupo había zarpado del poblado de Güiria, en el estado Sucre.

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