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Preparan a Guantánamo para recibir nuevos presos

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Guantánamo: la base militar de Estados Unidos en la isla de Cuba está destinada a presos por terrorismo desde los atentados del 11/S. Foto: El Comercio / GDA

Guantánamo en la era Trump

El presupuesto de Trump le asigna unos US$ 98,9 millones.

Estados Unidos trabaja en la posible llegada de nuevos presos al centro de detención de la Base Naval de Guantánamo, una instalación que, tras verse amenazada con el cierre por la anterior Administración de Barack Obama, ha recuperado su vigencia bajo el mandato del presidente Donald Trump.

En los últimos meses las fuerzas destinadas en la instalación militar de la isla han comenzado a realizar ejercicios de preparación de cara a la posible llegada de nuevos presos al polémico presidio, lo cual no implica, sin embargo, que este extremo llegue a producirse.

"La recuperación de estos ejercicios coincide con el inicio de la actual Administración", reconoció a EFE la comandante Anne Leanos, portavoz de las fuerzas conjuntas de Guantánamo, quien confirmó que este mes se han vuelto a ejecutar unas maniobras que se vienen llevando a cabo de manera "cíclica" desde 2017.

Esas acciones, sostuvo Leanos, tienen como objetivo afianzar la preparación de las tropas "en función de la evolución de los distintos escenarios" en los que Estados Unidos combate al terrorismo.

Esto supone un cambio radical en relación con el anterior Gobierno, marcado por las promesas del entonces presidente Barack Obama (2009-2017) de cerrar esta cárcel que durante años acaparó portadas de medios de todo el mundo por el trato dispensado a sus reclusos.

El pasado mes de enero, durante su discurso sobre el Estado de la Unión, Trump anunció ante el Congreso que había ordenado al Pentágono que "revaluará la política de detención militar y que mantuviera abiertas las instalaciones de Guantánamo". De hecho, en su última solicitud presupuestaria, la base naval incluía una partida de 68,96 millones de dólares para la construcción de un nuevo presidio de alta seguridad en sus instalaciones, situadas en la isla de Cuba.

"Las fuerzas de Guantánamo van más allá con el fin de operar con una sensibilidad cultural, de manera acorde con nuestra misión para proporcionar una custodia y unos cuidados humanitarios y legales a los detenidos en conflictos armados conforme marca la ley", justificó Leanos.

La comandante explicó que la penitenciaría, que actualmente acoge a cuarenta reclusos, tiene capacidad para acoger hasta ochenta presos.

"Si esos cuarenta detenidos conformaran una población diversa, por ejemplo, con mujeres o diferentes credos o ideologías, sería preciso buscar soluciones tanto para la infraestructura como para el personal", aclaró la portavoz.

Otro cambio significativo en los últimos tiempos es el fin de los emblemáticos monos naranja que vestían los reos y que se habían convertido en todo un símbolo de las penalidades que sufrían. "Diversas organizaciones terroristas han utilizado el naranja como una herramienta de propaganda; por ello, el atuendo naranja de los presos ya no se emplea. Los colores actuales son el azul y el pardo", justificó la portavoz.

Una de las principales preocupaciones del Pentágono en estos momentos es la situación de los terroristas capturados en países como Afganistán, Irak y, sobre todo, Siria, donde la presencia de combatientes internacionales supone un quebradero de cabeza legal para las fuerzas locales.

Ubicación de la base militar de EE.UU. en Cuba

Por este motivo, desde hace meses, Washington reclama a sus socios que se hagan cargo de los detenidos originarios de sus países, ya que, según comentaba hace un par de semanas el secretario de Defensa, James Mattis, su custodia supone un lastre en el avance de la lucha contra el terrorismo.

"El reto es que la mayoría de tribunales requiere unas cadenas de custodia de las pruebas que, en el caso de los capturados en el campo de batalla, no se puede obtener en detalle como podría esperarse cuando, por ejemplo, la policía arresta a alguien en Dayton, Ohio", lamentó Mattis.

Precisamente esta situación es uno de los argumentos esgrimidos por la actual Administración para defender la vigencia de la cárcel de Guantánamo.

"El mero hecho de que estén haciendo esta pregunta, casi dos décadas después del inicio de la guerra (de Afganistán) demuestra la complejidad del asunto. Pero no tengo una respuesta tajante", admitió Mattis.

Los presos de Mujica y la venta de naranjas

En diciembre de 2014, al final del gobierno de José Mujica, llegaron a Uruguay los seis exreclusos de Guantánamo que el gobierno aceptó recibir en el marco de un proceso del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para cerrar esa cárcel ubicada en una base militar en Cuba. Dos años después, en mayo de 2016, Mujica hizo revelaciones sobre qué lo llevó a recibir a esos presos. Mujica dijo que "para venderle unos kilos de naranja a Estados Unidos" se tuvo que "bancar a cinco locos de Guantánamo". Luego trató de matizar sus declaraciones y dijo que "hubo un cambio en la actitud y en la burocracia norteamericana" a raíz de que Uruguay aceptara acoger a los expresidiarios, a pesar de que "nunca se habló de la naranja ni de nada" con Estados Unidos. "Cuando yo le digo al representante diplomático de Estados Unidos que aceptaba la presencia de los presos de Guantánamo, al poco tiempo, súbitamente, se abre el mercado que hemos estado luchando durante 18 años", manifestó el expresidente en declaraciones a Canal 12.

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