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El Papa advierte por las "ejecuciones extrajudiciales"

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Papa Francisco. Foto: EFE

Vaticano

Francisco consideró estas muertes como “crimen de Estado”.

El papa Francisco advirtió sobre las "ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias" ordenadas en algunos países "con o sin pena de muerte legal", al recibir una delegación de la Comisión Internacional contra la Pena de Muerte.

Francisco, que ayer lunes cumplió 82 años, lamentó este "fenómeno (...) recurrente".

"Se trata de homicidios deliberados cometidos por agentes estatales, que a menudo se los hace pasar como resultado de enfrentamientos con presuntos delincuentes o son presentados como consecuencias no deseadas del uso razonable, necesario y proporcional de la fuerza para proteger a los ciudadanos", criticó.

El Papa subrayó que "la legítima defensa no es un derecho sino un deber para el que es responsable de la vida de otro". Así, "los que tienen autoridad legítima deben rechazar toda agresión, incluso con el uso de las armas, siempre que ello sea necesario para la conservación de la propia vida o la de las personas a su cuidado".

"Como consecuencia, todo uso de fuerza letal que no sea estrictamente necesario para este fin solo puede ser reputado como una ejecución ilegal, un crimen de Estado", agregó.

Pena de muerte.

A principios de agosto, el Papa inscribió por primera vez en el catecismo la oposición a la pena de muerte y llamó a la Iglesia a comprometerse para abolir la pena capital "en todo el mundo".

Amnistía Internacional registró en 2017 al menos 2.591 condenas a muerte en 53 países y casi 1.000 ejecuciones (excluyendo a China que no comunica sobre sus miles de sentencias). Más de dos tercios de los países del mundo abolieron la pena de muerte en sus legislaciones o en la práctica.

Francisco rogó a todos los Estados que aún aplican la pena de muerte, "que adopten una moratoria con miras a la abolición de esta forma cruel de castigo".

El pontífice pidió que "la moratoria no se aplique solo a la ejecución de la pena sino también a la imposición de las sentencias a muerte".

"La moratoria no puede ser vivida por el condenado como una mera prolongación de la espera de su ejecución", aseveró.

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