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Pasado y futuro

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LA BITÁCORA

España nació con los catalanes en su seno. Es el primer Estado en el sentido moderno del término, mientras que los reinos y principados preexistentes son parte del Medioevo. 

España nace en el siglo XV, al casarse Fernando II con Isabel La Católica, uniendo los reinos aragonés y castellano. Desde el siglo anterior, Barcelona era parte del Reino de Aragón.

El nacionalismo independentista mira la etapa medieval de la historia y también los momentos de guerras y sometimientos a un castellanismo sojuzgador. Por caso las rebeliones anticastellanas en Barcelona durante la guerra franco-española. También la Guerra de Sucesión que estalla al morir el último Habsburgo dejando el trono vacante. Aquel conflicto entre los castellanos proborbónicos y los aragoneses proaustrias, se dirimió a favor de Castilla. Barcelona prolongó su resistencia, pero cayó en 1714 tras el asedio del ejército enviado por el rey Borbón Felipe V.

Esos capítulos de la historia explican la aversión catalana a los borbones y a Castilla. Sentimiento agravado desde que Franco venció y reemplazó la II República por su larga dictadura falangista, que impuso a vascos, valencianos y catalanes un brutal centralismo castellanizante.

La Constitución de 1978 y, posteriormente, la apertura dialoguista de Felipe González, permitieron el desarrollo de las identidades culturales. En dos décadas, Cataluña desplegó su economía y alcanzó niveles europeos de bienestar social. El problema comenzó en 2010, cuando el Tribunal Constitucional derogó 14 artículos del Estatuto autonómico aprobado cuatro años antes. Desde que llegó al poder, Rajoy rechazó las negociaciones propuestas por Artur Mas, quien luego dejaría el nacionalismo moderado de Jordi Pujol, iniciaría el final de la alianza Convergencia i Unió (CIU) y alentaría el independentismo más temerario, ahora aliado con el antisistema anarquista de la CUP, que solo busca patear tableros.

Rajoy y su partido siguieron cometiendo errores funcionales a los separatistas. Pero difícilmente la UE acepte la partición de un miembro, ya que podría tener un efecto Big Bang. Entre otros casos, Bélgica también nació con el Flandes adentro, pero los flamencos preservan ínfulas separatistas, lo mismo algunas ciudades-Estado que en el "Risorgimento" se unieron para que nazca Italia. Solo Rusia alienta la división de España, como lo hace en Ucrania, Georgia y Moldavia, tras haber aplastado a sangre y fuego el independentismo musulmán en el Cáucaso.

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