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Primer cruce entre el Reino Unido y la UE tras el Brexit

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El primer ministro británico quiere un acuerdo al estilo del que tiene Canadá con la UE. Foto: AFP

POLÍTICA EUROPEA

El primer ministro Boris Johnson insiste en que el nuevo acuerdo no lo ate a las normas europeas; la pesca es un tema central.

Como se preveía, las negociaciones entre el Reino Unido y sus exsocios de la Unión Europea (UE), para acordar una nueva relación comercial tras el Brexit que entró en vigor el viernes 31 de enero, no serán nada fácil.

La pesca y evitar la competencia desleal se presentan como los principales escollos de la negociación.

El primer ministro británico, Boris Johnson, y el negociador europeo Michel Barnier desvelaron ayer lunes sus líneas rojas para la futura negociación, que podría empezar en marzo y se extendería hasta fin de año.

“No hay necesidad de un acuerdo de libre comercio que involucre aceptar las reglas de la UE sobre políticas de competencia, subsidios, protección social, medioambiente o nada similar, no más que si la UE estuviera obligada a aceptar las normas de Reino Unido”, dijo el primer ministro británico ayer ante empresarios en Londres.

La alternativa para Reino Unido, dijo Johnson, es negociar un pacto como el que ostenta Canadá con el bloque europeo. El Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA) de 2016 entre la UE y Canadá permite el comercio de una mayoría de bienes sin aranceles pero apenas cubre los servicios, motor de la economía británica, y mantiene los controles aduaneros y del impuesto sobre el valor añadido (VAT).

“Estamos dispuestos a ofrecer un acuerdo comercial muy ambicioso como pilar central de esta asociación, que incluye aranceles cero”, dijo por su parte Barnier en rueda de prensa en Bruselas, quien reiteró la necesidad de un acceso de los pesqueros a aguas británicas.

La UE quiere evitar además la aparición de una economía desregulada a sus puertas que goce de “ventajas competitivas injustas”, por lo que propone crear un “mecanismo para mantener los altos niveles” laborales, fiscales, ambientales y de ayudas de Estado.

La negociación sin embargo no parte de cero. El Reino Unido y los 27 países del bloque ya rubricaron una declaración política sobre la futura relación, que fija el nivel de ambición.

La declaración fija el 1 de julio como plazo máximo para ratificar un acuerdo pesquero, tema central en la negociación. Barnier consideró “indisociable” de la negociación comercial un acuerdo sobre la pesca.

El sector pesquero de ocho países de la UE es de hecho muy dependiente de las aguas británicas ricas en peces. Sin embargo, pese a que la pesca representa menos del 0,1% del PIB del Reino Unido, la cuestión pesó mucho a favor del Brexit en el referéndum de 2016. Johnson ya subrayó que “retomar el control” de sus aguas era prioritario.

La pesca podría constituir de hecho una moneda de cambio en las negociaciones para el Reino Unido, que podría buscar a cambio el acceso al continente para los servicios financieros británicos, cruciales para la City de Londres.

Respecto al alcance de un eventual acuerdo, la UE reiteró que este no incluirá Gibraltar y que cualquier aplicación del mismo a este territorio británico cuya soberanía reclama España necesitará el visto bueno “previo” de Madrid.

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